Por Lydia Cacho
16 agosto 2010
Todos los días miles de madres y padres sospechan o descubren que sus adolescentes ya tienen relaciones sexuales; no importa cuán liberal o conservadora sea la familia, nadie queda indiferente al saber que su hija de 15 años sostiene relaciones sexuales o que su hijo de 16 ha tenido varias parejas íntimas.
Casi el 50% de jóvenes de entre 14 y 18 años tiene una vida sexual activa o está a punto de comenzarla mientras usted lee estas líneas. ¿Qué hacemos ante este descubrimiento? Algunos lo celebran, otros castigan y humillan, otras familias quieren creer que si sus hijas se comportan como adultas deberán hacerse responsables de su vida sexual, otras de plano les mandan a un internado (donde seguirán teniendo sexo pero con más riesgo y tabúes). Podemos moralizar y escandalizarnos o buscar la manera de acompañarles en esta nueva etapa de una manera segura.
Lo cierto es que hay mucho que hacer frente a esta comunidad adolescente hipersexualizada, heredera de una gran carga de basura cultural que confunde el coito con la pasión, el sexo con el erotismo, la pornografía por internet con educación sexual, y la apropiación con el amor. Está circulando en México un libro denominado Mi hijo adolescente ya tiene sexo, ¿ahora qué hago? (Ed. Aguilar). Es una guía para enseñarnos a acompañar a las personas adolescentes a tomar decisiones más seguras, sensibles y confiables respecto a su vida sexual. Las autoras Maureen E. Lyon, una notable y experimentada sicóloga, y Christina Breda, experta en temas de salud, nos llevan de la mano para entender nuestros propios prejuicios y expectativas y la inutilidad del chantaje y las mentiras que las personas adultas usualmente dicen a sus hijos para intentar sabotear el ejercicio de la sexualidad. Nos dan técnicas precisas para lograr que la o el adolescente vea a sus padres como una fuente de apoyo y consejo y no como enemigo.
Las autoras, utilizando casos reales y soluciones efectivas, muestran la sexualidad como un tema integral relacionado con la cultura popular, el desarrollo sicosocial y de la autoestima, la violencia, la necesidad de afecto y aceptación, el sentido natural de búsqueda y exploración, pero también con el uso de drogas y alcohol y de conductas riesgosas. Nos ayudan a hablar sobre el embarazo adolescente y a tomar decisiones en familia que beneficien a nuestras hijas e hijos más que a nuestros miedos. Aportan datos confiables sobre la inefectividad de los programas de abstinencia sexual, así como sobre la importancia de comprender el descubrimiento del lesbianismo u homosexualidad de nuestra hija o hijo, cuando es el caso.
Ya contamos con suficientes diagnósticos sobre la pobre salud erótico sexual de las personas adultas en México, sobre los abusos, las violaciones, el aumento en el contagio de VIH-sida y papiloma. Conocemos la incapacidad que hemos tenido como sociedad para desarrollar nuevas formas de amor más sano, respetuoso y equitativo en que la juventud tenga una voz reconocida. Este libro sin duda nos ayudará a encontrar soluciones, pero sobre todo nos recuerda que no podemos exigir a la juventud que actúe responsablemente cuando las personas adultas renunciamos a la tarea de darles una educación.
Casi el 50% de jóvenes de entre 14 y 18 años tiene una vida sexual activa o está a punto de comenzarla mientras usted lee estas líneas. ¿Qué hacemos ante este descubrimiento? Algunos lo celebran, otros castigan y humillan, otras familias quieren creer que si sus hijas se comportan como adultas deberán hacerse responsables de su vida sexual, otras de plano les mandan a un internado (donde seguirán teniendo sexo pero con más riesgo y tabúes). Podemos moralizar y escandalizarnos o buscar la manera de acompañarles en esta nueva etapa de una manera segura.
Lo cierto es que hay mucho que hacer frente a esta comunidad adolescente hipersexualizada, heredera de una gran carga de basura cultural que confunde el coito con la pasión, el sexo con el erotismo, la pornografía por internet con educación sexual, y la apropiación con el amor. Está circulando en México un libro denominado Mi hijo adolescente ya tiene sexo, ¿ahora qué hago? (Ed. Aguilar). Es una guía para enseñarnos a acompañar a las personas adolescentes a tomar decisiones más seguras, sensibles y confiables respecto a su vida sexual. Las autoras Maureen E. Lyon, una notable y experimentada sicóloga, y Christina Breda, experta en temas de salud, nos llevan de la mano para entender nuestros propios prejuicios y expectativas y la inutilidad del chantaje y las mentiras que las personas adultas usualmente dicen a sus hijos para intentar sabotear el ejercicio de la sexualidad. Nos dan técnicas precisas para lograr que la o el adolescente vea a sus padres como una fuente de apoyo y consejo y no como enemigo.
Las autoras, utilizando casos reales y soluciones efectivas, muestran la sexualidad como un tema integral relacionado con la cultura popular, el desarrollo sicosocial y de la autoestima, la violencia, la necesidad de afecto y aceptación, el sentido natural de búsqueda y exploración, pero también con el uso de drogas y alcohol y de conductas riesgosas. Nos ayudan a hablar sobre el embarazo adolescente y a tomar decisiones en familia que beneficien a nuestras hijas e hijos más que a nuestros miedos. Aportan datos confiables sobre la inefectividad de los programas de abstinencia sexual, así como sobre la importancia de comprender el descubrimiento del lesbianismo u homosexualidad de nuestra hija o hijo, cuando es el caso.
Ya contamos con suficientes diagnósticos sobre la pobre salud erótico sexual de las personas adultas en México, sobre los abusos, las violaciones, el aumento en el contagio de VIH-sida y papiloma. Conocemos la incapacidad que hemos tenido como sociedad para desarrollar nuevas formas de amor más sano, respetuoso y equitativo en que la juventud tenga una voz reconocida. Este libro sin duda nos ayudará a encontrar soluciones, pero sobre todo nos recuerda que no podemos exigir a la juventud que actúe responsablemente cuando las personas adultas renunciamos a la tarea de darles una educación.
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