Wisconsin es la sede de una serie de revueltas pocas veces vistas en Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XX. El siglo XXI podría ser muy distinto para la potencia mundial. Las protestas que movilizaron a decenas de miles de personas –provocadas por la conculcación de derechos laborales y sociales– podrían extenderse a otras ciudades estadunidenses en los próximos meses y años.
Santiago Brugal Almanza / Prensa Latina
Sorpresivamente, como las manifestaciones en Egipto se extendieron por el Medio Oriente, las demostraciones en Wisconsin, en el Medio Oeste, contagian otras regiones de Estados Unidos.
Las protestas son contra un proyecto de ley para reducir el déficit del Estado mediante recortes de salarios, pensiones, beneficios de salud y derechos de negociación de acuerdos salariales por los sindicatos de los trabajadores públicos. Decenas de miles de personas se concentraron frente a la entidad legislativa estadual de Wisconsin, en la ciudad de Madison.
Las manifestaciones, iniciadas por unas 70 mil personas, estuvieron opacadas durante cinco días por los sucesos en Medio Oriente y el Norte de África, sin que lo informaran los principales medios estadunidenses y de otras potencias occidentales.
El gobernador de Wisconsin, Scott Walker, asegura que las medidas son necesarias para lidiar con un déficit estatal proyectado en 3 mil 600 millones de dólares, planteando que eso evitará los despidos de empleados estatales.
Sin embargo, los legisladores demócratas argumentan que es un ataque contra los sindicatos, sus aliados de campaña.
Los republicanos controlan tanto la Asamblea como el Senado, pero los 14 senadores demócratas que la forman bloquearon la votación al trasladarse al cercano Illinois, argumentando que la opinión pública está de su lado y que no tienen intención de volver hasta que Walker esté dispuesto a un acuerdo.
Además, los demócratas en la Asamblea Legislativa presentaron 100 enmiendas al proyecto para tratar de obstaculizar el plan, pero el vocero de la Cámara, Jeff Fitzgerald, aseguró que de todas formas se aprobará.
“El proyecto de ley no es negociable y la iniciativa será aprobada tal y como está”, dijo Fitzgerald dentro del Senado, fuertemente custodiado por fuerzas de seguridad.
Para ejercer presión sobre los demócratas, Walker advirtió que los servidores públicos podrían empezar a recibir avisos de despido en caso de que la propuesta no sea aprobada pronto.
Los despidos no pueden entrar en vigor de inmediato y los contratos sindicales existentes podrían postergarlos durante meses.
Los demócratas ofrecieron aceptar las partes de la propuesta que duplica las contribuciones a los seguros de salud de los trabajadores y les exige contribuir a sus pensiones con 5.8 por ciento de sus salarios, lo que se aprobaría siempre y cuando los trabajadores mantengan su derecho a negociar con el Estado como parte de un sindicato.
Además, líderes sindicalistas, profesores y bomberos pidieron a Walker que retire su controvertido plan de eliminar los derechos a negociar colectivamente sus prestaciones y condiciones de trabajo.
Los manifestantes aseguran que los sindicatos accedieron a sufrir recortes en sus compensaciones por jubilación y seguros de salud que reducirán los sueldos de muchos trabajadores en 8 por ciento, y piden que ahora el gobernador haga concesiones.
Walker pronosticó que su estado encabezará una ofensiva en todo Estados Unidos que debilite a aquellos sindicatos que han negociado paquetes de compensación que, a su juicio, han sido excesivos.
Scott Walker es un joven político republicano de 43 años. En enero, asumió como gobernador de Wisconsin, apoyado por el ultraderechista Tea Party, ala más conservadora del partido que en las elecciones de noviembre último recuperó la mayoría en el Poder Legislativo.
Su propuesta para reducir el déficit está basada en la prometida “responsabilidad fiscal” exigida por los conservadores, que implica el despido de empleados públicos y recortes de beneficios.
Si Walker lograra imponerse, su plan podría ser copiado en otros 21 estados con gobiernos republicanos que quieren aplicar medidas más estrictas para controlar el déficit fiscal y satisfacer el movimiento Tea Party.
Los estados enfrentan déficits de unos 125 mil millones de dólares a escala nacional en el próximo año fiscal, y algunos están prácticamente en bancarrota, aseveró Walter.
Wisconsin sigue siendo el frente principal, pero el debate nacional sobre los derechos de los sindicatos se ha extendido, y batallas similares se desarrollan en otros territorios.
En Ohio, un debate similar atrajo a miles de manifestantes sindicalizados, obligando a los efectivos de seguridad en el lugar a cerrar las puertas de la Cámara, mientras que 2010 fue recordado en Ohio el aniversario 40 de la masacre en la universidad estatal de Kent, ocurrido el 4 de mayo de 1970.
Allí, la Guardia Nacional mató a cuatro estudiantes e hirió a otros nueve cuando protestaban por la invasión a Vietnam, bajo el gobierno del entonces presidente Richard Nixon.
En Indiana, los demócratas abandonaron la cámara legislativa y obstaculizaron un proyecto de ley respaldado por los republicanos en contra de las cuotas sindicales obligatorias.
Solamente tres de los 40 miembros demócratas de la Cámara estuvieron presentes, lo que impidió que se contara con el quórum necesario.
En 17 estados se debaten propuestas que intentan restringir el derecho a sindicalizarse entre los empleados del gobierno.
Hay medidas pendientes de aprobación en Wisconsin, Ohio, Michigan, Idaho y Tennessee para limitar las negociaciones, imponer los llamados furloughs (días de licencia obligatoria sin sueldo) y recortar los salarios.
Las iniciativas contra esas acciones han incluido un cabildeo contra las medidas en Indiana y un mitin de la mayor organización sindical estadunidense, AFL-CIO, para advertirle al gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, “que no balancee el presupuesto sobre las espaldas de las familias de la clase media”.
En lo que consideran un momento crítico para el movimiento obrero, los sindicatos y sus aliados planean actos, vigilias y conferencias de prensa en, al menos, 27 estados en contra de lo que definen como “un ataque nacional a los empleados de gobierno”.
La ultraderecha exhortó a sus seguidores a manifestarse en apoyo a Walker.
Madison, una pequeña población en el corazón rural del país, es el centro de batalla entre políticos e intereses empresariales y sindicales, donde podría definirse cómo equilibrar las cuentas públicas en Estados Unidos, hoy agobiadas por un enorme déficit fiscal.
El presidente Barack Obama acaba de pronosticar un déficit fiscal para 2011 de 1.65 billones (millones de millones) de dólares, o casi 11 puntos porcentuales del producto interno bruto (PIB), el mayor desde la Segunda Guerra Mundial.
La deuda soberana ha escalado 61 por ciento del PIB, la más alta desde 1952.
Algunos manifestantes califican a Walker como el Mussolini el Medio Oeste, y otros lo comparan con el expresidente Ronald Reagan, uno de los héroes del movimiento conservador, admirador de sus políticas.
Desde 2002, como anterior jefe del condado de Milwaukee, cargo que ejerció hasta llegar al cargo de gobernador, Walker puso en práctica medidas contra los sindicatos y redujo la plantilla de empleados públicos en 20 por ciento.
El comportamiento actual de Walker recuerda al del presidente Reagan en 1981, en su posición frente a la huelga de controladores aéreos, cuando se impuso sobre un poderoso sindicato de trabajadores públicos, considera el analista político George Hill.
Algunos aseguran que el plan de Walker es debilitar el poder de los sindicatos mientras se mantiene renuente a aumentar impuestos a las corporaciones.
“No crean que se trata de falta de dinero para pagar salarios y beneficios a los empleados públicos, se intenta reducir los derechos democráticos básicos y cambiar el balance del poder en Estados Unidos”, opina la analista política Katerine Vandel.
La estrategia republicana es poner a los estadunidenses de clase trabajadora unos contra otros: sindicados contra no sindicados, públicos versus privados, jóvenes contra los de mayor edad, alertó Robert B Reich, profesor de política pública de la Universidad de California en Berkeley y exsecretario del Trabajo del expresidente Bill Clinton.
Aunque hasta ahora no se ha especulando con una posible candidatura presidencial de Walker, algunos destacan el aumento de su perfil nacional al presentarse como “héroe” de la causa fiscal conservadora.
“Él era del Tea Party antes de que existiera el Tea Party. Él haría lo que hiciera falta para no subir impuestos (a las corporaciones). Nunca ha cedido, nunca ha dudado”, aseguró Mordecai Lee, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Wisconsin.
“Scott Walker es el Obama republicano. Es agradable, amable; así que los votantes ven ese lado más que su profunda ideología republicana”, afirmó Lee en entrevista con el diario The Washington Post.
La disputa en el estado de la zona centro-Norte de Estados Unidos es seguida por el resto del país, pues prepara el escenario para las elecciones de 2012, donde Obama buscará la reelección.
Obama y otros demócratas necesitarán el apoyo de los sindicatos para contrarrestar el enorme flujo de fondos corporativos a campañas políticas permitidos por la Corte Suprema el pasado año.
El apoyo de los sindicatos será necesario especialmente en estados como Wisconsin, donde a veces ganan republicanos y a veces, demócratas.
Pero estos acontecimientos pudieran, además, canalizar la acumulación del malestar político de los trabajadores por el agravamiento de sus condiciones de vida y la pérdida de esperanzas en el cambio prometido por Obama.
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