Federico Arreola
En Crash, la película de Paul Haggis, nunca hay modo de saber quién es el bueno y quién el malo. Lo mismo ocurre con los empresarios. De ahí que a todos les quede el saco cuando se habla de traficantes de influencias. La Jornada difundió un estudio del Banco Mundial en el que se concluye que 20 multimillonarios consolidaron sus fortunas en el sexenio foxista. En el análisis no se dan nombres de los 20 privilegiados, pero todos sabemos quiénes son. Conocemos sus biografías, en particular su más reciente hazaña: promover el fraude electoral contra la izquierda mexicana.
No lo hicieron por fanatismo derechista no hay pureza de ningún tipo en su conducta sino por defender intereses. De hecho, hay una izquierda a la que sí aceptan, como dijo Alberto Núñez, de la Coparmex: "Con la izquierda como la de Ricardo Lagos, Felipe González o Tony Blair, no hay problema porque son progresistas que ven el desarrollo del país y cómo crear riqueza. No nos gusta la izquierda de Hugo Chávez ni la de Cuba". Tampoco les gusta la izquierda de López Obrador, aunque éste muy poco tenga que ver con Chávez y Castro.
Generar riqueza no es el problema, sino concentrarla en unas pocas manos. Por esta razón tiene tan mal prestigio el modelo neoliberal. En abril Everardo Elizondo, del Banco de México, admitió que como el modelo neoliberal "no está produciendo la prosperidad que antes se le atribuía", se han alzado voces que exigen cambiarlo. Pero, en su opinión, esa no es la solución, sino "la profundización del modelo actual". Vaya lógica: la máquina que no funciona, no hay que arreglarla sino utilizarla mucho más. A ver quién paga el costo cuando los engranes echados a perder se quiebren.
Más que el modelo neoliberal, lo que perjudica a la sociedad mexicana es la corrupción, la podredumbre que surge de prácticamente cada acto que liga al gobierno con los empresarios. Es inmoral que los funcionarios encumbrados vivan en casas de lujo que no pueden pagar con sus salarios. Es indignante que cada fin de sexenio los políticos que se retiran emprendan grandes negocios. Si los empresarios aceptan asociarse con los políticos no se debe a la simpatía natural de éstos, naturalmente. Ni es por el encanto de los funcionarios que sobran los empresarios dispuestos a pagarles numerosos viajes en yates o en aviones privados para bucear en mares exóticos o para esquiar en las nieves más exclusivas del mundo.
La corrupción y el abuso todo lo han echado a perder en México. Banamex, el 12 de abril presentó el estudio Perspectivas para el negocio bancario en México. Aquí dio la voz de alerta ante la posibilidad de un triunfo de López Obrador: como éste es "un declarado antagonista de los bancos... puede representar mayores presiones a la banca para reducir las comisiones que cobra por la prestación de sus servicios". Para Banamex, una reducción en los cargos por servicios bancarios equivale a una catástrofe que obligaría a la banca a otorgar más créditos a las empresas. Si en las elecciones se imponía el programa económico de izquierda, lo denunciaban los propios banqueros, el sistema bancario iba a tener que regresar a lo que antes hacía: captar y prestar dinero, que por cierto es lo que en esencia deben hacer los bancos. El negocio bancario ha perdido en México su significado básico, lo que tiene sin cuidado a los banqueros: en el nuevo escenario ganan mucho más. Por el cobro de comisiones, un rubro que no existía en sus estados contables en 2000, la banca comercial obtuvo más de 214 mil millones de pesos en los primeros cinco años del gobierno de Fox.
El problema del modelo, además de la corrupción, está en el abuso tolerado por el gobierno. En la teoría neoliberal, el consumidor es soberano. En México, el que paga es un pobre diablo. Viajé a Guadalajara el 25 de noviembre y batallé para encontrar hotel porque no hice reservaciones a tiempo. Pagué mi falta de previsión, literalmente, muy caro. En el Fiesta Americana, propiedad de Gastón Azcárraga, quisieron abusar con la cuenta. Se me quiso cobrar por consumos del servibar que no hice, si no por otra cosa, porque en la habitación que me asignaron, a pesar de su tarifa cinco estrellas, no había servibar. Lo que sí pagué fueron casi 50 dólares por dos días de uso de Internet. Un robo. En los hoteles más fastuosos del mundo no se cobra tanto por el acceso a la red. El colmo fue que en la factura me cargaron 10 pesos para la Fundación Posadas, que por los antecedentes de don Gastón pudiera ser un centro de estrategias comiciales.
En febrero, López Obrador visitó Valle de Bravo invitado por Emilio Azcárraga Jean. En El Universal leí que "López Obrador y Azcárraga Jean se dieron un fuerte abrazo entre sonrisas y bromas. Cuando el perredista se dirigía a la camioneta, el empresario lo alcanzó, al tiempo que le decía: '¡Este es otro país!'".
Mintió Emilio, ni él ni los otros multimillonarios quisieron que el nuestro fuera, realmente, otro país.
No, no "es otro país" en el sentido que utilizó este hipócrita, pero sí es otro país en cuanto a la conciencia de más y más mexicanos que están despertando. Es importante que dentro del cambio que se está operando entre estos mexicanos esté el cambio del estilo vida que implica varias cuestiones. Una de ellas, en base a lo Arreola plantea, es no utilizar más de un banco y una tarjeta de crédito si es que es indispensable por el quehacer profesional que se tiene, pero si se puede prescindir de ésta, mejor.
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