Desde el medio día empezaron a abarrotarse las calles que rodean al Teatro de la Ciudad de México. A pesar de los pocos espacios que los medios de comunicación conceden a las actividades del gobierno legítimo la gente se las ingenia para enterarse dónde anda su presidente. Es admirable el respeto y el cariño que inspira Andrés Manuel, a diferencia del repudio que despiertan Fox y Calderón. Uno rodeado de vivas, los otros de vallas metálicas, guaruras y policías; uno alentando la esperanza, los otros sembrando el temor. Y, ¿qué vale más en estos momentos de crispación por los que atraviesa el país?...Es cierto que un sector de la población está de acuerdo con la imposición, aunque en su interior prevalezca la duda sobre
los resultados de la elección, y es cierto también que ese sector sigue creyendo que la continuidad del modelo económico iniciado con Salinas nos sacará de la crisis. Finalmente a ellos les va relativamente bien, se han hecho de bienes materiales y mantienen sus privilegios. Pero siendo honestos la mayoría de los mexicanos padece los estragos de los malos gobiernos del PRI, y ahora del PAN, y rechaza la parafernalia que rodea a la clase política. Por eso la designación de este "Gabinete Legítimo", pienso yo, es un acierto más de Andrés Manuel. En primer lugar por la sencillez de sus integrantes, acá no hay petulancia ni aires de grandeza, mucho menos aspiraciones de enriquecimiento ilícito. Aunque para muchos no son conocidos
los integrantes del gabinete, todos tienen una característica que los unifica: se ganaron la confianza de Andrés Manuel y eso los compromete a actuar en la misma línea que él. En pocas palabras, trabajarán en beneficio del país y de todos sus habitantes sin distinción. La verdadera autoridad no se gana con un cargo, como se cree, la autoridad se gana con el conocimiento
y el cumplimiento de la tarea encomendada, así como con la honestidad para reconocer los límites. Me pregunto porqué son tan queridos Bernardo Bátiz, Claudia Sheinbaum y Mario Alberto di Constanzo, entre los más aplaudidos el día de ayer, simplemente porque su capacidad profesional los hizo actuar congruentemente. Y eso lo percibimos todos. Los seres humanos no somos infalibles, cometemos errores, fallamos en el intento, lo importante es
saber corregir y retomar el camino. No tengo los elementos para juzgar si la designación que hizo Andrés Manuel fue la correcta, de lo que estoy completamente segura es que si en la marcha se requiere de algún ajuste él lo hará. Por el momento aplaudimos la designación y respaldamos su decisión.
Decía que la concurrencia al lugar fue impresionante, no sólo por la cantidad sino por la calidad de gente que acudió. Los que tuvimos la oportunidad de entrar al recinto fuimos testigos de un hecho que pasará a la historia. Quedaron atrás los actos revestidos de opulencia para dar paso a momentos cargados de emotividad, sensibilidad y compromiso real. Se acabaron las retóricas falsas y aburridas. Esa sencillez de la que hablé al principio
permitió un acercamiento verdadero entre gobernantes y gobernados, como
debió haber sido siempre. La escritora Laura Esquivel nos ofreció un exquisito preámbulo con el que definió la legitimidad de nuestro presidente. César Yáñez presentó a cada miembro del gabinete sintetizando preparación y trayectoria de cada uno. Andrés Manuel pronunció un sentido y duro discurso inspirado en el difícil momento que atraviesa el país, al tiempo que
confirmó su compromiso de seguir adelante con optimismo porque sólo así sostendremos esta lucha, con la cara en alto y con alegría. Los aplausos, las consignas, el apoyo y el Himno Nacional estuvieron a cargo de nosotros.
Afuera los ánimos encendidos, la gente esperó la salida de Andrés Manuel para expresarle su cariño y su apoyo. No faltaron las protestas por la represión al pueblo de Oaxaca y a la imposición de un presidente espurio. El maestro Lorenzo Meyer permaneció en la calle más de una hora conviviendo con la gente, lo mismo que Luis Mandoki, Martí Bátres y los integrantes del gabinete. Algo nunca visto. Se acabaron las distancias, que nunca debieron existir. La calle de Donceles se volvió una romería, una fiesta común. Por más que busqué no encontré guardias de seguridad ni camionetas blindadas. Eso sí, había ambulantes vendiendo camisetas y pins del presidente legítimo. "Llévese su carita del peje o su moño tricolor pa que no lo confundan con la gente del espurio". En serio, así ofrecen su mercancía. Bueno, al menos no
son productos chinos, o quien sabe.
Algo que me impactó fue encontrar a la esposa de Octavio Romero Oropeza, quien sería nombrado Secretario por la Honestidad y Austeridad Republicana, haciendo fila para ingresar como toda la gente sin pretender un lugar especial en el teatro. De esa manera debieron comportarse los familiares de los altos funcionarios en los gobiernos que hemos padecido.
Por eso pienso que lo que está sucediendo es inédito y obedece al ejemplo de sencillez que caracteriza a Andrés Manuel López Obrador. No en balde se ha ganado la aceptación de la gente humilde que ha soportado siempre la prepotencia y el desprecio de los gobernantes. La cobertura del evento fue minimizada o nula por la mayoría de los medios de comunicación que no están entendiendo el fenómeno social que avanza a pasos agigantados por todo el país.
La Romana.
4 de noviembre de 2006.
¡NOS VEMOS EL 20 DE NOVIEMBRE A LAS 17 HORAS EN EL ZÓCALO CAPITALINO!
¡VA A SER UN DÍA MUY FELIZ!
1 comentario:
¡Excelente crónica!
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