Por Diego Olivera
La incapacidad del ser humano ante los efectos devastadores del clima, la naturaleza y los movimientos telúricos, se hace evidente en continuas tragedias que enlutan a la sociedad humana, dejando miles de muertos, sin viviendas y con su hábitat destruido, con daños en la infraestructura y en los desarrollos económicos, tanto industriales, como agrícolas. Muchos de estos fenómenos conocidos como el Niño (grandes sequías) o la Niña (lluvias y tormentas), que azotaban a nuestro Continente en largos períodos, ahora repiten en pocos años, producto del efecto invernadero, la destrucción de la capa de ozono, el talamiento indiscriminado de bosques, el descongelamiento de los glaciares generando tsunamis (grandes olas), dando la impresión de que la naturaleza se defiende de una agresión casi suicida de las grandes potencias mundiales, que destruyen el ecosistema para obtener mas ganancias, sin pensar en el futuro de la humanidad.
Hoy nuevamente Venezuela sufre el rigor de la naturaleza, luego de una sequía de 2 años, que llevó al agotamiento del agua en la presas, entre ella la del Guri, principal fuente hidroeléctrica de la energía de la nación, generando una grave crisis energética, con graves afectaciones a la economía nacional, lo que obligó a generar nuevas estrategias, entre ellas plantas termoeléctricas y cortes planificados de luz. En mayo–junio de este año se avizoraron las primeras lluvias y todos los ciudadanos y el gobierno venezolano vivían pendientes de los nuevos niveles de las represas y embalses, para garantizar sus necesidades.
Pero la esperanza de alcanzar una solución al problema energético, se convirtió en una nueva tragedia, las lluvias se prologaron casi 7 meses, alcanzando ahora doble del nivel pluviométrico, del año 1999, cuando se produjo la tragedia de la vaguada (deslaves de cerros y montañas) en el estado de Vargas y grandes zonas del territorio nacional, sepultando pueblos y miles de viviendas. Las cifras de fallecidos en esta tragedia aunque de manera oficial se calculan en miles (van de 10.000 hasta 20.000 muertos), mientras que los damnificados se estimaron en decenas de miles.
El gobierno asume la responsabilidad con los damnificados Un nuevo período de lluvias ha generado nuevos desplazamientos de tierra, varios puentes cedieron en sus terraplenes, generando cortes de ruta y aislamiento de extensos territorios de Venezuela, ríos y cañadas desbordaron sus caudales, arrasando viviendas, plantíos y carreteras, muchas familias perdieron sus viviendas (generalmente en los barrios), porque son viviendas precarias en las laderas de los cerros. Una imagen en la prensa y en la televisión aludiendo aquella tragedia del 99, pero los datos oficiales y de Defensa Civil, mostraban la pérdida de 32 valiosas vidas humanas, y que 71.849 personas se han visto afectadas, además de tres desaparecidos. Por esta razón, el Gobierno revolucionario habilitó 319 refugios en todo el país, con miras a atender a todos los afectados según lo informo el ministro del Poder Popular para Relaciones Interiores y Justicia, Tareck el Aissami.
Ante esta realidad el presidente Chávez, en sus líneas semanales plantea que “El desastre nos hiere y, por eso mismo, nos obliga a demostrar la más alta fibra ética, y así continuar batallando, sin descanso, hasta que el buen vivir se convierta en una feliz realidad para los compatriotas que han visto perder sus sueños y sus esperanzas entre el agua y el barro. Ante tal descalabro me llevo la mano al corazón, sufro con el dolor de miles y multiplico mi compromiso irreductible con los más desfavorecidos de la Patria. En La Pedrera, en Fuerte Tiuna, en Miraflores, en el Núcleo Endógeno Fabricio Ojeda, en Tucacas, en Boca de Tocuyo, he sentido, una vez más, el clamor popular como un redoble de conciencia”.
Acotando en su escrito que “Hemos estado multiplicando los espacios para albergar a las miles de familias afectadas. Ya pasan de 70 mil los venezolanos y venezolanas que están siendo atendidos en los refugios. Haremos todo lo que tengamos que hacer para que se sientan como en casa. En especial, los niños y las niñas, ahora que ya estamos en diciembre, tendrán una Navidad real y verdaderamente feliz. De los refugios deben salir estos compatriotas, no al mismo lugar signado por el gran riesgo de perder la vida, sino a una vivienda digna. Saldrán a disfrutar del buen-vivir y a dejar de sufrir cada vez que vengan las lluvias. Me atrevo a pedirles paciencia, lo digo desde el dolor, porque sé que paciencia es lo que han tenido los pobres toda la vida”.
En otro párrafo de sus líneas el mandatario venezolano se compromete con la ciudadanía, al afirmar que “Ciertamente, es necesario construir viviendas al ritmo que exige la satisfacción de la demanda. Pido al sector privado consciente unir esfuerzos con el Gobierno Bolivariano para maximizar la capacidad de respuesta al problema estructural de la vivienda: es hora de que asuman plenamente su responsabilidad social. Además quiero recordar un importante anuncio que hice en esta semana. El pasado jueves aprobé cuatro mil cien millones de bolívares (más de 953,4 millones de dólares) para la construcción de 22 mil 162 viviendas en los estados Vargas, Miranda, y Distrito Capital”.
Los venezolanos enfrentan solidariamente la nueva tragedia natural
Al repasar los noticieros de televisión nacionales y algunos internacionales, hemos podido constatar los grandes esfuerzos que los venezolanos han desplegado para brindar apoyo a los damnificados, en los mismos albergues proporcionados los ciudadanos se organizan, para mantener la limpieza, la disciplina, la salud y la convivencia. Los grandes centros de acopio también muestran el desprendimiento de los vecinos, que llevan insumos y alimentos solicitados por la Defensa Civil, los mismos lugareños participan en los comedores improvisados para repartir comida y atender a los niños, dando un ejemplo de solidaridad y defensa de la vida. En ese marco de esfuerzo solidario la Ministra del Poder Popular para la Salud Eugenia Sader, instaló una sala situacional para monitorear permanentemente las condiciones sanitarias de los albergues habilitados para la población que resultó afectada por las fuertes precipitaciones caídas en los últimos días. Informó que “hemos diseñado una formulario para la evaluación de cada uno de los albergues. Estamos tomando las medida preventivas, pero todo depende de la conducta de los refugiados en los albergues”. Además acotó que “hasta ahora no se han reportado brotes epidemiológicos, un equipo estará encargado de difundir información sanitaria a los refugiados para evitar la propagación de enfermedades, que generalmente se presentan 15 o 20 días después de unas inundaciones”. Ante una realidad humanitaria de estas características se hace necesario no caer en la demagogia, o en el uso de una mala campaña de prensa mediática, buscando culpables de una realidad que escapa a la planificación, si bien los afectados y lamentablemente los decesos de seres humanos no han alcanzado los niveles trágicos que un fenómeno devastador de esta naturaleza podría haber alcanzado. Hoy el pueblo hermano de Colombia ha sufrido con mucho mas dolor, los efectos de este nuevo efecto atmosférico y cientos de ciudadanos han fallecido, así como miles han sido los afectados. Lo que configura una realidad, que si bien no podemos enfrentar todos los efectos de la naturaleza, sí podemos planificar nuestra sociedad y nuestras viviendas, para no sufrir la inseguridad y la fragilidad de nuestro hábitat. diegojolivera@gmail.com
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