12 abril 2010
El sexting surge de la fusión de la palabra sexo y el anglicismo texting (enviar mensajes por celular). En EU han encarcelado a menores de edad por enviarse videos de sexo explícito. Por su novedad existe una gran confusión sobre este fenómeno. Hay quienes consideran que en lugar de educar y reflexionar con niños y niñas hay que tratarles como delincuentes. Habría que hacer algunas acotaciones al respecto. Quien no ha cumplido 18 años es legalmente considerado menor de edad. Entre los 10 y 11 años se desarrolla el pensamiento lógico y se comienza a explorar el erotismo aún no ha madurado el cerebro para medir el peligro adecuadamente y es cuando más infantes aprenden a chatear. Antes de los 16 se precisan refuerzos para modular los riesgos y asumir la responsabilidad ética.
Una persona adulta que toma y comparte fotografías sexuales de menores de 18 años comete el delito de corrupción de menores y pornografía infantil. Pero un niño o niña que se autofotografíe no comete un delito. El primero cae en el ámbito de la justicia, el segundo en el educativo. Aunque este tema amerita un largo reportaje, dejamos aquí algunos datos fundamentales: 92% de los padres y madres no conocen el tipo de tecnología que obsequian o compran a sus infantes y los alcances y usos que estos pueden darles. El 100% de menores que fueron cooptadas o contactadas por pedófilos en internet dijeron que nadie les previno. Un pedófilo tarda entre tres y 10 minutos en lograr que un infante se desnude frente a la webcam.
Existen 420 millones de páginas pornográficas en internet. Los niños o adolescentes que navegan para ver desnudos bajo la palabra “sexo” tienen 95% de probabilidad de encontrarse con una escena gratuita de pornografía violenta con penetración explícita. La industria porno produce 10 mil millones de dólares anuales, busca nuevos clientes y le da lo mismo que tengan 10 o 50 años. Un menor de 18 años que tiene acceso a internet en su teléfono móvil tiene 70% más probabilidades de ver pornografía. La gran mayoría de personas no hablan sana y abiertamente sobre sexo con sus hijos e hijas y prácticamente nadie habla de pornografía y su impacto nocivo sobre la concepción del erotismo y la violencia. Miles de fotos circulan en la red sin la aprobación de las adolescentes.
Todo parece indicar que hay dos opciones. La primera sería que las personas adultas abdiquen de todo compromiso educativo y se asuman víctimas de la tecnología, que responsabilicen a las y los menores de todo lo que hacen sin haberles dado herramientas para comprender los hechos y su responsabilidad en ellos. La segunda es crear una sociedad proactiva, hacer estrategias para enfrentar las nuevas realidades y prepararse para contrarrestarlas. Campañas escolares para que niñas y niños aprendan a defender su intimidad y exijan que otros y otras la respeten. Explicar a los mayores de 16 años que si filman y circulan videos y fotos de sexo explícito podrían ser arrestados. Involucrar a niñas y niños en campañas contra la trata y explotación sexual comercial, que aprendan que lo que comienza como un juego puede terminar en pesadilla. Hablar de sexualidad sana y abiertamente y enseñar a niños y niñas a hacerse dueñas y no esclavas de su sexualidad. Normalizar el sexting es abrir la puerta a la pornografía involuntaria, el reto consiste en erradicarlo con educación que lo evidencie y no con castigos que lo conviertan en deseo prohibido.
Una persona adulta que toma y comparte fotografías sexuales de menores de 18 años comete el delito de corrupción de menores y pornografía infantil. Pero un niño o niña que se autofotografíe no comete un delito. El primero cae en el ámbito de la justicia, el segundo en el educativo. Aunque este tema amerita un largo reportaje, dejamos aquí algunos datos fundamentales: 92% de los padres y madres no conocen el tipo de tecnología que obsequian o compran a sus infantes y los alcances y usos que estos pueden darles. El 100% de menores que fueron cooptadas o contactadas por pedófilos en internet dijeron que nadie les previno. Un pedófilo tarda entre tres y 10 minutos en lograr que un infante se desnude frente a la webcam.
Existen 420 millones de páginas pornográficas en internet. Los niños o adolescentes que navegan para ver desnudos bajo la palabra “sexo” tienen 95% de probabilidad de encontrarse con una escena gratuita de pornografía violenta con penetración explícita. La industria porno produce 10 mil millones de dólares anuales, busca nuevos clientes y le da lo mismo que tengan 10 o 50 años. Un menor de 18 años que tiene acceso a internet en su teléfono móvil tiene 70% más probabilidades de ver pornografía. La gran mayoría de personas no hablan sana y abiertamente sobre sexo con sus hijos e hijas y prácticamente nadie habla de pornografía y su impacto nocivo sobre la concepción del erotismo y la violencia. Miles de fotos circulan en la red sin la aprobación de las adolescentes.
Todo parece indicar que hay dos opciones. La primera sería que las personas adultas abdiquen de todo compromiso educativo y se asuman víctimas de la tecnología, que responsabilicen a las y los menores de todo lo que hacen sin haberles dado herramientas para comprender los hechos y su responsabilidad en ellos. La segunda es crear una sociedad proactiva, hacer estrategias para enfrentar las nuevas realidades y prepararse para contrarrestarlas. Campañas escolares para que niñas y niños aprendan a defender su intimidad y exijan que otros y otras la respeten. Explicar a los mayores de 16 años que si filman y circulan videos y fotos de sexo explícito podrían ser arrestados. Involucrar a niñas y niños en campañas contra la trata y explotación sexual comercial, que aprendan que lo que comienza como un juego puede terminar en pesadilla. Hablar de sexualidad sana y abiertamente y enseñar a niños y niñas a hacerse dueñas y no esclavas de su sexualidad. Normalizar el sexting es abrir la puerta a la pornografía involuntaria, el reto consiste en erradicarlo con educación que lo evidencie y no con castigos que lo conviertan en deseo prohibido.
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