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jueves, agosto 12, 2010

65 aniversario de la masacre de la Bomba Atómica. ¡Estados Unidos nunca ha pedido perdón!

El 6 de agosto de 1945 el infierno habitó Hiroshima: de los 350.000 habitantes, 140.000 murieron antes de que finalizara ese año. Tres días después, los estadounidenses lanzaban el segundo artefacto nuclear sobre Nagasaki. Mañana, por primera vez, un representante del gobierno estadounidense participará en un acto en recuerdo de las víctimas. En una bochornosa mañana de verano, Sunao Tsuboi, de 20 años, se dirigía a la universidad. De repetente, ante sus ojos, un destello y un momento después, la violencia de una explosión lo empuja al suelo. Son las 8:15 horas. “Me encontré de nuevo sobre la acera, quemado de pies a cabeza y envuelto en humo”, recuerda a sus hoy 85 años. “Pensé que iba a morir”. Tras varias horas de vuelo desde la pequeña isla de Tinian, a unos 2.500 kilómetros al sureste de Japón, el bombardero estadounidense “Enola Gay” lanzó la primera bomba atómica con el inocente nombre de “Little Boy” a 580 metros del hospital Shima, en pleno centro de Hiroshima. El destello provocado por la primera bomba atómica jamás utilizada en una guerra convirtió la ciudad en un infierno: en segundos, una fuerte ola de presión y calor de al menos 6.000 grados convirtió la ciudad en un infierno en llamas. De los 350.000 habitantes murieron de un plumazo más de 70.000 y hasta finales de diciembre de 1945 la cifra de víctimas mortales ascendía a 140.000. Tres días después, los estadounidenses lanzaban la segunda bomba atómica sobre Nagasaki. Hasta diciembre de 1945 murieron allí unas 70.000 personas. Sin embargo, la verdadera cifra nunca se supo, debido a las víctimas que murieron después por las consecuencias de la radiación. Estados Unidos debería reconocer que “cometió un gran error”, considera Tokiko Kato. La cantante asumió el papel de narradora en un film documental sobre un japonés que sobrevive a ambos lanzamientos. Estados Unidos no lanzó las bombas porque no tuviera otra opción para poner fin a la Segunda Guerra Mundial, sino porque quería probar las bombas. Ahora, con motivo del 65 aniversario del lanzamiento, un representante estadounidense participará por primera vez en un acto en recuerdo de las víctimas de Hiroshima. El embajador estadounidense en Japón, John Roos, participará en la conmemoración junto con otros representantes de potencias atómicas, según un cable de Dpa. “Demasiado tarde”, opina Haruko Moritaki. La japonesa representa a la organización Coalición Internacional para Prohibir Armas de Uranio (ICBUW, según sus siglas en inglés), que trabaja por la eliminación de las armas nucleares. “Estados Unidos es el único país de la Tierra que ha utilizado la bomba atómica y aún posee armas atómicas”. La japonesa espera que el presidente estadounidense, Barack Obama, que en enero manifestó su intención de visitar Hiroshima, lo cumpla. El presidente estadounidense es al fin y al cabo Premio Nobel de la Paz, opina Moritaki. La historia de la bomba atómica en Japón se escribió inevitablemente en Japón desde la perspectiva de las víctimas. El hecho de que Hiroshima fuera un “castigo justo” por la guerra agresiva de Japón, lo aceptan sólo unos pocos. Japón cometió injusticias, pero las bombas atómicas fueron un crimen contra civiles inocentes. En realidad, según creen numerosos historiadores, militarmente no eran necesarias. El emperador japonés Hirohito no anunció la capitulación de Japón por radio hasta el 15 de agosto de 1945, pero el país ya se encontraba muy afectado y se habría rendido antes o después, según muchos historiadores. Sunao Tsuboi no se entero de la capitulación de Japón, porque estuvo 40 días inconsciente. “Cuando escuché la noticia no me lo podía creer”. Hoy el japonés trabaja por la abolición de las armas atómicas. Como otros supervivientes de la catástrofe, Tsuboi no se cansa de contar en conferencias en Japón, Estados Unidos y otros países sus horribles vivencias, para mantener vivo el recuerdo de lo acontecido. Sin embargo, la relevancia de Hiroshima es cada vez menor. Activistas por la paz como Sumeteru Taniguchi, de 81 años, que perdió durante el ataque a Nagasaki una gran parte de la piel por el calor y aún hoy sufre las consecuencias, están frustrados por los escasos avances en las negociaciones para reducir los arsenales mundiales de armas nucleares. El hecho de que Japón se haya comprometido ahora a colaborar con la potencia nuclear India en el uso civil de la energía atómica, indignó a los activistas. “¿Quieren un acuerdo nuclear? ¿En qué piensan?”, se indigna Taniguchi en una conversación con la agencia de noticias Kyodo sobre la actitud de su propio gobierno. Como otras víctimas ya ancianas, el japonés teme que las voces de los supervivientes pronto se dejen de oír. “No puedo morir en paz si no soy testigo de la abolición de las últimas cabezas nucleares de este mundo”, asegura. En un editorial del diario de la resistencia francesa “Combate”, el célebre escritor argelino Albert Camus escribió sobre la bomba en Hiroshima: “La civilización mecanizada acaba de alcanzar la última etapa del barbarismo”.
“En un futuro cercano tendremos que elegir entre el suicidio total y el uso inteligente de las conquistas científicas () esto puede no más ser simplemente un rezo”, dijo Camus, autor de las novelas “El Extranjero” y “La Peste”, entre otras obras que lo llevaron a ganar el Premio Nobel de Literatura. Telam

domingo, agosto 08, 2010

Hiroshima-Nagasaki-1945-2010

Por Susana Roberts*

Durante los primeros días del mes, 6 y 9 de agosto respectivamente, se conmemora el aniversario número 65 del terrible genocidio humano ocurrido en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Cuando la bomba explotó en Hiroshima con su potencial de 12.5 Kilotones produjo un daño letal a 5 km con una radioactividad del 17 % y la térmica [1] aumentó el 33%; pocos días después, Nagasaki, con 23 kt más de poder sobre la anterior, el 96% de la población falleció y el resto contrajo queloides, leucemias, cáncer…

En el presente EEUU tiene 7.200 armas nucleares, Rusia 6.000 y otros países en menor medida como India, Reino Unido, Pakistán, Francia, Israel, Corea del Norte. Un submarino nuclear como Poseidón tiene 9 MT. Los misiles intercontinentales alcanzan 2.500 millas en 12”. Una explosión causa inmediatamente un colapso al sistema, comunicaciones, suelo clima, electricidad, seguridad, y produce el invierno nuclear. En la actualidad con la potencia superior que estas armas poseen bastaría una detonación entre Pakistán e India para causar 5 millones de toneladas de hollín hacia la estratosfera, el hollín absorbería suficiente radiación para calentar los gases circulantes poniendo en marcha una serie de reacciones químicas que destruirían buena parte de la capa de ozono que protege a la tierra de la radiación ultravioleta.

Sabemos que la violencia social genera conflictos étnicos, terrorismo, guerras civiles, regionales… guerra nuclear.

Los gastos de la guerra son más de un trillón de dólares por año-EEUU. Si se pudiera parar la carrera armamentista por unas horas, con ese dinero se podrían producir 300 billones de vacunas; por 4 días se podría controlar la malaria; por seis meses, se pondrían en práctica programas por 20 años para alimentos y salud necesarios para países más necesitados.

En el mundo cada día mueren de hambre 24.000 personas: una cada 3,6 minutos, tres de ellos son niños menores de cinco años.

Este poema y otros más serán leídos en su versión original en inglés en Japón el día 5 de agosto del corriente año frente al Alcalde de la ciudad y a los hibakushas (sobrevivientes) en actos solemnes y conmemorativos.

Escribí este poema en honor de Tsutomu Yamaguchi, fallecido a principios de este año tras una batalla con el cáncer de estómago. Tenía 93 años. El único hombre reconocido como un sobreviviente de las dos bombas atómicas que en Japón cayó al final de la Segunda Guerra Mundial...

Yamaguchi estaba de paso en la ciudad por viaje de negocios para su empleador, Astillero Mitsubishi. En ese día, 6 de agosto 1945 a las 8.15 horas, recordó: "Fue muy claro, un día realmente bueno, no hay nada inusual en ello. Yo estaba de buen humor", dijo. "Mientras caminaba a lo largo, oí el sonido de un avión, sólo uno. Miré hacia arriba en el cielo y vio que el B-29, dejó caer dos paracaídas. Yo estaba mirando al cielo, a ellos, y de repente… fue como un flash de magnesio, una gran llamarada en el cielo, y yo estaba derribado”.

¡Mira mi edad, noventa y tres!
muchas cicatrices en mi alma

Gritando nombres, lugares y el agua contaminada
sediento para beber
no hay más agua limpia de
este horizonte negro de lluvia
y soportan mis venas
el dolor conjunto
con el daño de todos los cuerpos
de aquellos que permanecen ciegos
a los ojos del amor
en el cielo azul
asustados por las sombras las tinieblas

Mi sangre atrapó grave enfermedad
Y sobrevivió para contar a otros
la voz caliente de la arruinada Hiroshima

"Little Boy" del diablo
tomó de la vida de las almas
amor sin compasión
todos los sueños quemados
todas las células quemadas
cada lágrima quemada
cada suspiro quemado
dentro de mi cuerpo
en la puerta del cielo.

Alrededor de 140.000 personas murieron en Hiroshima y otros 70.000 en Nagasaki.

Muchos de los que sobrevivieron sufrieron toda una vida de problemas de salud relacionados con la radiación, incluyendo el cáncer. Yamaguchi perdió la audición en su oído izquierdo en las explosiones, y sufría de leucemia aguda, cataratas y otras enfermedades relacionadas con las bombas en los años posteriores.

Con quemaduras graves, Yamaguchi regresó a casa, a Nagasaki, sólo para experimentar el horror de nuevo.

Defendamos la vida: ¡Basta a la carrera armamentista!

*Poeta; Nació en la Provincia de Córdoba, República Argentina. Radicada en la Patagonia Argentina a partir de 1975, en la ciudad de Trelew, Chubut. Dr. Honoris Causa WAAC-200, ostenta, entre otras responsabilidades, la Vice Dir. IFLAC Argentina y Sudamérica; es Pr. Hon. Unión Hispanoamericana de Escritores, Miembro Global Harmony Association y Embajadora Universal de la Paz n° 537-Ginebra-Suiza.

Enviado por su autora

[1] Temperatura ambiente: sensación en la piel. N. del E.

viernes, agosto 06, 2010

Hiroshima


Sique

Hace 65 años uno de los genocidios más espantosos de los Estados Unidos fue perpetrado y nunca nadie ha llevado al Tribunal Internacional semejante crimen.


Estuve en Hiroshima a principios de este año y el Monumento a la Paz donde se encuentran los testimonios de esta masacre le deja a uno con un peso en el alma indescriptible. En general la gente mantiene un natural silencio luctuoso al ver lo que ve, valga la redundancia. Sin embargo, unos gringos miraban las fotografías de la gente calcinada, como si estuvieran en un museo de numismática, en voz bastante alta para tal recinto expresaban las repercusiones de la acción de la bomba atómica como si en ésta no estuvieran involucrados seres humanos. Me volví hacia ellos y los conminé (en inglés) a callarse el hocico y tener más respeto hacia las personas que estaban en el museo y también hacia el genocidio que su "fucking empire" había cometido en contra de gente totalmente inocente.

Como sabrán los EEUU argumentan que la razón de este ataque y del de Nagasaki fue "terminar con la guerra". Falso, la guerra estaba por terminar, ya Japón debilitado estaba en negociaciones para rendirse. La razón fue mostrar su fuerza bélica y un disuasivo para la Unión Soviética. Así eligieron casi por volado las ciudades en las que echarían sus bombas, Kyoto estaba entre ellas. Eligieron Hiroshima y Nagasaki, siendo la primera una ciudad de gente sencilla y trabajadora que no tenía importancia bélica, fue una decisión de psicópatas.

Después de 65 años, integrantes del genocida imperio se presentan, ¿a qué? me preguntaría, ¿a ver hasta dónde podrán llegar ahora con sus arsenales bélicos? Ban ki Moon dio un discurso perogrullesco sobre el daño que pueden causar las armas nucleares, ¿te cae? y sobre el esfuerzo de la ONU en acabar con las armas nucleares ¿de veras? No hemos visto que se le diga ni pío a los Estados Unidos ni a Israel que están armados hasta los dientes y que invaden cada vez que les da la gana pudiendo acabar con el planeta con la mitad de lo que tienen. Puro bla, bla, bla e hipocresía inaudita.

Ahora Hiroshima es una ciudad moderna, con japoneses que caminan por las calles llevando el peso de la humillación. Japón no ha tenido la valentía de, al menos, correr a las bases militares gringas de Okinawa, a pesar de que su recuperación económica es suficiente para rescatar su dignidad en vez de unirse al imperio que asesinó inmisericorde a cientos de miles de japoneses y dejó secuelas que a la fecha aparecen en algunos recién nacidos. El ex ministro que renunció justamente por no haber cumplido su promesa de echar a los gringos de su país y el nuevo que tampoco ha hecho gran cosa pues a lo más que llega es a cambiarlos de lugar debían más bien hacerse el harakiri si algún honor tuvieran.


jueves, mayo 27, 2010

Israel ofreció vender armas nucleares a Sudáfrica durante el apartheid

Bajo la lupa

El presidente de Israel, Shimon Peres, quien según documentos desclasificados, en 1975 –cuando era ministro de defensa– firmó un acuerdo militar con el régimen del apartheid de Sudáfrica para venderle armas nucleares. La imagen, durante una ceremonia realizada ayer en Jerusalén en memoria de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial, en el 65 aniversario de la victoria de los aliados en EuropaFoto Ap.


Alfredo Jalife-RAHME

Antecedentes: hace un cuarto de siglo, uno de los seres más humanitarios del mundo, Mordechai Vanunu –anterior técnico nuclear israelí y admirable pacifista–, reveló al Sunday Times (5/10/86) la construcción de bombas nucleares por Israel en la planta de Dimona. Atrapado por el espionaje israelí del Mossad y luego encarcelado en forma inmisericorde, el samaritano Vanunu es tratado como “palestino” por las autoridades israelíes.

Dieter Gerhardt, anterior comandante naval de Sudáfrica, encarcelado en 1983 por espionaje en favor de la URSS, al salir liberado en 1992, al colapso del régimen apartheid (la discriminación de la minoría blanca contra la mayoría negra), exhumó la existencia de un acuerdo (bajo el código Chalet) en el que Israel se disponía a vender a Sudáfrica ocho misiles Jericó dotados de armas nucleares. Gerhardt develó al Johannesburg City Press (20/2/94) la “misteriosa” prueba nuclear conjunta de Israel y el régimen del apartheid el 22/9/79 (confirmado por The National Security Archive: diciembre 79 y 25/8/08).

Según la televisora CBS, en 1990 Israel y Sudáfrica (todavía bajo el régimen del Apartheid) realizaron una prueba nuclear conjunta en el océano Índico. El célebre investigador israelí-estadunidense Seymour Hersh reveló en su clásico libro La opción Sansón la forma en que Shimon Peres, belicoso padre de la bomba atómica israelí –por cierto, Premio Nobel de la Paz–, adquirió en forma clandestina los materiales de Francia para iniciar la construcción de centenas de artefactos atómicos.

La Federación de Científicos Estadunidenses (FAS, por sus siglas en inglés) –cuyos científicos provienen del Proyecto Manhattan, que construyó la bomba atómica de Estados Unidos y cuyas tareas son avaladas por 84 “Premios Nobel” en química, economía, medicina y física– calcula un máximo de 400 bombas nucleares clandestinas en manos de Israel, que rehúsa firmar el Tratado de No Proliferación (TNP), y no es vigilado por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) sobre las encubiertas actividades militares en el reactor Dimona.

El necrófilo canciller israelí Avigdor Lieberman, segundo de a bordo del gabinete Netanyahu, en el paroxismo del infanticidio de palestinos en Gaza, abogó lanzar bombas nucleares como “solución final”, al estilo de EU en Hiroshima y Nagasaki (Bruce Katz; Atlantic Free Press; 21/5/09). ¿Cómo se pueden lanzar bombas nucleares que supuestamente no se poseen?

Hechos: el periódico británico The Guardian (Chris McGreal, 23/5/10) publicó en exclusiva los documentos desclasificados que exhiben la incontrovertible primera evidencia “oficial” (sic) de la posesión israelí de armas nucleares. La histórica revelación va acompañada de una serie de anexos demoledores: “los memorandos y las minutas que confirman el almacenamiento y la capacidad nuclear israelíes y la política de ambigüedad estratégica”, etcétera.

El acuerdo militar secreto fue firmado en 1975 por los ministros de defensa respectivos de Sudáfrica e Israel: P.W. Botha y Shimon Peres (hoy controvertido presidente de Israel).

Que hace 35 años Israel haya ofrecido vender armas nucleares a Sudáfrica en la etapa aciaga del apartheid descubre un proyecto clandestino nuclear iniciado mucho tiempo atrás, quizá alrededor de los 70, que ha contado con el encubrimiento de EU y los aliados europeos del “Estado hebreo”, a quien desde 1948 le festejan todas sus felonías regionales, en detrimento de la legalidad internacional.

El belicoso octagenario Shimon Peres –insistimos, Premio Nobel de la Paz (¡para lo que sirven!)– ofreció dotar al régimen del Apartheid de arsenales de “tres tamaños”: convencionales, químicos y nucleares. La estrecha colaboración incluyó el suministro de “uranio amarillo” en bruto del gobierno sudafricano para la construcción de armas nucleares de Israel. Los documentos secretos fueron desclasificados por Sasha Polakow-Suransky, académico de EU –por cierto, editor principal de la influyente revista Foreign Affairs, y quien obtuvo un doctorado en historia moderna, por la Universidad de Oxford.
Polakow-Suransky solicitó al presente gobierno de Sudáfrica (Congreso Nacional Africano), liberado del yugo del Apartheid, la desclasificación de documentos oficiales que sirvieron de base para su libro La alianza impronunciable: la secreta alianza de Israel con el apartheid de Sudáfrica (ed. Pantheon, 2010), de reciente aparición.

Mediante su notable excavación arqueológica, Polakow-Suransky tritura toda la hipocresía de los gobiernos israelíes sobre la posesión de armas atómicas cuando exigen desvergonzadamente el desmantelamiento ajeno (v.gr. el programa nuclear todavía civil de Irán, firmante del TNP y motivo de incómodas inspecciones de la AIEA).

En Israel intentan diluir su flagrante hipocresía con el eufemismo oficial de “ambigüedad”: es decir, ni niegan ni confirman la posesión de entre 200 y 600 bombas atómicas, como si la materia nuclear, el punto más sensible de la actividad humana, fuera un asunto privado de alucinantes canonjías paleobíblicas.

Según Chris McGreal, el gobierno israelí intentó impedir la desclasificación de los comprometedores documentos secretos, cuyas “revelaciones serán embarazosas”, particularmente cuando la revisión quinquenal del TNP en Nueva York aborde la “zona libre de armas nucleares en Medio Oriente”, propuesta por Egipto y los países árabes.

A juicio de McGreal, las revelaciones “socavan los intentos de Israel de sugerir que, en caso de poseer bombas nucleares, es en su calidad de potencia responsable, que no usará indebidamente, mientras países como Irán no pueden ser confiables”. Sin todavía arrojar sus armas atómicas sobre las poblaciones de la región, con su simple fuerza convencional de enorme letalidad, Israel ha ejercido en los pasados 62 años las mayores devastaciones bélicas que haya conocido Medio Oriente en toda su historia.

Algo habrá pasado en el trayecto –Polakow-Suransky da a entender que por motivos de “costos”– para que, en lugar de vender las armas nucleares a Sudáfrica, Israel haya colaborado en la construcción de las seis bombas atómicas del régimen del Apartheid, que luego el gobierno de mayoría negra eliminó voluntariamente, sin que nadie se los agradezca en el mundo. Éste constituye un clásico ejemplo cuando cierto tipo de negros se comporta mejor que cierto estereotipo de blancos.

Conclusión: Simon Tisdall plantea en The Guardian las consecuencias: “Ahora el velo roto ha sido puesto de lado. La prueba de que Israel es un Estado nuclear, sin ninguna duda, significa el fin a los asentimientos, guiños y ojos ciegos. Confirma que Israel es la primera potencia armada del Medio Oriente y desafía a todos (sic) los países de la región, incluyendo a Irán, a enfrentar en forma separada o conjunta la amenaza que deriva en el hoy innegable desequilibrio militar”.

¿Ahora quién, que no sea un hipócrita global, se atreve a pedir cuentas a Irán, quien aún no posee bombas nucleares?

¿Cómo enfrentar la amenaza clandestina de las armas nucleares de Israel?

domingo, febrero 01, 2009

Una conciencia tardía pero irreversible


Notas de la semana


Una conciencia tardía pero irreversible

El 5 y el 6 de agosto de 1945 se lanzan dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
Por lo pronto, el horror generalizado, las fotos disponibles y la emergencia del hongo en el imaginario internacional, unidos al estrépito de la Segunda Guerra, ahogan el rechazo de este procedimiento. Tarda un año el primer gran reportaje sobre lo acontecido, del periodista John Hersey, al que el semanario New Yorker le dedica el número entero, sin columnas ni caricaturas.
Según el reportero Steve Rothman (en 1997), Hiroshima no es el primer trabajo sobre el etnocidio. Ya en 1946 la revista Collier’s publica un primer exposé, sobre el estallido y sus consecuencias atroces. Sin embargo, ni las revelaciones previas ni el notable reportaje de Hersey provocan una respuesta masiva, no se admiten leyes, y lo casi seguro es que el texto no tiene un impacto específico en la estrategia militar o política exterior de EU.
Sesenta años más tarde, las atrocidades del Ejército estadounidense en Abu-Ghraib y Guantánamo sí generan una respuesta internacional de gran magnitud. Los acontecimientos no son de modo alguno comparables, pero en ese lapso se ha desarrollado con fuerza la noción de los derechos humanos, y el rechazo a la barbarie es lo que señala la diferencia.
* * *
Con tardanza y no sin hipocresía a raudales se implanta la conciencia internacional de los derechos humanos, en medio de gravísimos impedimentos; por ejemplo, el veto del gobierno estadounidense al enjuiciamiento por la Corte Penal Internacional del comportamiento de sus soldados; por ejemplo, las grandes potencias que se mantienen a la expectativa mientras se consuma el “experimento” filonazi de los serbios contra los musulmanes.
Y también, con las demoras del caso se implanta la resistencia social y jurídica ante los actos de brutalidad de los cuerpos policiacos y los ejércitos. La lucha contra la tortura está en el centro de la defensa de los derechos humanos.
“Primero fusílenlo y después inician el proceso”
¿Quién da las órdenes y por qué siempre hay quienes las acatan con ferocidad y rigor? En el siglo XX se acumulan a tal grado el odio y la vileza que, paradójicamente o no, al asombro puede sucederlo el pasmo. Idim Amin en Uganda filma sus matanzas y guarda las cabezas de sus enemigos en un refrigerador; Gustavo Díaz Ordaz, con tal de recibir sin problemas a los visitantes de los Juegos Olímpicos, ordena la represión sangrienta el 2 de octubre en Tlatelolco; Augusto Pinochet concentra a los prisioneros en el estadio de Santiago; los militares argentinos se deleitan con la tortura. En la guerra sucia de México de la década de 1970, los encargados de ejecutar a guerrilleros y terroristas arrojan los cuerpos torturados al mar. En Guatemala se extermina por sistema a las comunidades indígenas. En Irán, el sha le ordena a la Savak la eliminación de sospechosos y amigos de sospechosos y vecinos de sospechosos. Y el sucesor, el ayatolla Jomeini, manda fusilar a “pro occidentales” y “delincuentes morales” (adúlteros, homosexuales, vendedores de mariguana).
En el siglo XX, a la indiferencia ante la tortura, el asesinato, el encarcelamiento injusto, no la engendra el mal en estado puro ni la impunidad de un puñado de individuos carismáticos deseosos de infligir dolor y muerte. Más bien, la operación responde a la disminución del valor de la vida humana en un mundo regido por el individualismo extremo. Y ante esto, lo declarativo —documentos de la ONU y la UNESCO, leyes de las naciones, llamados de los clérigos— suele disponer de escasa importancia, en tanto que las acciones de exterminio se sustentan en esa “ignorancia” que es miedo, es desinformación involuntaria y voluntaria y es táctica de supervivencia.
¿Quién protesta en la Alemania nazi cuando las detenciones masivas y las deportaciones de judíos, gitanos y homosexuales? ¿Por qué son tan excepcionales los clérigos, como el pastor Martín Niemoller, opuestos públicamente al Holocausto? ¿Cuántos le hicieron caso en la izquierda mundial a las denuncias sobre los procesos de Moscú, de Praga, de Budapest, de Berlín Oriental? ¿Por qué no existió en la derecha indignación moral alguna ante las atrocidades de Franco en España, de Oliveira Salazar en Portugal, de Trujillo en Santo Domingo, de Somoza en Nicaragua, de Stroessner en Paraguay? ¿Qué gobiernos boicotearon al régimen de Sudáfrica mientras duró el apartheid? La moral admite aplazamientos, y a esto también se le llama historia.