viernes, junio 11, 2010

Columna Asimetrías ¿Lo Sabrán Carmen y Denisse?




11 junio 2010
“El poder político ha contaminado incluso a la universidad pública”.

Joaquín Seco Vallecillos.

I

La Universidad Veracruzana –“Arte, ciencia, luz, lis de Veracruz”— está, al igual que no pocas instituciones de su tipo en México, inserta o al menos no es ajena al poder político en cada uno de los 31 Estados Unidos Mexicanos y el Distrito Federal.

El año pasado, la UV, cuyo rector es cierto académico de presunta víscera suelta e incontrolado lenguaje bífido de nombre Raúl Arias Lovillo, se hizo ungidor fáctico de honores de la UV a hombres y mujeres de pro de la difusión periodística en México.
Así, don Raúl –quien como rector se ha adherido al tramposo y tartufo modus operandi de los políticos de modus vivendi, de inconfiable laya— rinde honores a los campeadores de la difusión periodística que lo merecen. Pero sus móviles son dudosos

En 2009, don Raúl logró –o por lo menos implicó su aval o “visto bueno” para ofrecerle un reconocimiento académico a Helio Flores, celebrado caricaturista y artista plástico, quien ciertamente merece muchos honores más.
Los motivos son de evidente obvención crematística del citado rector. No son los motivos propios inspirados en el ánimo sincero y honesto de otorgarle honores a quienes indiscutiblemente honores merecen, sino como inversión política personal.
¿Por qué? Por lo que al parecer lo que motiva a éste educador –a quien se le supondría por lo mismo poseer una vena tolerante y despojada de capillismos sectarios— es el lucro político personal que oculta o mariza lo que no es, un individuo corto de miras.

II

Corto de miras, limitadas precisamente por su inclinación a dejarse llevar por rencores y ánimos de venganzas personales. A don Raúl, que pudo haber sido un individuo de trascendencia, se desempeña en la franja estrecha de sus obnubilaciones.

Obnubilado está éste personaje, poseído, a todas luces –en política lo que parece es, decía Jesús Reyes Heroles— de un frenesí caprichosamente vengativo, lo cual nos lleva en periplo a don Helio, ameritadísimo cronista y veedor crítico del presente político.

Los honores rendidos a don Helio por la UV tuvieron un marco ominoso y un telón de fondo aun más execrable, pues coincidió, en ese vero día, con el cese fulminante de Julio Ricardo Blanchet Cruz como comentarista de Radio UV, en Xalapa.

El cese de don Julio Ricardo –cuyo programa cotidiano, al mediodía, “Opiniones y Comentarios”, era el de m ayor “rating” en RUV—fue ordenado directamente por el rector Arias. ¿Motivo? Se lo exigió el obispo Sergio Obeso.

¿Y qué molestó tanto a don Sergio, hombre, presumiríase, recipiendario de las bondades de la tolerancia y la justicia que preconiza el cristianismo, como para exigirle a don Raúl que cesase perentoriamente, en el caso, al comunicador Blanchet Cruz?

Para empezar, don Julio Ricardo es un laico, de modo que no está sujeto a los constreñimientos inquisidores tal como los aplica el señor Obeso y sus opiniones se formulan en el marco de lo constitucional para comentar asuntos de la iglesia.

III

Y los comentarios del señor Blanchet estaban, por un lado, situados en el contexto histórico y actual apropiados, de conocimiento público; por otro, sus opiniones podían adjetivarse como “muy críticas” del señor Obeso y la iglesia.

Don Raúl atendió la exigencia del obispo –que nada tiene que hacer en una universidad pública en un Estado sin religión oficial-- y cesó sin explicación alguna al colega Blanchet; además le quedó debiendo salarios que RUV no le pagó en nueve años.

Don Julio Ricardo acudió a la ley laboral, la cual, aplicada en el caso específico por la instancia de conciliación y arbitraje, se tradujo en que la UV tiene que pagarle al cesado no sólo lo que le debe, sino también salarios caídos y reinstalarlo.

El rector se niega y afirma que no acatará el laudo correspondiente porque así lo quiere –no más por que sí--, lo que sitúa al suso educador (se duda que educa bien) en esa franja entre la razón y lo irracional. La educación superior en manos de un niño.

Es más, el rector, montado como “surfer” en una cresta de berrinche infantil, jáctase de que mientras él ocupe la rectoría la UV no acatará el laudo y fue más allá: ante el gobernador acusó de “cochupo” al presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje.

La vengatividad del rector es el marco de la entrega, hace días, de reconocimientos académicos de la UV a Carmen Aristegui y Denisse Dresser, celebres y diríase también celebradas personajes icónicos de la difusión periodística de contextos e ideas.

La renuencia activa de don Raúl a rectificar actos de censura, represalias y venganzas en agravio de particulares como el señor Blanchet por opinar acerca de la iglesia católica agravia a la propia UV, a la comunidad universitaria y a la sociedad.

Agravian a los propios personajes a quienes la UV otorga honores, como el señor Flores en 2009 y, en éste 2010, a las señoras Aristegui y Dresser, ambas de incuestionados méritos, usadas por el rector para sus fines de enmascarar su sinrazón.

ffponte@gmail.com

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