Año 8, número 3346
Martes 11, mayo del año 2010
En México, según el último censo nacional, hay 28 millones 700 madres, aproximadamente, pero éstas mujeres que Gustavo Díaz Ordaz calificó de “mantenedoras del fuego sagrado de la patria” prefieren acceder al mercado laboral.
Y no sólo eso: las millones de mujeres adultas jóvenes –casi 20 millones, según el mismo censo aquí citado— no es su prioridad para realizarse tener un embarazo, dar a luz y criar hijos. Prefieren ejercer una profesión u ocuparse en un empleo.
Ello nos indica que el llamado “bono demográfico” de México se está agotando, lo cual implicará que la población se estabilizará y no crecerá al ritmo que ha crecido en los últimos 50 años. En ese lapso, dicho crecimiento fue explosivo.
Y hoy, con unos 110 millones de habitantes –según estimaciones que el censo a realizarse en unas semanas podrá confirmar--, la población de nuestro país alcanzará un altiplano y de allí en adelante su crecimiento será lento y no tan espectacular.
Esto nos indica que la perspectiva de la maternidad (anteayer se celebró por 88 años consecutivos el Día de las Madres) ha sufrido modificaciones en México. La mujer mexicana no piensa ya que su realización personal es mediante la maternidad.
Según estadísticas gubernamentales, sólo 59.6 de cada mil mujeres de 15 a 19 años de edad darán a luz en el transcurso del año que corre. Ser madre es para la mujer mexicana una prioridad que ha pasado a segundo término de importancia.
En conversación con la doctora Jael Andrade, presidenta del Instituto de Investigación en Psicología Clínica y Social, del Distrito Federal, nos dice: “La cita de la mujer mexicana con la naturaleza ha sido pospuesta, si no es que cancelada”.
También nos dijo que al quitarse la mujer el yugo histórico social, cultural y económico y hasta político y religioso que tuvo durante miles de años, se ha dado cuenta de que en la vida no todo es maternidad.
“Al estar a la par del hombre se redefinió el paradigma que teníamos de la mujer-madre”, afirma la doctora Andrade. “Ahora una mujer puede ser todo, menos eso porque no le importa en lo más mínimo procrear”, agregó.
La doctora Andrade señaló: “Hoy, la mujer estudia o trabaja desde joven y tiene éxitos laborales y es altamente competitiva. Puede incluso tener diversas parejas a lo largo de su vida y no buscar el matrimonio convencional…
“En lo personal la mujer mexicana se siente tan satisfecha que la maternidad le parece algo lejano y ajeno a su contexto y, por lo mismo, improbable… Hemos detectado que un segmento importante de mujeres sienten fobia a la maternidad”.
Ésta tendencia tiene una miríada de causas, pero fueren cuales fueren éstas lo cierto es que el fenómeno no sólo se manifiesta en México, sino principalmente en Europa, Japón, Norcorea, Estados Unidos, Canadá y Australia.
En España, por ejemplo, el crecimiento demográfico es tan bajo que al poder político del Estado Español le preocupa que las españolas no quieran tener hijos. Son las mujeres inmigradas las que contribuyen al acrecer poblacional.
En México, el grueso del crecimiento demográfico tiene su origen en los estratos societales más marginados o en las zonas rurales y semi-campiranas del país, siendo el factor decisorio el del bajo grado de escolaridad de mujeres y varones.
El tema, empero, no es uno que se esté ventilando públicamente, pero es de suponerse que en los años venideros se hablará en voz cada vez más alta acerca de las implicaciones económicas, sociales y políticas del fenómeno.
Este fenómeno tiene un macrocontexto contrastante: la población del planeta será de casi diez mil millones en 2050, lo que representa un desafío a la supervivencia misma de ese todo demográfico y a los recursos del planeta.
Del total de habitantes de la Tierra –unos siete mil millones aproximadamente--, más de mil padecen hambre, otros dos mil sufren desnutrición y otros dos mil 500 carecen de de servicios básicos de salud. La pobreza afecta al 70 por ciento de la población.
Por añadidura, el planeta ha sido tan dañado por ese crecimiento demográfico que su vera existencia corre peligro. El cambio climático es consecuencia directa del éxito reproductivo de la especie humana, en detrimento de las demás especies.
Empero, el decrecimiento en la maternidad y la salud cada vez más precaria del planeta no tiene un correlato moral, pues no adviértese la existencia de una dialéctica de causa y efecto. Pero es predecible que los gobiernos promoverán ese correlato.
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