MÉXICO, DF, 4 de marzo (apro).- El ya tristemente célebre asunto de los 6 mil pesos al mes –ingreso que, según el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, le alcanza a una familia mexicana para tener casa, coche y escuela privada para sus hijos--, obnubiló mentiras tan grandes como el tamaño del desliz de aquél.
Entre las cosas que dijo la semana antepasada el disminuido funcionario federal –esta semana optó por ya no aparecer en los medios, ni siquiera para colgarse las medallas del registro mensual de creación de nuevos empleos-- fue que la economía mexicana camina por una senda de crecimiento y estabilidad, recuperándose de los impactos de una crisis ajena.
La imagen transmitida por el secretario es que vamos bien, que la economía empieza a dar bienestar a las familias, pero que aún no nos hemos dado cuenta. Pero terminaremos enterándonos porque, según él, al haber hecho las cosas bien --no como otros países que enfrentan fuertes problemas para refinanciar su deuda--, el bienestar necesariamente se percibirá.
Sin embargo, un reporte detallado de los resultados de 2010 de la balanza de pagos que acaba de ser presentado por el Banco de México (Banxico) permite evaluar la marcha de la economía. Este informe analiza la relación de México con el extranjero: exportaciones e importaciones, turismo, remesas, inversión extranjera, salidas y entradas de capital, etc. Permite conocer, por ello, cómo se comportaron las cuentas externas del país en 2010. Este año ha sido muy favorable para los países emergentes. Este heterogéneo grupo de países, que incluye a China, India, Brasil y Rusia, entre otros, ha tenido buenos resultados económicos, un dinamismo mucho mayor que el de los países desarrollados y, sobre todo, ventajosas condiciones comerciales internacionales.
Por esto, los países emergentes en 2010 tuvieron un importante superávit comercial, esto es, vendieron mucho más mercancías de las que compraron. En cambio, México que se vio favorecido por mejores precios del petróleo, que pasaron de 57.44 dólares por barril en 2009 a 72.31, y mayor volumen exportado: 1.225 millones de barriles diarios (mbd) en 2009 contra 1.361 mbd en 2010, no sólo no logró superávit comercial, sino que tuvo un déficit comercial de 3 mil 121 millones de dólares. Nuestro comercio internacional de mercancías es importante, ya que exportamos 298 mil 361 millones de dólares e importamos 301 mil 482 millones, de modo que el déficit es apenas 1% de lo que exportamos.
La explicación está en que tenemos un problema estructural derivado de decisiones políticas tomadas por los gobiernos neoliberales priístas y mantenida por los neoliberales panistas. Salinas y su grupo decidieron que dejáramos de producir refinados del petróleo y petroquímicos secundarios, lo que nos ha obligado a importar gasolinas y otros derivados del petróleo, cuyos precios aumentan pari passu que el crudo. De modo que lo que se gana con los aumentos del precio del crudo, lo perdemos con los de gasolinas y derivados. Calderón anunció que se construiría una nueva refinería para producir las gasolinas que consumimos y muchos meses después seguimos en espera de avances reales. Así que el déficit comercial tiene explicaciones y responsables.
La otra parte de la cuenta corriente de la balanza de pagos es la balanza de servicios que, a su vez, se descompone en servicios factoriales, no factoriales y transferencias. En los servicios factoriales hubo un déficit de 14 mil 463 millones de dólares, explicado por ingresos de 5 mil 390 millones y egresos de 19 mil 853 millones de dólares. En los servicios no factoriales está el renglón de turismo, donde se obtuvo un superávit de 4 mil 588 millones, gracias a ingresos de turistas extranjeros por 11 mil 872 millones y egresos de turistas mexicanos en el extranjero por 7 mil 282 millones. Este buen resultado en realidad alude a las dificultades de los mexicanos para seguir turisteando por el mundo. Pero otros conceptos, como fletes y seguros, tuvieron un déficit importante, lo que explica un resultado negativo en esta cuenta de servicios de 9 mil 610 millones
Lo que compensa estos resultados negativos son las remesas que envían nuestros paisanos a sus familias y que, pese a los problemas derivados de la crisis y del colapso del sector de la construcción en Estados Unidos, se mantienen constantes. En 2010, las remesas recibidas en México fueron de 21 mil 271 millones de dólares, prácticamente lo mismo que en 2009 (21 mil 245 millones). Estos ingresos dan cuenta de una economía incapaz de evitar que su gente tenga que salir en condiciones terribles a buscar lo necesario para que sus familias puedan sobrevivir. Ellos enviaron en diciembre pasado, por ejemplo, 5.6 millones de remesas, es decir, 5 millones 641 mil 520 mexicanos en el extranjero les enviaron a sus familias 302 dólares en promedio. Esos envíos logran que la cuenta corriente tenga un déficit pequeño de 5 mil 690 millones de dólares. Así que el déficit en la cuenta corriente tiene explicaciones y responsables.
El otro gran componente de la balanza de pagos es la cuenta de capital, donde se registran los movimientos de entrada y salida de dinero. El dato sobresaliente de esta cuenta es que los mexicanos ricos –pero los ricos de veras, no los que ganan 13 mil pesos al mes, a los que aludió también Ernesto Cordero hace días-- “exportaron” capital al extranjero por un monto de 31 mil 113 millones de dólares. Así que mientras los pobres salen del país a luchar por su vida y las de sus familias en trabajos que, como dijera Vicente Fox, “ni los negros aceptan”, los ricos compran casas, invierten en la bolsa o en empresas o simplemente depositan su dinero en bancos, pero en el extranjero. Esas salidas de capital hacen que los 41 mil 495 millones de dólares de inversión extranjera reduzcan sus eventuales efectos benéficos.
Si comparamos lo que los ricos mexicanos sacan del país con la inversión extranjera directa, es decir, la que compra empresas o amplía las que ya tiene en México, resulta que por cada dólar que ingresa para promover la actividad productiva del país, sale un dólar y 75 centavos. Por otra parte, ingresan capitales al país, según Cordero y demás funcionarios gubernamentales, porque confían en que nuestro país ha hecho las cosas bien y sus perspectivas son prometedoras, aunque en verdad lo hacen para aprovechar los intereses que se ofrecen en el mercado mexicano. Pero salen capitales mexicanos al extranjero porque no confían en México. Los ricos mexicanos están dispuestos a sacrificar rendimiento contra la seguridad de tener recursos en el extranjero.
De modo que el examen de la balanza de pagos no muestra que la economía va bien. Muestra que no se pueden aprovechar oportunidades excepcionales que el comercio internacional ofrece por decisiones incorrectas del pasado que se han mantenido en el presente. Muestra también que hay mexicanos que con enormes esfuerzos y sufriendo condiciones laborales discriminatorias ayudan a sus familias y, con ello, apoyan al país. Al tiempo que hay otros mexicanos que sin sufrir, ni esforzarse, han decidido que lo mejor es huir y protegerse, aunque eso afecte al país entero. Así que bien no vamos, el bienestar no llegará a la mayor parte de las familias mexicanas.
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