Conforme avanzan las indagatorias en torno a los 12 jóvenes tepiteños desaparecidos el pasado 26 de mayo, las cosas se le complican a las autoridades capitalinas. Hoy las pistas no sólo implican a las bandas criminales enquistadas en el barrio de Tepito, sino también a los propietarios de bares y antros donde se expenden drogas. Y los presuntos implicados lejos de aclarar la situación empañan el panorama para ocultar lo evidente: la presencia de los cárteles en el corazón de la Ciudad de México.
La muerte de Dax Rodríguez Ledezma –copropietario del bar Heaven
After, quien apareció calcinado junto con su novia Heydi Fabiola
Rodríguez Velasco y la prima de ésta– y el silencio de los detenidos
despejó las dudas sobre la presunta participación del crimen organizado
en la desaparición de los 12 jóvenes de Tepito en ese antro el pasado 26
de mayo.
Los cuerpos fueron abandonados en un camino de
terracería en la comunidad de Tajumulco, municipio de Huitzilac, en
Morelos, zona dominada por la organización Guerreros Unidos, un
remanente del Cártel de los Beltrán Leyva. Estaban con las manos atadas y
presentaban huellas de tortura. Los peritos no encontraron
perforaciones producidas por arma de fuego en ninguno de ellos; tampoco
había ningún narcomensaje.
Inmediatamente después de que la
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) comenzó a
buscarlo para pedirle su declaración sobre los hechos del 26 de mayo,
Dax salió con su novia del Distrito Federal y viajó a Acapulco. Ahí, la
pareja estuvo varios días; luego se fue a Iguala a la casa de la
familia de Dax.
En éste y otros municipios de la franja norte de
Guerrero, se disputan el territorio los cárteles de Guerreros Unidos,
con Mario Casarrubias al frente, y La Familia Michoacana-Estado de
México, comandado por Johnny Hurtado Olascoaga, El Fish, y José María
Chávez Magaña, El Pony, así como Los Caballeros Templarios, liderados
por Servando Gómez Martínez, La Tuta.
La pareja permaneció en
Iguala hasta el 20 de junio. Ese día por la tarde, Dax, Heydi y su prima
Diana Guadalupe Velasco Peña fueron al cine, sin percatarse de que eran
vigilados por varios individuos, quienes se desplazaban en dos autos.
Al salir de la función los interceptaron y se los llevaron.
La
madrugada del día 22 los tres cuerpos calcinados fueron localizados
cerca del ayuntamiento de Huitzilac. La Procuraduría General de Justicia
del Estado de Morelos reportó el hallazgo a su par del Distrito
Federal. Al día siguiente, el 23 de junio, agentes capitalinos se
trasladaron a la morgue de Morelos para tomar las muestras necesarias e
intercambiar información con el propósito de detectar si tenían relación
con los tepiteños levantados un mes antes.
Tras cotejar las
muestras recabadas con los ADN de los desaparecidos el resultado fue
negativo. El 28 de junio la madre de Diana Guadalupe se presentó en la
morgue morelense luego de una semana sin saber dónde estaba su hija. Ahí
reconoció los cuerpos de Heydi y Diana Guadalupe.
La PGJDF cotejó
el ADN de Dax con el de su hermano Mario Alberto, El Moshino, quien se
encuentra en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente desde el martes 2
por el presunto delito de secuestro agravado. Junto con él fueron
consignados Gabriel Carrasco Ilizaliturri, El Diablo, y Andrés Estuart
Hononet González, El Andresote, jefe de seguridad y empleado del bar
Heaven, respectivamente. Los resultados fueron positivos en 99.98%.
En
su declaración preparatoria ante el Juzgado 25 Penal, con sede en el
Reclusorio Oriente, ninguno de los tres internos aportó datos concretos
sobre lo sucedido en el antro el 26 de mayo último. Según Mario Alberto,
copropietario del Heaven, supo del levantón a través de Ismael García
Polo, El Polo, su gerente, y negó tener participación en ese evento.
No
obstante, cuando se entregó a la justicia tras la captura de su esposa
Brenda, quien ya fue liberada, sí aportó detalles: admitió la venta de
drogas en su negocio porque el grupo La Unión –cuyo ámbito de operación
está en Tepito– lo tenía amenazado; reveló también que Horacio Vite
Ángel, El Chaparro, distribuía droga en su negocio.
Según El
Andresote, también chofer del Moshino, el día de los hechos salió del
bar a las ocho de la mañana y pasó el resto del día con su familia. Sólo
El Diablo, el jefe de seguridad del Heaven, se reservó su derecho a
declarar.
Sin embargo, cuando dio su testimonio ante el Ministerio
Público sí inculpó abiertamente a los hermanos Dax y Mario Alberto,
quienes, dijo, tenían problemas con Jerzy Ortiz Ponce, de 16 años y
líder de Los Tepis, una organización dedicada al narcomenudeo y la
extorsión.
Con base en las declaraciones ministeriales del
Moshino, El Diablo y El Andresote, la PGJDF pudo capturar a otros tres
presuntos implicados en el secuestro de los tepiteños, entre ellos a
Armando Hernández Gómez, El Ostión, quien confesó que el plagio múltiple
fue en represalia por el asesinato del Chaparro en el bar Black de la
colonia Condesa el 24 de mayo, dos días antes de los hechos del Heaven.
De
34 años, El Ostión, uno de los principales distribuidores de droga en
el barrio de Tepito, responsabilizó a Ernesto Espinosa Lobo, socio del
Heaven, quien se encuentra arraigado; a Jesús Carmona, El Chucho, y a un
sujeto identificado como El Javi. Los dos últimos –prófugos–, dijo, son
los presuntos líderes de La Unión.
Junto con El Flaquito, El
Camaleón, El Calabozo, El Leinad Chuta, El Hummer y Beto Broncas, según
el detenido, El Chucho y El Javi secuestraron a los tepiteños.
Testigo clave
Al
igual que el gerente del Heaven, Ismael García Polo, quien está
prófugo, Dax Rodríguez era una pieza clave para la PGJDF. Ambos, según
la dependencia, participaron de manera directa en la desaparición de los
12 jóvenes, la mayoría de los cuales pertenecen a Los Tepis. Ese día
habían llegado al bar, del que eran asiduos, a las 8:30 horas. Iban en
dos grupos.
Ese día Zoé Pedraza Aguilar, El Toñín –el testigo que
rindió su declaración en el Centro de Atención a Personas Extraviadas–
saludó a Dax, quien estaba con El Diablo, El Andresote y El Polo. Fue
este último el encargado de introducirlos al bar. Incluso les asignó
mesas en la parte alta del establecimiento de la calle Lancaster 27,
colonia Juárez, delegación Cuauhtémoc.
Una hora después El Polo
alertó a su patrón vía telefónica, quien en ese momento desayunaba en un
restaurante de la colonia Roma, de una disputa dentro del bar entre
integrantes de La Unión Insurgentes –cuyo ámbito de operaciones
comprende el corredor Roma-Condesa-Insurgentes y es protegido por Los
Caballeros Templarios– y Los Tepis, liderado por Ortiz Ponce y Said
Sánchez García.
Jerzy, de 16 años, es hijo de Jorge Ortiz Reyes,
El Tanque, quien purga una condena en el penal de máxima seguridad en
Hermosillo. Hasta su detención, hace 10 años, era el principal
distribuidor de droga en el barrio de Tepito y otras zonas de la Ciudad
de México. Actualmente, se encuentra recluido en el penal federal de
Hermosillo, Sonora. Said es hijo de Alejandro Sánchez Zamudio, El Papis,
también preso por delincuencia organizada y extorsión.
Dax le
ordenó al Polo entretener a los tepiteños, mientras los miembros de La
Unión Insurgentes pedían refuerzos. “Los Tepis están enfiestados y los
pendejos no se han dado cuenta de que los de La U están entrando y
saliendo. Yo creo que esto va a valer madre”, dijo un empleado del bar.
Cuando
llegaron los refuerzos de La Unión Insurgentes –Chucho Carmona, El
Javis, Hummer, Calabazo, Flaquito, Camaleón, Leinad Chuta y Panqué,
entre otros–, El Polo ordenó al dj apagar la música y encender las
luces. “Me acaban de avisar que va a haber un operativo, tenemos 20
minutos para desalojar”, justificó.
Así, sin aparente violencia de
por medio, salvo porque un testigo vio que uno de los de La U llevaba
una arma, la agrupación de narcomenudistas apadrinada por Los Caballeros
Templarios se llevó a Alan Omar Atiencia Barranco; Eulogio Fonseca
Arreola; Guadalupe Karen Morales Vargas; Gabriela Téllez Zamudio;
Montserrat Loza Fernández; Rafael Rojas Marines; Jennifer Robles
González, El Toñín; Zoé Alberto Osorio Sansón, El Zoé; Luis Ramón
Rodríguez Morales, El Chupón; Jerzy Ortiz Ponce; José Piedra Moreno, El
Chupetes; Aarón Piedra Moreno; Gabriela Ruiz Martínez, y Said Sánchez
García. De ellos, 12 no aparecen aún.
El pasado 6 de junio, un
presunto miembro de La Unión Insurgentes, cuya identidad no se dio a
conocer, declaró a la agencia EFE que a los 12 tepiteños “se lo
quebraron”. Los ejecutores, dijo, son sicarios de Los Caballeros
Templarios.
El motivo, según el confidente: vengar la muerte del
narcomenudista Horacio Vite, quien trabajaba para dicho grupo en el bar
Black. “Lo dejaron como a un perro en un árbol con un balazo”, dijo a la
agencia española. Asimismo afirmó que Los Caballeros Templarios dominan
el negocio de la droga en la Zona Rosa.
Una testigo declaró a la
PGJDF que durante el desalojo los tepiteños fueron heridos con arma
blanca. “Alcance a escuchar al Javi y El Chucho cuando decían que el
asunto del Heaven ya había valido verga”. A varios de los desaparecidos
“ya los habían picado”; a dos de ellos, incluso, comentó, se los habían
llevado para “darles una lección”.
Aparte de la disputa por el
corredor urbano que concentra la mayoría de los antros de la Ciudad de
México, donde cientos de jóvenes suelen acudir los fines de semana a
“reventarse”, un presunto desencuentro entre Jerzy Ortiz y Horacio Vite
por la venta de drogas derivó en la ejecución de este último la
madrugada del 24 de mayo.
Horas antes Vite sacó del bar a Ortiz.
Le advirtió que era él quien controlaba la venta de drogas en ese lugar.
Luego del altercado, cuatro sujetos encabezados por Bryan Enrique
Torres Razo, vecino de Tepito, ingresaron al bar Black con la orden de
“darle piso” a Vite.
El narcomenudista no estaba en el lugar, por
lo que decidieron esperarlo en la calle. Cuando llegó, Vite entró al
antro, detrás de él iban Torres Razo y sus acompañantes. Lo cercaron y
lo sacaron a empellones. En el forcejo uno de los agresores hurgó en sus
bolsillos. Luego le ataron las manos y se lo llevaron a la calle
Mexicali, donde lo tundieron a golpes y le pegaron un tiro en la nuca
con una pistola .9 mm.
Al final colocaron el cuerpo junto a una
jardinera y huyeron en dos autos. La policía encontró en la bolsa del
pantalón de la víctima seis bolsitas de cocaína. Horacio Vite, El
Chaparro, tenía su domicilio en Tultitlán, Estado de México, una de las
plazas controladas por La Familia Michoacana.
El mayor tianguis
A
pesar de contar con la mayor fuerza en el territorio nacional –74 mil
efectivos, sin contar las corporaciones federales y militares–, las
autoridades de la Ciudad de México no pudieron impedir el asentamiento
de cárteles mexicanos y colombianos en el corazón político, económico y
social del país.
Desde hace poco más de dos décadas, células de
los cárteles de Juárez, Los Arellano Félix, Los Valencia, del Golfo,
Culiacán y de Cali tienen una activa presencia en el Distrito Federal y
su zona conurbada; más recientemente, Los Zetas, Los Guerreros Unidos,
La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios también han dejado
sentir su presencia.
Esos grupos criminales han dejado sus huellas
por todos lados: ejecuciones, decapitaciones, introducción de todo tipo
de drogas, operaciones de lavado de dinero, ajustes de cuentas,
levantones y atentados contra jefes policiacos federales y locales. Su
prolongada estancia en la capital, además de la creciente violencia, ha
convertido el entorno y a los 17 municipios conurbados en el tianguis de
estupefacientes más grande de país.
Buena parte de la droga que
entra a la capital y solía tener como destino final el mercado
estadunidense, ahora se comercializa en al menos 10 mil puntos de la
megaurbe; 4 mil 500 son narcotienditas. La razón: en el Distrito Federal
se concentra casi 50% de la población adicta del país, alrededor de 500
mil personas según datos de la Secretaría de Salud.
Y aun cuando
las autoridades capitalinas niegan su existencia, el Cártel de Tepito no
ha desaparecido; sólo han cambiado su denominación y sus socios.
Surgió
en los ochenta, cuando integrantes de la familia Arias –David y Víctor
Arias Pérez, Narciso y Ulises Arias Solorio y Héctor y Gustavo Arias
Orozco– unieron fuerzas y comenzaron a comercializar cocaína, mariguana y
psicotrópicos en ese cuadrante formado por 57 calles. La venta de
grapas de cocaína y mariguana se extendió luego a colonias de la
delegación Gustavo A. Madero, en el norte de la Ciudad de México.
La
familia Arias se alió con otro grupo de Tepito dedicado a la venta de
droga a gran escala liderada por el padre de Jerzy Ortiz, Jorge Ortiz
Reyes, El Tanque, y Fidel Camarillo Salas, El Papirín, y Juan Carlos
Rodríguez, El Colombiano. De esa fusión surgió el Cártel de Tepito.
En
abril de 2001 el entonces titular de la PGR, Rafael Macedo de la
Concha, aludió a esa organización a raíz de la detención de un operador
de Los Arellano Félix, quien en esa época se alió con los principales
distribuidores de ese barrio.
El gobierno capitalino puso en
marcha un operativo gracias al cual logró capturar al Tanque, al Papirín
y al Colombiano. El Cártel de Tepito se atomizó y surgió una docena de
grupos (Proceso 1274).
Alianzas tepiteñas
Según
de las investigaciones derivadas del caso Heaven, Jerzy Ortiz intentaba
seguir los pasos de su padre, aun cuando él aseguró la semana
antepasada al diario español El País no saber a qué se dedicaba su hijo.
Señaló, sin embargo, que las autoridades capitalinas saben
perfectamente bien quién controla la venta de droga en Tepito.
El
caso de Jerzy no es el único. De acuerdo con datos obtenidos por
Proceso, una buena parte de los jóvenes desaparecidos andaba en malos
pasos. Gabriela Téllez Zamudio y Jennifer Robles González, por ejemplo,
tenían nexos con una persona identificada como El Grande, a quien
testigos del bar Black involucran en el crimen de Horacio Vite.
De
acuerdo con la PGJDF, El Grande se dedica a la extorsión (cobro de
piso) en Tepito y otras zonas de la ciudad. Sus operadores son, entre
otros: los hermanos Josué y Aarón Piedra Moreno, Luis Antonio González
Torres y Alán Omar Atiencia Barranco –este último fungía como dealer en
el corredor Condesa-Roma-Insurgentes y está casado con Guadalupe Karen
Morales Vargas–.
El 26 de mayo Aarón iba acompañado de Gabriela
Ruiz Martínez; González Torres mantenía una relación sentimental con
Monserrat Loza Fernández. Rafael Rojas Marines, otro de los
desaparecidos, dealer de Los Tepis y familiar de El Lobo y El Quick,
quienes operan el centro nocturno El Deep, ubicado en el perímetro de la
delegación Gustavo A. Madero.
El barrio de Tepito está formado
por 57 calles, la mayoría de ellas invadidas por más de 20 mil
ambulantes, quienes contravienen la ley, pues no aportan sus cuotas a la
Tesorería capitalina.
La pobreza aparente que reina en ese
histórico espacio urbano colindante con el Centro Histórico es pura
fachada. Muchas de las vecindades construidas después de los sismos de
1985 y viviendas semiderruidas en realidad son bodegas y están repletas
de mercancía, gran parte de la cual es ilegal.
El comercio formal
también opera en la ilegalidad: más de 50% de los establecimientos
formales no tienen permiso para operar y tres unidades habitacionales
construidas en anteriores administraciones no existen legalmente pues
carecen de escrituras.
Las más de 60 organizaciones de ambulantes
fijos y semifijos reconocidas por las autoridades forman parte del
submundo de la ilegalidad y de los negocios turbios de Tepito, cuna de
grandes deportistas, convertido ahora en semillero de sicarios que se
venden al mejor postor.
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