viernes, diciembre 31, 2010

El caos y la confusión

Barómetro Internacional
Miguel Guaglianone

La posmodernidad parece dar para todo. La falta de un sistema de valores de referencia es uno de los síntomas más importantes de la crisis de nuestra cultura. Si a esto agregamos que nuestro sistema-mundo parece encontrarse en un estado que la ciencia denomina “caótico”, en el cual la mínima alteración de alguna de sus variables en condiciones iniciales puede provocar cambios radicales en todo el sistema (el efecto mariposa) -volviéndolo por definición impredecible en esos momentos- la labor de aquellos que intentamos generar modelos de interpretación que nos ayuden a manejar la realidad cotidiana se convierte en una difícil tarea. La complejidad del sistema, sumada a la falta de parámetros básicos hace -más que en otros momentos de la historia- que la comprensión se pueda volver borrosa y no consensual. Pero a pesar de todo, existen momentos en que esta situación llega a extremos que parecen internarse en el surrealismo. La última publicación de documentos realizada por la organización Wikileaks ha desatado unas tormentas tempestuosas a lo largo y ancho del mundo. Las dos primeras publicaciones de esta organización parecieron molestar mucho a las derechas y complacer a los sectores progresistas y de izquierda. La primera revelación tuvo como contenido estrella un video tomado por los propios militares estadounidenses que desde un helicóptero asesinaban impunemente en Irak a civiles no beligerantes (entre ellos dos periodistas de la Agencia Reuters) burlándose y disfrutando de ello, y la segunda hizo públicas comunicaciones militares de las guerras de Irak y Afganistán que dejaban al descubierto violaciones de derechos humanos, matanzas, torturas, el papel de las tropas mercenarias (contratistas) y otras monstruosidades.
Pero cuando esta misma gente hace públicas unas doscientas cincuenta mil comunicaciones enviadas por el cuerpo diplomático de ese país al Departamento de Estado, se provocan reacciones de todo tipo, incluyendo muchas que consideramos como destempladas.
En este caso no nos importan mucho las manifestaciones del lado hegemónico, como las de la Secretaria de Estado Hillary Clinton condenando y declarando delito internacional la publicación de estos documentos, ni la indignación o descalificación que se ha reflejado en las declaraciones -no sólo de funcionarios de ese gobierno- sino también de otros países aliados, o aquellas otras como la cínica declaración de un alto vocero del Pentágono que dijo que no importaba si la imagen norteamericana se vería afectada, ya que los países y grupos tratan con Estados Unidos no por su imagen, sino porque no tienen otro remedio, por ser la única gran potencia existente.
Las que sí nos importan y queremos analizar aquí, son algunas opiniones de gente u organizaciones que están como nosotros en la oposición y lucha frente al imperialismo y a la hegemonía, y que han reaccionado con ésta última publicación de una manera que entendemos por lo menos como desconcertante.
El gobierno iraní atacó frontalmente la publicación de estos documentos, acusando a Wikileaks de ser un instrumento del Departamento de Estado y sus campañas mediáticas. Pero lo más preocupante desde nuestro punto de vista ha sido la actitud de algunos analistas políticos que consideramos serios y acertados, y aún de muchos ciudadanos bien intencionados, que descalifican completamente y con vehemencia estas publicaciones, y que en un amplio espectro acusan ahora a Wikileaks y a su representante Julian Assange desde ser un fraude, hasta ser voceros de la CIA o el Mossad. Aún gente tan seria y respetable como James Petras, comparte en alguna medida el criterio de duda respecto a Wikileaks, que curiosamente, aparece sobre todo a partir de esta última publicación.
Esto nos desconcierta totalmente, hemos tratado de reseñar para realizar este análisis la mayor cantidad posible de este tipo de opiniones, así como la mayor información a nuestro alcance sobre Wikileaks y sus publicaciones, ya que no terminamos de entender -lo repetimos- como se produce repentinamente desde nuestro lado, una reacción así.
Lo que hemos podido percibir es que aparece a partir de dos factores, primero por el contenido de los documentos hechos públicos y segundo por la forma en que esta vez lo han sido, ya que a diferencia de las dos publicaciones anteriores estos documentos no fueron revelados en la Internet, sino que fueron proporcionados a cinco grandes medios de comunicación corporativos, voceros normalmente de los grandes intereses del capital mundial.
Respecto al contenido, la mayor parte de la argumentación descalificadora parte de que algunos de ellos “benefician” a los Estados Unidos y sus aliados. En ese orden estarían por ejemplo (y explicaría la reacción del gobierno iraní) aquellos informes que hablan de la preocupación de los países árabes (sobre todo de Arabia Saudita) con respecto al peligro potencial de Irán.
Lo que aparentemente nadie ha tenido en cuenta, es que en esta ocasión los informes proporcionados no constituyen partes de guerra ni informaciones, sino apreciaciones de los distintos embajadores en diferentes lugares del mundo, generalmente tomadas de la prensa local. Que estas apreciaciones son totalmente sesgadas y no son acordes con la realidad queda bien claro, si nos remitimos al artículo de Eva Golinger[i] en el cual analiza los documentos publicados, generados por embajadores norteamericanos en Venezuela, y allí muestra con absoluta precisión, como estos documentos estuvieron basados exclusivamente en material proporcionado por publicaciones de los medios de oposición, constituyendo entonces una visión absolutamente parcial y arbitraria de la realidad de la sociedad venezolana. Esa misma visión absolutamente sesgada y prejuicial es la que en general la diplomacia norteamericana ha utilizado en estos documentos, y no tiene mayor validez como realidad. Hace tiempo que sabemos que la visión de los EE.UU. respecto al resto del mundo responde a lo que en lógica se llama “petición de principio” que invalida el razonamiento, cuando se intenta demostrar algo partiendo de un juicio previo que ya lo consideraba demostrado. El contenido entonces no es información que “beneficia” a los EE.UU. ya que está constituido por apreciaciones muy subjetivas de su cuerpo diplomático. Tampoco sería un argumento muy válido decir que aunque no sea verdadero puede ser utilizado para crear matrices de opinión, ya que los grandes medios corporativos crean estas matrices de acuerdo a sus intereses corporativos, exista o no un material que las avale, se han convertido en especialistas del principio goebeliano de repetir la mentira hasta que se convierte en verdad.
Se habla también para descalificar el contenido, de que todo lo que allí se dice ya es conocido por aquellos que nos oponemos al imperio. Pero, como dice el periodista Eleazar Díaz Rangel[ii], “poco sorprende su contenido, ni las prácticas de espionaje de las embajadas de EE.UU., lo que sorprende es que en esta magnitud hubiesen trascendido.” Lo importante en este caso no es la novedad, sino que se haga del dominio público en este volumen.
Otros argumentos utilizados me parecen muy banales, como que en los documentos no se habla de temas importantes, como los ataques con drones, o la manera como se prepara la desestabilización en algunos países. Mi pregunta es ¿Será que alguien espera que Wikileaks sea capaz de denunciar todos los problemas mundiales que implican injerencia norteamericana? Se ha dicho también que Wikileaks no está funcionando en esta ocasión como un ataque frontal al imperio. ¿Es que alguna vez alguien pensó que esta página Web y esta organización eran una fuerza revolucionaria? Nunca han pasado de ser un grupo de liberales, que creen en los principios fundadores de los Estados Unidos y que intentan denunciar la hipocresía de ese Estado y sus clases dominantes. Y aún las organizaciones revolucionarias en ocasiones producen acciones que no generan resultados visibles a su lucha.
En definitiva, parece ser que la descalificación partiera en lo que respecta a los contenidos, de que en esta ocasión ellos no han complacido las expectativas generadas por quienes hoy los descalifican.
En lo que respecta a la forma de publicación, reconozco que no me produce mucha simpatía que esta vez quienes difundan (y filtren de acuerdo a sus intereses) los documentos sean grandes medios corporativos. Sin embargo creo que sería importante tener en cuenta la feroz persecución que a nivel global se ha desatado contra esta organización y su representante visible. El Pentágono, El Departamento de Estado, las Agencias de Seguridad norteamericanas, el Buró de Seguridad Pública de China, la Cientología, las Iglesias Católica y Mormona, el más grande de los bancos suizos y compañías rusas, han sido algunas de las instituciones que han atacado (legal e ilegalmente) a Wikileaks. En lo que respecta a su vocero Julián Assage, tiene una orden de captura roja en INTERPOL porque está “reclamado” por la justicia sueca (dominada por la derecha) por una acusación de violación, y el Primer Ministro del Canadá declaró que hay que matarlo. Los distintos servidores y páginas a través de los cuales esta organización se mantuvo en Internet fueron -por la presión de los Estados Unidos- excluyéndola de la red, y su propia página fue hackeada en dos ocasiones. En este panorama, la pregunta es ¿Será que aunque defectuosa o no ser la más indicada, esta forma de publicación fue la que en esta ocasión permitió hacer pública parte de la información disponible? No es fácil opinar con certeza por qué se usó en esta ocasión esta modalidad, sin conocer los entretelones.
Conclusiones
Quisiera dejar bien claro que las consideraciones anteriores no constituyen en absoluto una “defensa” de Wikileaks ni de su vocero. La motivación de este análisis es constatar que esta situación nos coloca ante la dudosa alternativa de creer que, o nos encontramos ante una preocupante pérdida de medida en el análisis de algunos apreciados compañeros de ruta, o este analista ha sufrido una especie de violento ataque de Alzheimer que lo está inhabilitando para seguir con este trabajo.
La primera apreciación que habíamos tenido ante la publicación de estos documentos, fue que esta vez han publicado un tipo diferente de material, menos comprometedor y hemos coincidido totalmente desde el principio con la apreciación de Díaz Rangel que expusimos antes.
Las conclusiones finales que he leído y escuchado acerca de la descalificación de esta publicación de Wikileaks hablan de la posibilidad de que diferentes poderes ocultos (la CIA, el Mossad, el propio Departamento de Estado) hayan planeado concienzudamente estas publicaciones (con o sin el conocimiento de Wikileaks), entremezclando verdades –para mantener la credibilidad– con mentiras e informaciones que convienen a sus intereses. Ahí si es que siento que estamos empantanándonos. Entremezclar de esta manera verdades y mentiras implicaría una planificación maquiavélica que terminaría no beneficiando a nadie, porque el único balance de un chorro de información así entremezclada sería el ruido comunicacional.
Creo que la realidad es compleja, que no es lo mismo que decir que sea complicada o retorcida. El viejo principio de La Navaja de Occam[iii] (o Principio de Parsimonia) usado con eficacia durante más de quinientos años por la ciencia fáctica, y en los últimos tiempos por la humanística, dice que, por experiencia, cuando tenemos dos teorías diferentes para explicar los hechos, la teoría más simple es siempre más adecuada. En lo personal nos ha resultado muy útil desde hace mucho tiempo.
Mi preocupación fundamental es que los factores que citaba al principio, la falta de un sistema de valores de referencia y el estado caótico de nuestro sistema, estén calando tan hondo en todos nosotros que no nos permitan siquiera el esfuerzo de generar modelos razonables para manejar la realidad.
Confucio decía que es más fácil salir del error que de la confusión. A veces pareciera que fuera ella quien nos está atrapando.
miguelguaglianone@gmail.com
[i] Wikileaks en Venezuela: espionaje, propaganda y desinformación, Eva Golinger
Aporrea, www.aporrea.org, 113325, fecha de publicación: 03/12/10 [ii] Editorial del periódico Últimas Noticias del domingo 5 de diciembre de 2010 [iii] Principio filosófico atribuido a Guillermo de Ockham (1280-1349).
barometrointernacional@gmail.com


No hay comentarios.: