domingo, febrero 06, 2011

Un “laboratorio vivo” que agoniza

La sobreexplotación del manto acuífero amenaza una zona clave para entender la vida en la Tierra

Domingo 23 de enero de 2011 Thelma Gómez Durán | El Universal



El valle de Cuatro Ciénegas agoniza. Los cultivos de alfalfa, que absorben gran parte del
agua de su acuífero, están secando las lagunas y los pozos de esta área natural protegida, considerada como un laboratorio vivo porque ahí habitan microorganismos más antiguos que los dinosaurios. La bióloga Valeria Souza, científica que desde hace una década estudia esta región de Coahuila, es quien lanza la alerta: “Necesitamos que las autoridades se activen para salvar Cuatro Ciénegas”.
Valeria Souza se ha convertido en la voz de Cuatro Ciénegas: “Si perdemos este lugar, no sólo se perderán muchas especies, sino la oportunidad de entender cómo se originó y evolucionó la vida en la Tierra”. La científica no exagera.
Esta investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM, junto con un equipo de 40 científicos, estudia este valle desde hace una década. Sus trabajos han ayudado a entender la importancia del lugar: se trata de uno de los pocos sitios del planeta en donde todavía se pueden encontrar los primeros microorganismos que comenzaron a transformar la vida en la Tierra hace 3.5 mil millones de años.
Además del trabajo científico que realiza en la zona, Souza libra una batalla por la conservación del ecosistema. Su lucha es para detener el intenso cultivo de alfalfa que se destina a la industria lechera. Estos cultivos se realizan en los valles vecinos a Cuatro Ciénegas y aun dentro del valle de Cuatro Ciénegas. Para regar el alfalfa se han abierto pozos de hasta mil metros de profundidad, por lo que se está sobreexplotando el manto acuífero del que dependen las pozas de Cuatro Ciénegas.
En 2007, durante la celebración del Día de la Tierra, el presidente Felipe Calderón anunció que se realizarían acciones para proteger el acuífero de Cuatro Ciénegas, entre ellas establecer una veda para la explotación del agua en el valle El Hundido. Sin embargo, Souza afirma que esas acciones han quedado incompletas, porque no se ha concretado la veda para los valles de Ocampo y Cuatro Ciénegas, pese a que varios estudios científicos nacionales e internacionales han demostrado que los tres valles están interconectados y dependen de un mismo acuífero.
También recuerda que el Congreso de la Unión asignó 70 millones de pesos para realizar obras hidráulicas que preserven el acuífero: “Estamos en 2011 y todavía no vemos nada”.
La científica menciona que grandes empresarios se oponen a tener una veda que permita salvar el acuífero de Cuatro Ciénegas y, por su parte, la Comisión Nacional del Agua —institución responsable de proteger el acuífero—, “lo único que quiere es usar más agua para la agricultura, sin tomar en cuenta cuánta agua realmente hay y cuánta se puede usar para no afectar el ecosistema y, por lo tanto, es una batalla constante convencerlos de que el ecosistema va primero y de que la agricultura debe de utilizar los sobrantes de manera más eficiente”.
Una tierra “que se va”
Valeria Souza conoció Cuatro Ciénegas en 1999. Ese año fue invitada por la NASA para participar en un estudio sobre las formas de vida en esta zona de Coahuila. “El lugar es rico en minerales que son muy abundantes en Marte, por lo que su estudio puede dar pistas sobre la posibilidad de vida en ese planeta”. Pero también puede resolver muchos misterios sobre cómo evolucionó la vida en la Tierra.
Cuatro Ciénegas es uno de los pocos lugares en el mundo en donde hay una abundancia de estromatolitos, es decir, colonias de bacterias cuyos orígenes se remontan a por lo menos 3 mil 500 millones de años. Por lo regular, los investigadores sólo encuentran fósiles de estas colonias, pero en las pozas de Coahuila están vivos.
Los científicos también han encontrado que en Cuatro Ciénegas comenzaron muchos de los cambios que permitieron a la Tierra tener su imagen actual.
Resulta que a principios del periodo Jurásico, Pangea empezó a separarse por la falla de La Fragua, localizada justo debajo de Cuatro Ciénegas.
Cuando la formación de la sierra Madre Oriental levantó el altiplano central, aisló esta región del golfo de México, hace 35 millones de años.
La vida que estuvo por millones de años en este mar antiguo, quedó aislada y evolucionó en la región de Cuatro Ciénegas. Con el tiempo, ese mar se fue y las aguas continentales lentamente predominaron en las pozas, pero los datos moleculares dicen que la vida marina resistió esos cambios y guardó en sus genes la historia de su vida en el mar. “Es por eso que sabemos que los estromatolitos que ahora viven en Coahuila son descendientes de las bacterias que vivían en el mar antiguo”.
Al mismo tiempo que los científicos descubren que las pozas de Cuatro Ciénegas tienen un origen marino, “detectamos que la zona es afectada porque se hace una gran extracción de agua para el cultivo de alfalfa de la industria lechera. Es como sentirse descubridor de una tierra que se va”, lamenta Valeria Souza.
La mayor evidencia de la agonía de Cuatro Ciénegas es la laguna de Churince, donde el agua ha disminuido en forma considerable. “Cada que visito la zona, el agua está cada vez más baja, hay más pozas muertas”, dice Souza.
Ciencia para la gente
Ante el estado crítico que vive Cuatro Ciénegas, los científicos comenzarán a realizar un inventario de especies. “Estudiaremos una área de cuatro por cinco kilómetros; vamos a ver cada virus, cada bacteria, cada hongo, cada planta, cada microbio, para poder entender cómo se mueven los nutrientes en ese lugar y cuál es la relación que hay entre todos ellos. Esta es una medida desesperada para entender lo más posible antes de que se muera”.
Hasta ahora, en Cuatro Ciénegas se han encontrado 150 especies endémicas, tomando en cuenta sólo las especies que pueden mirarse a simple vista, porque a nivel microscópico es “muy probable que sea el lugar del planeta con mayor diversidad de bacterias”.
Tan sólo en una de las muestras analizadas, los científicos encontraron 17 antibióticos nuevos y 18 resistencias a esos antibióticos. Por ello, “si Cuatro Ciénegas se muere, se perderían muchísimos recursos genéticos”.
Valeria Souza y un grupo de 40 científicos no están dispuestos a sólo mirar cómo muere este valle.
Además de seguir con su trabajo científico, el equipo comenzará una “revolución” que Souza llama “la ciencia para la gente”.
Lo explica así: “Los científicos buscaremos aplicaciones de los recursos genéticos que están encontrando en Cuatro Ciénegas, para que el dinero que se obtenga por la comercialización de las patentes regrese a los pobladores del valle, a través de proyectos de conservación, educación y salud”.
Lo que está en juego en Cuatro Ciénegas —asegura la investigadora— es tan grande que todo el equipo científico está dispuesto a dar su tiempo y su conocimiento gratis para que pueda sobrevivir este lugar.
Mientras alguna autoridad estatal o federal toma en serio la agonía de Cuatro Ciénegas, científicos como Valeria Souza seguirán enfocando la luz de alerta sobre este ecosistema.

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