sábado, noviembre 11, 2006

La tortura

Sique

En Editorial de La Jornada:


"Las profundas raíces de la tortura en México" se expone que el Comité contra la Tortura de Naciones Unidas cuestionó el informe que las autoridades mexicanas presentaron sobre este flagelo en el país. La conclusión es que en México los malos tratos y las violaciones a los derechos humanos siguen siendo prácticas comunes de cuerpos policiacos y funcionarios encargados de la procuración de justicia, lo que revela la incapacidad o la falta de voluntad, según sea el caso para resolverlos y ponerles fin.

¿Qué lleva a un ser humano a torturar a un semejante? El atraso económico y social sería una de las respuestas a este fenómeno. Sin embargo, desde un punto psicológico podríamos encontrar otra de sus causas en la agresión y la violencia introyectada de quienes conforman los cuerpos policíacos y de los funcionarios y que tiene ver con lo psicosocial.

Si pudiésemos rastrear la historia personal de un torturador, seguramente encontraríamos que esta persona ha sido agredida o torturada física o psicológicamente y por ello siente la necesidad de hacer con otros lo que le han hecho a ellos. El placer o la justificación que encuentran en aplicar la tortura radica en su necesidad de identificarse con sus agresores y experimentar del otro lado el sentimiento de poder que presintieron en sus victimarios. Independientemente de la cuestión personal y familiar, resulta claro que uno de los agresores principales es el gobierno al cual se le identifica con el padre. Si éste ha implantado la ley del más fuerte, es evidente que ése es el modelo superyoico incorporado a la personalidad de un torturador; si éste ha instituido la injusticia como base fundamental de su funcionamiento, ése será el paradigma dentro del cual se muevan sus acciones.

Si la tortura en nuestro país lejos de disminuir se ha agravado "con un peligroso componente de indiferencia cuando no complicidad de los gobiernos estatales y federal" es porque los gobiernos son cada vez más agresivos e indiferentes con los ciudadanos.

El antídoto para generar torturadores son las familias que cuidan y aman a sus vástagos y los gobiernos que proveen de bienestar a sus gobernados. Ninguna persona que haya recibido amor y cuidado y haya recibido como modelo la noción ética desde la infancia podrá convertirse en un torturador, porque la tortura es una perversión del impulso agresivo que en vez de liberarse por la vía de la creatividad y el trabajo, se transforma en odio hacia sí mismo y hacia los demás y se libera mediante la procuración del sufrimiento en otros en quienes se ve reflejado.

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