Carlos Fernández-Vega
Más allá de la sospechosa cuan unánime celeridad con la que diputados de todos los partidos aprobaron la Ley de Ingresos para 2007, queda claro que el "gran proyecto fiscal" del Ejecutivo y el Legislativo se reduce al concepto tradicional: mayor carga para los causantes cautivos y menor para las ganancias del capital.
En aras de "promover la inversión y la competitividad" como se justifica en los círculos hacendarios , la tasa del impuesto sobre la renta sigue a la baja (mientras los gravámenes al consumo transitan por la ruta contraria), convirtiendo a México en uno de los países con menor carga fiscal para el capital, cada vez más alejado del promedio de las naciones integrantes de la OCDE y otras con las que se presume cercanía e identidad a la hora de hacer negocios.
Esa misma organización multilateral advierte que uno de los grandes retos para México "es la dependencia relativamente baja en los impuestos al ingreso: sólo 26 por ciento del ingreso proviene del impuesto sobre la renta (a las personas y las empresas), en comparación con un promedio de la OCDE de 34 por ciento. La tasa máxima de impuesto al ingreso de las personas en México (30 por ciento en 2005, 29 por ciento en 2006 y 28 por ciento en 2007) es menor que el promedio de los países de la OCDE, muchos de los cuales tienen tasas máximas de más de 40 por ciento. Esto podría deberse más a problemas de la administración tributaria y a la evasión o elusión fiscal que a la estructura impositiva misma".
El impuesto sobre la renta para las empresas mexicanas fue de 29 por ciento en 2006, tasa menor en un punto porcentual a la registrada un año antes. En los últimos seis años, México ha bajado, gradualmente, su tasa impositiva, de 35 por ciento en 2001, a 28 por ciento en 2007. Esta caída de seis puntos porcentuales en el periodo de referencia ubica a México entre los países en que mayor reducción ha registrado el ISR corporativo; sin embargo, los niveles recaudatorios son bajos en comparación con el de otras economías que también han ajustado este tipo de impuesto, como apunta un análisis de la Cámara de Diputados, la misma que por unanimidad sigue reduciendo la carga impositiva al capital.
Algunos justifican la reducción fiscal a las ganancias, porque, dicen, "es la tendencia internacional". Sin embargo, países como China reportan una tasa del ISR cercana a 33 por ciento, cinco puntos por arriba de México, pero con un crecimiento económico anual de 10 por ciento. Aquí, con todo y oferta fiscal, no pasamos de 2 por ciento.
En Irlanda, por ejemplo, la tasa del ISR corporativo es de 12.5 por ciento, después de registrar 40 por ciento en 1993. Esta tasa es la más baja entre los países desarrollados, pero su nivel de recaudación representa el 11.7 por ciento de su producto interno bruto, cifra 2.4 veces superior a los ingresos recaudados por México vía ISR (4.9 por ciento en 2006). A través de este tipo de política económica, Irlanda ha buscado atraer nuevas inversiones en los pasados 15 años, lo que coadyuvó a que registrara un fuerte crecimiento promedio anual de 10 por ciento en su PIB en el periodo 1995-2000, situación que condujo a que muchos bautizaran a este país como el Tigre Celta. Este ritmo de crecimiento disminuyó a 6 por ciento en 2001 y 2002 en un contexto de desaceleración mundial y en los últimos años ha registrado tasas aún menores. Esto se debió en buena medida a la fuerte competencia en cuanto a tasas impositivas e incentivos para la inversión extranjera en países como Polonia, Rumania, Hungría, Letonia, Lituania y Estonia.
La evidencia empírica internacional no es contundente en el sentido de que a menores impuestos mayor recaudación, y viceversa. Prueba de ello es Australia que, con un ISR corporativo de 30 por ciento, registra ingresos por este concepto de 18.2 por ciento como proporción del PIB, cifra superior a la observada en diversos países con bajas tasas impositivas corporativas. De igual manera, las principales economías del mundo (Estados Unidos, Japón y Alemania) presentan las tasas de ISR corporativo más altas del mundo (alrededor de 40 por ciento) y sin embargo registran recaudaciones tributarias, por esta vía, superiores al de naciones con tasas de ISR inferiores. Por ejemplo, Polonia con una tasa de 19 por ciento recauda ingresos equivalentes a 6.1 por ciento de su PIB.
En América Latina, Chile es el país que registra la tasa de ISR corporativo más baja con 17 por ciento, inferior al promedio de la región (28.25 por ciento), mientras que un país caribeño, Islas Caimán, presenta tasa cero. En este contexto, las bajas tasas de impuestos corporativas pueden ayudar a que un país presente ventajas competitivas importantes sobre otras naciones y a su vez pueden ayudar a aumentar, o por lo menos mantener, los niveles de recaudación de ingresos si se amplía la base gravable lo suficiente para compensar los efectos de los recortes impositivos, sostiene el análisis de la Cámara de Diputados. Sin embargo, reducir las tasas de impuestos puede ser una condición necesaria pero no suficiente para alcanzar estos propósitos, razón por la cual los países deben tomar medidas adicionales de carácter legal y económico. Y en México no se han tomado, ni, todo indica, se tomarán.
En vía de mientras, mayor carga tributaria para los causantes cautivos, menores para el capital y el país no sale del letargo económico.
Las rebanadas del pastel
Para la memoria: por mucho que quieran vestirla de "civilidad política" en la Cámara de Diputados, ejemplo reciente de la "unanimidad" reinante en San Lázaro lleva por nombre ley Televisa.
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