De Alvaro:
Ya hay representación de cuatro estados entre los estudiantes formalmente inscritos en la Universidad de la IV República: Distrito Federal, Estado de México, Hidalgo y Veracruz... Y todavía estamos a tiempo (14 de enero es el cierre de inscripciones) para que en tu Estado puedas tú, junto con otros, animar y apoyar a alguien a que se inscriba como alumno en la Licenciatura en Medicina... No importa lo lejos o difícil o aventurado que parezca. Alguien de tu tierra está esperando tu llamado para decidirse a comenzar este viaje de crecimiento personal y comunitario... Para los estudiantes de los Estados lejanos a Hidalgo ofrecemos hospedaje, comidas y apoyo, en lo posible, para que encuentren trabajo...
Es importante no dejar pasar esta oportunidad, pues no habrá otra vez inscripciones a esta Licenciatura hasta que se gradúen los que la comenzarán el próximo 3 de febrero... Enteren, por favor, a todos sus contactos, amigos, familiares, vecinos y compañeros de partido o grupos ciudadanos de resistencia, para que nadie se quede fuera de este Proyecto por no haber sabido de él a tiempo... Estoy seguro que después del 3 de febrero comenzarán a escucharse y a difundirse voces muy favorables y entusiasmadas acerca de la Universidad de la IV República. Pero será ya tarde para que alguien pueda participar como estudiante. Es ahora el tiempo. Entren, por favor, a la página sobre esta Propuesta (http://universidaddela4arepublica.blogspot.com); entren, por favor, a la página que refleja la lucha que le da origen (http://informativotriplev.blogspot.com ), y descubran, en el conjunto de lo que allí se ha publicado, la necesidad de este Proyecto y la importancia de difundirlo y de apoyarlo con todo lo que esté a nuestro alcance...
LA MENTE DEL CUERPO (Marilyn Ferguson)
A medida que avanza la investigación sobre el cerebro, va resultando más comprensible la conexión entre la mente y la enfermedad. El cerebro gobierna o influye indirectamente en todas las funciones corporales: presión sanguínea, ritmo cardíaco, respuesta inmunológica, hormonas, y todo lo demás. Sus mecanismos están entrelazados en un sistema de alarma, y dispone de una especie de genio oscuro, capaz de organizar los desórdenes correspondientes a la más neurótica de las imaginaciones.
El antiguo dicho, «ponle un nombre a tu veneno», es aplicable a la semántica y la simbología de la enfermedad. Si nos sentimos «pinchados» por la gente o dejamos que los demás nos echen su carga encima, las metáforas pueden volverse muy reales, en forma de acné o dolores en la espalda. Todos decimos que «se nos ha roto el corazón» cuando hemos tenido una decepción sentimental; pero hay investigaciones que han demostrado recientemente la conexión existente entre las enfermedades de corazón y la soledad afectiva.
Se han hecho investigaciones con animales, en las que se han causado en ellos enfermedades de corazón estimulando de forma prolongada una región cerebral asociada con las emociones agudas. Esta región está además conectada con el sistema inmunológico. De modo que un «corazón roto» se convierte en una enfermedad coronaria; la necesidad de crecer puede convertirse en un tumor; la ambivalencia, en dolores que le «parten» a uno la cabeza; la personalidad rígida, en artritis. Toda metáfora es, potencialmente, una realidad al pie de la letra.
Toda enfermedad, ya se trate de un cáncer o de esquizofrenia, o sea simplemente un resfriado, se origina en el cuerpo-mente. Louis Pasteur reconoció en su lecho de muerte que un médico, adversario suyo, tenía razón cuando insistía en que lo que causa las enfermedades no son tanto los gérmenes cuanto la resistencia del individuo invadido por ellos. «Ese es el terreno», concedía... (No hay que subestimar el papel de la predisposición genética o de ciertas influencias exteriores, tales como el fumar. La enfermedad o la salud se originan en un medio. El hecho que un conflicto no resuelto o un cambio se traduzcan en enfermedad viene influido en parte por la vulnerabilidad genética, que nos inclina hacia desórdenes específicos. Quien tiene una historia familiar con una elevada incidencia de casos de alergia, diabetes, esquizofrenia o enfermedades cardiacas, es más probable que experimente este tipo de desórdenes, en caso de estrés, que cáncer, pongamos por caso)
Como señalaba Lewis Thomas en The Líves of a Cell (Las vidas de la célula), nuestros cuerpos responden a menudo de forma histérica ante la presencia de gérmenes inocuos, como si esa intrusión provocase antiguos recuerdos y reaccionásemos como ante una especie de propaganda. «De hecho, la mayoría del tiempo estamos a merced de nuestros propios sistemas defensivos. » La salud consiste en la capacidad del cuerpo para transformar y dar sentido a toda información nueva. Si somos flexibles, si somos capaces de adaptarnos a un medio cambiante sea un virus o una atmósfera húmeda o pólenes primaverales, podemos soportar un nivel de tensión elevado.
Una concepción reciente y radical del sistema inmunológico nos permite comprender la manera cómo nuestro «médico interior» consigue mantener la salud, o su forma de fracasar en ello. Parece que el cuerpo tiene su propia manera de «conocer», por medio del sistema inmunológico, paralela al modo de conocer del cerebro... Este sistema está ligado al cerebro. La «mente» del sistema inmunológico posee una imagen dinámica del propio ser y tiene la tendencia a dotar de sentido a todos los «ruidos» del medio, incluyendo virus y alergógenos. Si rechaza ciertas sustancias o reacciona violentamente contra ellas, no es porque sean extrañas, como creía el antiguo paradigma, sino porque no tienen sentido, porque no pueden ser encuadradas en el orden del conjunto.
Este sistema inmunológico es muy poderoso y adaptable en su capacidad de dotar de sentido al entorno, pero como está ligado al cerebro, es vulnerable a las tensiones psicológicas. Las investigaciones han demostrado que estados de tensión mental, como pena o ansiedad, alteran la capacidad del sistema inmunológico. La razón por la que a veces «pescamos» un virus o tenemos una «reacción alérgica», es que nuestro sistema inmunológico está funcionando bajo par.
Las investigaciones realizadas con animales han demostrado que este sistema posee una memoria sumamente sutil. Si se asocia un medicamento inocuo a un inmunodepresor es decir, a una droga que suprime el funcionamiento del sistema inmunológico, el cuerpo aprende a suprimir su funcionamiento en presencia de sólo el medicamento inocuo, incluso meses más tarde. Justamente de ese modo es como asociamos con frecuencia períodos de tensión de nuestra vida con elementos inocuos del ambiente (como los alergógenos, por ejemplo, o sucesos que nos recuerdan otros acontecimientos), causándonos enfermedades crónicas que perduran mucho tiempo después de haber desaparecido la causa original de la tensión. El cuerpo «se acuerda» de haber estado enfermo en presencia de esas señales.
Por supuesto, el cáncer constituye un fracaso del sistema inmunológico. En muchos momentos de nuestra vida, la mayoría de nosotros albergamos células malignas que no se convierten en un cáncer debido a la acción eficaz del sistema inmunológico con respecto a ellas. Entre los factores psicológicos implicados en el cáncer, el principal lo constituyen las emociones reprimidas. Un investigador señalaba que muchas personas que sufren de cáncer tienen en sus rostros esa inexpresividad característica del famoso cuadro de Grant Wood, Gótico americano.
Los pacientes que sufren de cáncer tienen más dificultad para recordar sus sueños que otros pacientes; tienen también menos cambios matrimoniales (separaciones o divorcios), menos síntomas de enfermedades que son típicamente reflejo de conflictos psicológicos (úlceras, jaquecas, asma).
Diversos estudios han puesto de relieve que los enfermos de cáncer tienden a no manifestar sus sentimientos, y la mayoría no han tenido relaciones estrechas con sus padres. Tienen dificultad para expresar la cólera. Según otro estudio, son personas conformistas y controladas, menos autónomos y espontáneos que quienes resultaron no sufrir de cáncer en pruebas posteriores. Una terapeuta especialista en el tratamiento de enfermos cancerosos dice de sus pacientes: «Por lo general, han experimentado un vacío en sus vidas: una desilusión, expectativas no cumplidas. Es como sí la necesidad de crecimiento se transformase en una metáfora física».
Las penas, cuando no se manifiestan, pueden acarrear un mal funcionamiento patológico del sistema inmunológico. De acuerdo con los resultados de un estudio, la muerte de uno de los esposos se traduce en un bajo funcionamiento del sistema inmunológico del otro durante las semanas siguientes.
Otro estudio realizado en Boston ha mostrado que un 60 por ciento de las mujeres que quedan embarazadas a renglón seguido de haber perdido un bebé anterior, abortan, lo que se conoce como síndrome de muerte infantil repentina. El informe aconsejaba que estas mujeres, que han experimentado semejante pérdida, «deberían esperar hasta que el cuerpo haya dejado de sentir los efectos de la pena».
Álvaro, ciudadano de la IV República
Toda la información sobre la Universidad de la IV República y su Licenciatura en Medicina en:
http://universidaddela4arepublica.blogspot.com
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