18 marzo 2010
ma@granadoschapa.com
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En medio de un insólito aplauso general le fue otorgada licencia al diputado Roberto Gil Zuarth, que deja San Lázaro para trasladarse a Bucareli, donde será subsecretario de Gobierno en la Secretaría de Gobernación. Reemplaza a Gerónimo Gutiérrez cuya borrosa presencia allí duró apenas un año.
Nacido en Villa Flores, Chiapas, el 10 de octubre de 1977, Gil Zuarth es abogado y doctor en derecho público. Comenzó su carrera como secretario técnico de la mesa directiva de la Cámara de donde ahora se marcha, cuando la encabezó, por primera vez en un periodo anual, Francisco José Paoli. Dos legislaturas después, en la LIX, sería asimismo secretario técnico de la Junta de coordinación política. Allegado a Germán Martínez, fue su coordinador de asesores en la Secretaría de la Función Pública y luego, cuando el michoacano fue enviado a encabezar el PAN, Gil Zuarth fue director jurídico del partido y su representante en el IFE (de cuyo consejo general había sido asesor). Fue colocado en el primer lugar de la lista de la tercera circunscripción para la elección federal del año pasado y a partir de septiembre se convirtió en uno de los diputados más activos y brillantes. Además de ser secretario de la Comisión de Hacienda, fue vicecoordinador de su bancada y usuario frecuente de la tribuna, donde era un adversario duro pero al mismo tiempo claro, lo que facilitaba los entendimientos que propició. Eso explica la universal complacencia provocada no por su retiro sino por la causa de su marcha, que es la nueva responsabilidad que se le ha asignado.
De varias maneras puede explicarse su colocación en Bucareli. El secretario Fernando Gómez Mont ha quedado en situación precaria después de firmar como testigo de honor un pacto que, junto con el texto expreso, contenía implicaciones y compromisos que Gómez Mont no pudo honrar. Se ha vuelto un interlocutor no muy confiable porque su modo de proceder lo lleva a suscribir obligaciones que otros han de practicar. Quedó además dañada su relación con el partido a que pertenece su familia y del que él no era miembro a la hora de renunciar a él. Esas circunstancias hacían necesario un refuerzo, y Gil Zuart es la figura apropiada para el efecto, por su capacidad de diálogo y su panismo acendrado, algo que su partido espera esté presente en esa secretaría.
Tendrá que abordar una agenda estancada. Además de contribuir con el secretario a la promoción de la reforma política, hará bien en retomar asuntos que Gutiérrez dejó pendientes. Por ejemplo, la mesa de conversación con los dirigentes del Sindicato Mexicano de Electricistas, donde se había formulado ya un temario que no se desarrolló, lo que ha acrecentado la tensión entre ese gremio y el gobierno federal, suscitado desde luego por la extinción de Luz y Fuerza pero agravado por las secuelas y los modos de encarar el problema político suscitado por aquella medida. Es de suponerse que también podría reactivar el trato con la Comisión de mediación con el EPR, cuya decisión de reintegrarse fue saludada por la secretaría de Gobernación el seis de enero sin que le siguiera ningún intento de reanudar la comunicación.
Lo ocurrido con esas conversaciones suspendidas es ejemplo de la abulia que caracterizó al subsecretario que se va. Después de dirigir la fundación Miguel Estrada Iturbide, que asesora a los grupos parlamentarios del PAN, Gerónimo Gutiérrez ingresó al gobierno de Fox a través de la secretaría de Economía. Cuando su titular Luis Ernesto Derbez se convirtió en canciller, hizo subsecretario para América del norte primero, y después para América Latina y el Caribe a Gutiérrez, que carecía de una formación especial en materia diplomática. También le faltaba entrenamiento para las funciones políticas de la subsecretaría a que Gómez Mont lo convocó en marzo pasado. El trato con Carlos Montemayor, vocero de la comisión mediadora, injustamente fallecido hace tres semanas es ilustrativo de su actitud general en el cargo que ahora abandona: lo ejerció con una mezcla de desidia y arrogancia.
El cargo de subsecretario de Gobierno, o como se llamara antes el que suple al secretario en sus ausencias, es de gran importancia. Muchos de sus titulares han pasado por allí para destinos aun más relevantes. No nos remontemos al caso de Luis Echeverría que fue subsecretario dos sexenios antes de ejercer el poder ejecutivo. Dos de las figuras sobresalientes en el mando priísta de hoy, Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones, ocuparon esa posición en los extremos del sexenio de Carlos Salinas. De allí partió el sonorense para ser gobernador de su estado. Después de la alternancia, la jerarquía del cargo quedó de manifiesto cuando el presidente Fox hizo subsecretario a Ramón Martín Huerta, que lo había sustituido en el gobierno de Guanajuato, y a quien nombró después secretario de Seguridad Pública, puesto que ocupaba a la hora de su deplorable fallecimiento. El secretario Santiago Creel llamó para sustituirlo al gobernador de Aguascalientes, Felipe González, que se mantuvo allí bajo Carlos Abascal y es hoy senador de la república. Francisco Ramírez Acuña, primer secretario en esta administración, designó a su paisano Abraham González Uyeda, quien permaneció en ese sitio con Juan Camilo Mouriño y sólo fue reemplazado por Gutiérrez cuando resolvió volver a Jalisco a hacer carrera local hacia la gubernatura, pasando por la legislatura estatal, a cuyo frente se halla ahora.
Gil Zuart, pues, tiene presente y futuro.— México, D.F.
karina_md2003@yahoo.com.mx ————— *) Periodista
Nacido en Villa Flores, Chiapas, el 10 de octubre de 1977, Gil Zuarth es abogado y doctor en derecho público. Comenzó su carrera como secretario técnico de la mesa directiva de la Cámara de donde ahora se marcha, cuando la encabezó, por primera vez en un periodo anual, Francisco José Paoli. Dos legislaturas después, en la LIX, sería asimismo secretario técnico de la Junta de coordinación política. Allegado a Germán Martínez, fue su coordinador de asesores en la Secretaría de la Función Pública y luego, cuando el michoacano fue enviado a encabezar el PAN, Gil Zuarth fue director jurídico del partido y su representante en el IFE (de cuyo consejo general había sido asesor). Fue colocado en el primer lugar de la lista de la tercera circunscripción para la elección federal del año pasado y a partir de septiembre se convirtió en uno de los diputados más activos y brillantes. Además de ser secretario de la Comisión de Hacienda, fue vicecoordinador de su bancada y usuario frecuente de la tribuna, donde era un adversario duro pero al mismo tiempo claro, lo que facilitaba los entendimientos que propició. Eso explica la universal complacencia provocada no por su retiro sino por la causa de su marcha, que es la nueva responsabilidad que se le ha asignado.
De varias maneras puede explicarse su colocación en Bucareli. El secretario Fernando Gómez Mont ha quedado en situación precaria después de firmar como testigo de honor un pacto que, junto con el texto expreso, contenía implicaciones y compromisos que Gómez Mont no pudo honrar. Se ha vuelto un interlocutor no muy confiable porque su modo de proceder lo lleva a suscribir obligaciones que otros han de practicar. Quedó además dañada su relación con el partido a que pertenece su familia y del que él no era miembro a la hora de renunciar a él. Esas circunstancias hacían necesario un refuerzo, y Gil Zuart es la figura apropiada para el efecto, por su capacidad de diálogo y su panismo acendrado, algo que su partido espera esté presente en esa secretaría.
Tendrá que abordar una agenda estancada. Además de contribuir con el secretario a la promoción de la reforma política, hará bien en retomar asuntos que Gutiérrez dejó pendientes. Por ejemplo, la mesa de conversación con los dirigentes del Sindicato Mexicano de Electricistas, donde se había formulado ya un temario que no se desarrolló, lo que ha acrecentado la tensión entre ese gremio y el gobierno federal, suscitado desde luego por la extinción de Luz y Fuerza pero agravado por las secuelas y los modos de encarar el problema político suscitado por aquella medida. Es de suponerse que también podría reactivar el trato con la Comisión de mediación con el EPR, cuya decisión de reintegrarse fue saludada por la secretaría de Gobernación el seis de enero sin que le siguiera ningún intento de reanudar la comunicación.
Lo ocurrido con esas conversaciones suspendidas es ejemplo de la abulia que caracterizó al subsecretario que se va. Después de dirigir la fundación Miguel Estrada Iturbide, que asesora a los grupos parlamentarios del PAN, Gerónimo Gutiérrez ingresó al gobierno de Fox a través de la secretaría de Economía. Cuando su titular Luis Ernesto Derbez se convirtió en canciller, hizo subsecretario para América del norte primero, y después para América Latina y el Caribe a Gutiérrez, que carecía de una formación especial en materia diplomática. También le faltaba entrenamiento para las funciones políticas de la subsecretaría a que Gómez Mont lo convocó en marzo pasado. El trato con Carlos Montemayor, vocero de la comisión mediadora, injustamente fallecido hace tres semanas es ilustrativo de su actitud general en el cargo que ahora abandona: lo ejerció con una mezcla de desidia y arrogancia.
El cargo de subsecretario de Gobierno, o como se llamara antes el que suple al secretario en sus ausencias, es de gran importancia. Muchos de sus titulares han pasado por allí para destinos aun más relevantes. No nos remontemos al caso de Luis Echeverría que fue subsecretario dos sexenios antes de ejercer el poder ejecutivo. Dos de las figuras sobresalientes en el mando priísta de hoy, Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones, ocuparon esa posición en los extremos del sexenio de Carlos Salinas. De allí partió el sonorense para ser gobernador de su estado. Después de la alternancia, la jerarquía del cargo quedó de manifiesto cuando el presidente Fox hizo subsecretario a Ramón Martín Huerta, que lo había sustituido en el gobierno de Guanajuato, y a quien nombró después secretario de Seguridad Pública, puesto que ocupaba a la hora de su deplorable fallecimiento. El secretario Santiago Creel llamó para sustituirlo al gobernador de Aguascalientes, Felipe González, que se mantuvo allí bajo Carlos Abascal y es hoy senador de la república. Francisco Ramírez Acuña, primer secretario en esta administración, designó a su paisano Abraham González Uyeda, quien permaneció en ese sitio con Juan Camilo Mouriño y sólo fue reemplazado por Gutiérrez cuando resolvió volver a Jalisco a hacer carrera local hacia la gubernatura, pasando por la legislatura estatal, a cuyo frente se halla ahora.
Gil Zuart, pues, tiene presente y futuro.— México, D.F.
karina_md2003@yahoo.com.mx ————— *) Periodista
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