foto: miguel dimayuga
Si bien el gobernador Ulises Ruiz detonó con sus agravios la formación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, este conglomerado de organizaciones sociales ya desarrolló un eficaz sistema de comunicación y resistencia basado en su cultura comunitaria, expone Proceso en su edición en circulación.
Desde el domingo 29, cuando la Policía Federal Preventiva (PFP) estableció retenes en la carretera 190 al Istmo, en Zaachila y en el Puente de Guelatao, y entró a la capital del estado para “reestablecer el orden”, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) sorprendió con su capacidad para enfrentarla y, de hecho, la obligó a replegarse.
En cinco meses del movimiento social –que comenzó con demandas magisteriales, se amplió para exigir la renuncia del gobernador Ulises Ruiz y que ahora planea su congreso constitutivo–, la APPO dejó de ser sólo una muchedumbre que grita consignas, marcha por las calles y se planta en el Zócalo. Se trata de una agrupación de autodefensa bien estructurada, que ya planea la transición democrática en su estado.
Para conseguirlo, la APPO ha recogido las formas históricas y tradicionales de organización popular, ya sea para convocar a sus reuniones o para alertar sobre los ataques de sus adversarios.
Las barricadas, los cohetones, las bazucas caseras –niños y adolescentes saben cómo fabricarlas—, bombas molotov, petardos o “coyotas”, son los recursos con los que los oaxaqueños han respondido a la incursión de la PFP.
Ahora los dirigentes de la APPO pretenden impulsar un cambio en la forma de gobernar el estado, pero advierten que si la administración federal sigue en la lógica de la confrontación, pondrá en riesgo a sus instituciones, comenzando por la PFP, destaca el reportaje que aparece este domingo 5 de noviembre en Proceso.
1 comentario:
Lo que ni siquiera la Secretaría de Gobernación imaginaba: que la PFP fuera obligada a replegarse.
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