MÉXICO, D.F. (apro).- El director de la división anticrimen del Departamento de Justicia de Estados Unidos, Lanny Breuer, reconoció este martes que al menos dos tercios de las 94 mil armas incautadas en México en los últimos cinco años fueron adquiridas en armerías del país del norte.
De acuerdo con Breuer, los almacenes de armas estadunidenses se han convertido en la principal fuente de suministro de armas para los cárteles de las drogas mexicanos, por lo que urgió a los senadores a encarar la creciente amenaza que representan los cárteles y el crimen organizado internacional.
Durante una audiencia ante el subcomité senatorial del crimen y terrorismo, Breuer afirmó que más de 64 mil armas que se han recuperado en escenas del crimen en México han tenido su origen en Estados Unidos, aunque admitió que podrían ser más.
“Tenemos que hacer algo para que las armas no sigan llegando a los criminales” en México, advirtió el funcionario, y recomendó establecer normas claras para regular la venta múltiple de rifles de asalto que van a parar a territorio mexicano desde las armerías principalmente ubicadas en Texas, California, Arizona y Nuevo México.
“Hoy no somos capaces de que la ATF (la Oficina Federal para el Control de Bebidas Alcohólicas, Tabaco y Armas de Fuego) lleve un registro de la venta múltiple de armas de asalto”, dijo el fiscal, en alusión a la negativa de los congresistas republicanos para evitar que se instrumenten las normas anunciadas por el Departamento de Justicia para regular la venta múltiple de armas de asalto.
Breuer hizo estas declaraciones un día después de haber reconocido públicamente que no informó a sus superiores del Departamento de Justicia, el secretario Eric Holder y el subsecretario James Cole, del operativo “Receptor Abierto”, que funcionó en 2006 durante la era Bush y permitió la entrada ilegal de armas a México, igual que “Rápido y Furioso” en 2010, con la administración de Barack Obama.
La estrategia aplicada con “Receptor Abierto” era igual a la que se empleó en “Rápido y Furioso”, que consistía en “dejar caminar las armas”, y Breuer supo de la existencia del primer operativo pero no informó de los riesgos a sus superiores.
Al ser cuestionado sobre ese punto, Breuer reiteró en su defensa que sólo supo del operativo en abril de 2010 y que nadie, por encima de él, fue informado al respecto.
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