Gaspar Morquecho
Alainet
No se necesitó mucho tiempo para que el autoritarismo del viejo régimen nuevo, neoliberal y conservador de derecha, ahora vestido de tricolor priísta, mostrase de nueva cuenta su rostro verdadero. Al mismo tiempo que se preparaba par ir a arrodillarse 15 minutos frente al yankee negro, Enrique Peña Nieto tendía un cerco de vallas metálicas en torno al Congreso donde sesiona el Poder Legislativo convertido en un aparato de control y legalidad para aprobar las ignominiosas Reformas Estructurales del Neoliberalismo en México. El escenario ideal para que Peña Nieto tome protesta como presidente de la República e iniciar el sexto sexenio neoliberal mexicano.
El reconocimiento político de los líderes de las principales potencias en el mundo, Estados Unidos y China, y en la región, Cuba y Venezuela, los 19 millones de votos a favor del PRI-Verde, los 33 millones de votos a favor de los proyectos de los partidos políticos de la derecha en México (PRI-Verde-PAN-PANAL) en julio pasado, el apoyo de los medios electrónicos y de las fuerzas armadas, son los blindajes para el ejercicio autoritario del poder de Enrique Peña Nieto. Por su parte, las fuerzas progresistas, democráticas, revolucionarias, rebeldes de este país y los movimientos sociales se encuentran debilitados, dispersos y no pocas veces confrontados. En más de medio siglo no fuimos capaces de crear una alternativa democrática y popular. Los vigorosos movimientos de las décadas de 1960 y 1970 fueron derrotados. Algunos brutalmente aniquilados, otros desmantelados, neutralizados o cayeron en los brazos confortables de la democracia electoral.
En las décadas de 1990 y del 2000, las seis iniciativas del EZLN fueron política, jurídica y militarmente neutralizadas. El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y el YoSoy132 han sido disminuidos. La guerra y los megaproyectos tienen al país en un delicado estado de Emergencia Nacional.
En las elecciones de julio pasado, votaron por la derecha en Chiapas (PRI-VERDE-PANAL), casi 1 millón 400 mil personas, es decir el 70.57% del electorado. Las realidades nacional y local, el repliegue en algunas comunidades zapatistas, del movimiento social en su conjunto, la militarización, la contrainsurgencia y el Frente de Guerra en la Frontera Sur, colocan al EZLN y a sus bases de apoyo en el peor momento de aislamiento y riesgo.
Para el 1 de diciembre próximo se esperan movilizaciones de protesta. En el recinto del Congreso la Izquierda Moderna, la que traicionó al Peje, bajo las órdenes de Camacho-Ebrard-Anaya, convalidará, en la civilidad,la imposición.Quizás las mejor articuladas serán las de Morena, es decir, las del nuevo partido. Además del derroche de debilidad, Morena es ahora y, por desgracia, el mejor ejemplo de cómo se puede desmovilizar, controlar y encausar a una sociedad mexicana subordinada. El Peje no encontró un lugar más alejado del Congreso y emblemático que la Columna de la Independencia para manifestarse. Vamos no quiere dar pretextos para que le regateen el registro.
Condiciones que blindan en todos los terrenos a la Democradura mexicana. Estamos harto más que pior que a finales de 1993. La rueda de la historia rueda como loca. Al parecer, en este otoño nos toca ver, una vez más, cómo caen las hojas.
Fuente: http://alainet.org/active/59942
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