sábado, junio 19, 2010
¡QUÉ ATREVIMIENTO, FELIPE!
BAJO ESE TÍTULO, la lectora sonorense Rosa María O’Leary Franco circula por estos sudafricanos días un documento que hoy me gustaría compartir con usted: “¡Cómo se te ocurre entregar un reconocimiento a Mandela!, ¿sabes quién es?, es un hombre al que no tienes derecho a mirar a los ojos, un hombre que entregó 25 años de su libertad por su pueblo, un hombre reconocido mundialmente por su valor, dignidad, amor a su nación…
“¿Cómo se te ocurre Felipe?, ¿quién eres tú para entregarle un reconocimiento en nombre de México?...
“Todos o casi todos los mexicanos admiramos, respetamos y quisiéramos un Mandela en nuestro país, por eso no tienes derecho TÚ a ir en nuestro nombre a estar frente a un hombre de ese tamaño…
“Tú que estás llevando a cabo la obra de tus antecesores de terminar de saquear el país, hundiendo al México en una pobreza extrema, de entregar nuestros recursos naturales, de entregarlo a los explotadores, de dejar a miles de obreros sin trabajo bajo el pretexto de terminar con la corrupción, para entregarlo a los verdaderos corruptos, tus socios, parientes o amigos…
“Tú que te escudas en un Napoleón Gómez Urrutia para golpear a los mineros, sitiar la cuna de la Revolución bajo el pretexto de que el líder minero es un corrupto, tu boca sangra como la de Lozano Alarcón y Gómez Mont…
“Tú que no has hecho nada que no sea presionar a las autoridades correspondientes para que la ley se aplique a favor de tus parientes, amigos o socios en el caso de nuestros niños acaecidos en la guardería ABC, y no hacer nada por los que sobrevivieron, un crimen que no debió suceder y que ocurrió por la cadena de corrupción de la que formas parte, ya que cobardemente obedeces a quienes te dictan las políticas económicas, Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional, bajo esos apelativos se conoce a tus amos.
“¿Cómo te atreves siquiera a pensar, Felipe, en estrechar la mano de ese hombre, manos que solo han servido para acariciar a su pueblo?
“¿Cómo osas mencionar su nombre, tú cuya voz solo ha servido para dar órdenes y reprimir, entre otras cosas van más de 20 000 muertos en tu famosa guerrita para quedar bien con los gringos, no con el pueblo de Estados Unidos, esa parte que los quiere y apoya, sino con esos que matan y desprecian a tu pueblo mientras los explotan, a esos mexicanos que han tenido que irse por que todos los que son como tú los han obligado.
“No sé si el destino te pare frente a Mandela, deseo firmemente que no, espero que no le hagas pasar ese mal rato, porque sé, estoy segura que él te desprecia, pero la diplomacia le impedirá escupirte…
“Lo que es peor a lo mejor hasta tiene que decirte palabras amables.
“¡Qué atrevimiento, Felipe!”
Y no, Rosa María, el destino al que tú invocas no tenía deparado el encuentro de Calderón con Mandela.
El lamentable accidente automovilístico que cobró la vida de una de las bisnietas del padre de la nación sudafricana impidió que Nelson Mandela estuviese presente en la inauguración del campeonato mundial de futbol y, con más razón, en la ceremonia que improvisadamente se había preparado para justificar la presencia del ocupante de Los Pinos en el primero de los partidos del mismo.
¡Qué mala suerte, Felipe!
¡De lo que se salvó Mandela!
Índice Flamígero: La indispensable opinión del psicoanalista social José Antonio Lara Peinado sobre el tema de moda: “Muchos seres humanos ante la infelicidad, el desempleo, la crisis, la muerte, etc., buscan a toda costa narcotizar los sentimientos y pulsiones de odio despertadas por estas circunstancias. Así, el neoliberalismo y la clase política ávidos de control social utilizan el fútbol como catalizador de esos impulsos. Las vestimentas de los aficionados, sus disfraces, su algarabía llevada al extremo del ridículo, bien muestra el estado delirante del aficionado que, al ver un partido de su equipo preferido, canaliza su frustración en actitudes y disfraces delirantes que muestran en el fondo su inconsciente. Por ejemplo, el aficionado mexicano con la máscara de El Santo, los sombreros revolucionarios, los penachos, y las pelucas multicolores, representa un pasado y una historia llevada al choteo. El sombrerote usado por aficionados sólo deja ver la profunda inseguridad que sienten debajo de un sombrero que obviamente les queda grande. Al mexicano le imponen el fútbol como vía de control y de catalizador de sus pulsiones de vida y de muerte, muchos mexicanos ilusoriamente están pendientes del fútbol más que de sus hijos, albergan esperanzas, ¡sus esperanzas!, de que, si gana la Selección ellos también ganan, puesto que nunca han ganado nada. Por eso hablan de ‘nuestra’ selección o de que ‘todos somos México’. Quieren inconscientemente pertenecer a una selección a la que poco le importa lo que en realidad pasa en el país. Basta escuchar a los jugadores y darse cuenta que tienen una profunda ignorancia de lo que es su país y de los problemas que está atravesando. Basta escuchar a su entrenador para percatarse de que, para ellos, lo que importa es la buena onda y el dinero, mientras los aficionados y miles de mexicanos son para ellos una simple porra, en donde los sombrerotes, la máscara del luchador, los penachos, las pelucas y la pintura en la cara, se convierten en un simple circo que adorna las tribunas y las casas de mexicanos que, narcotizados, se levantarán mañana con la cruda de la infelicidad al percatarse que, aunque gane la Selección, su vida y el país se están rompiendo en pedazos.”
http://www.indicepolitico.com/ / pacorodriguez@journalist.com
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