Por José Alberto Villasana*
La sociedad mexicana se ha quedado estupefacta ante el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, del 31 de mayo de 2010, acerca de la competencia entre la esfera estatal y la federal.
En un lapso de tan solo dos años, la Corte emitió dos sentencias diametralmente opuestas basándose en el mismo criterio.
En agosto de 2008, la Corte falló que un congreso local es soberano para despenalizar o no conductas (como hizo la Asamblea del Distrito Federal al despenalizar el aborto hasta después de 12 semanas de concepción), independientemente de lo que señale la legislación federal. Y en mayo de 2010, la misma Corte sentenció que una norma técnica federal (de mucho menor rango que una Ley federal, como es el caso de la NOM 046 de la Secretaría de Salud, impugnada en este caso por el Estado de Jalisco) sí está por encima de un congreso estatal. ¡Qué precedente y qué vergüenza nos han acarreado a nivel internacional!
En este sentido, el ministro presidente, Guillermo Ortiz Mayagoitia, merece un monumento a la incongruencia, pues varias veces se le hizo ver que su argumentación era contradictoria respecto al criterio que siguió la Corte en 2008. No obstante, Ortiz invocó “convicciones personales”, y no atendió la argumentación técnica que obligaba a ser consecuentes con el principio invocado dos años antes.
Y algo más grave. Cuando se le hizo ver que el contenido del recurso (presentado en esta ocasión por el Estado de Jalisco) excedía la esfera de competencia de la Corte, por lo cual se debía solicitar un reporte científico (para determinar si la píldora prescrita por la NOM 046 es abortiva o no y, por tanto, posiblemente contraria a la Constitución), Ortiz y sus negligentes cómplices simplemente decidieron no querer indagar a ese respecto.
Más aún, cuando a su pobre y deformada conciencia le llegó la duda, Ortiz Mayagoitia adujo que como ya es un uso en los hospitales de Jalisco proporcionar la píldora en caso de violación, entonces en realidad no importa si es abortiva o no. ¡Felicidades, señor ministro, usos y costumbres por encima de la Constitución! Ya puede usted renunciar, su trabajo es totalmente fútil e innecesario.
Esto nos ha llevado a los mexicanos a constatar que tenemos una Corte patito que se deja llevar con criterios ideológicos, y que no se ciñe a lo que debería ser su función como órgano que salvaguarda el bien superior de la Nación y de la Constitución.
¿Por qué señor Ortiz (y ministros cómplices) sí aprobar que la Asamblea del Distrito Federal es competente para autorizar el aborto, en contra de la legislación federal, y en cambio no aprobar que el Congreso de Jalisco pueda rehusarse a suministrar una píldora (que según los estudios médicos tiene un 33% de probabilidades de ser abortiva) bajo la imposición de una norma federal de mucho menor rango? Una norma que, por cierto, caducó en 2009. ¿Por qué intereses inconfesables se han dejado ustedes presionar, aparte de la alta comisionada de la ONU?
Su imparcialidad y falta de ética han quedado manifiestas. La única honrosa excepción es la del ministro Aguirre Anguiano, cuya integridad, coherencia y lógica rigurosa han quedado patentes en medio de la incongruencia y podredumbre moral de sus compañeros.
Los mexicanos estamos profundamente decepcionados de ustedes. No esperábamos que la corrupción también estuviera anidada en esa institución.
* Integrante de CACM. Tres veces premio nacional de periodismo. Miembro del Club de Periodistas de México.
--“En el Consejo de Analistas Católicos de México (CACM), brindamos información publicable y aplicable”--
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