Jaime Avilés
En enero del año pasado, el precio de la tonelada de maíz blanco en Estados Unidos era de 102 dólares con 70 centavos; hoy es de "alrededor de 144", de acuerdo con el dato que Luis Hernández Navarro publicó ayer en La Jornada. Sin embargo, según las tablas del Fondo Monetario Internacional, en octubre la cotización de la semilla se elevó 18.2 por ciento sobre la que existía apenas en septiembre, y en noviembre volvió a subir, ahora 15.4 por ciento, sobre la de octubre, alcanzando un pico histórico de 164 dólares.
La causa de este incremento errático, pero sin precedente en el mercado mundial de granos, es el petróleo. Expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en México explicaron a esta columna a cambio de conservar el anonimato que a medida que el gobierno de George WC pierde la guerra en Irak y deja de contar con el control de las reservas petroleras de aquella nación árabe a largo plazo, Estados Unidos intensifica su producción de combustibles a partir de oleaginosas maíz, frijol, habas, etcétera para fabricar bioetanol.
Sólo en 2006, los estadunidenses absorbieron alrededor de 25 por ciento de las cosechas de maíz blanco de su país para generar bioetanol, componente básico de la gasolina. Eso, en lógica consecuencia, disparó el precio de la semilla y contribuyó a provocar la asombrosa escalada en el precio de la tortilla mexicana, que hoy tiene al "gobierno" espurio de Felipe Calderón a las puertas de una crisis política explosiva.
A principios de diciembre pasado, los analistas de la ONU estimaron que este conflicto empezaría a manifestarse entre marzo y abril de 2007. Sus cálculos dependían de reportes del Banco de México, según los cuales nuestro país contaba con reservas de maíz para los siguientes tres meses. De allí, por lo tanto, dedujeron que vencido ese plazo vendrían los problemas. Sin embargo, los acaparadores fueron más rápidos y le asestaron un duro golpe, en primer lugar, a 19 millones de personas que se encuentran en el sótano de la pobreza extrema y, en segundo, a la gran mayoría de la población cuya dieta se basa en la tortilla.
A juzgar por las contradictorias declaraciones de Eduardo Sojo, el dizque secretario de Economía, la situación tomó por sorpresa al gabinete de "seguridad", cuyos integrantes ocupados en perseguir al narcotráfico con la eficacia del peluquero que rapa un cráneo suponiendo que así evitará el crecimiento del cabello fueron incapaces de prever, y mucho menos de atajar oportunamente, un ataque especulativo de esta magnitud, que ha puesto en grave riesgo la alimentación básica de millones de personas.
Sojo y los suyos intentaron una variante del clásico foxista "¿y yo por qué?", al afirmar que todo se debía al sano modelo vigente, gracias a cuyas virtudes el mercado es el que manda. No obstante, cuando el mercado enloqueció al día siguiente y, como bien dijo la Rayuela, el precio de la tortilla adquirió mayor importancia que el índice de la Bolsa Mexicana de Valores, salieron a flote la ineptitud y la improvisación distintivas de este supuesto "gobierno", encabezado por un político que jamás había gobernado a nadie, y que ahora aprende el oficio mientras se hunde el país.
Embutido en una chaqueta militar que le queda grande y lo hace verse como el legendario sargento Agallón Mafafas; rodeado de generales y almirantes, pero también de denuncias sobre violaciones a los derechos humanos en todo el país, que lo acompañan adonde quiera que va, Calderón culmina la tercera quincena de su administración ilegítima con la tortilla a precios inverosímiles: en Durango, el disco llegó esta semana a 30 pesos kilo, mientras en la ciudad de México oscila entre ocho y 10; en el resto del país la venden a como a cada expendedor se le antoja.
De la comida corrida
La extrema derecha mexicana desarrolló su campaña electoral repitiendo una amenaza obsesiva: que tras la victoria de Andrés Manuel López Obrador se derrumbaría, ladrillo por ladrillo, la sólida barda de la economía neoliberal y, para desdicha de los más pobres, por principio de cuentas, reaparecería la inflación. Pues bien, con la patriótica disculpa de esa falacia, Calderón se robó la Presidencia de la República y desde el instante en que se apoltronó en Los Pinos se dispararon los precios de todo.
"A nuestra clientela en general se le comunica que a partir del 3 de enero la comida corrida subirá a 35 pesos. Gracias", anunciaba ayer una cartulina sobre el muro de una fonda en la avenida Revolución por el rumbo de Tacubaya. En un supermercado, por su parte, otros carteles proclamaban su ejemplar solidaridad con los consumidores de esta manera: "Ayudando a su economía mantenemos el kilo de tortilla a $8.00" (que la semana pasada estaba a 6.50).
Ahora, para contrarrestar el embate de los acaparadores, Calderón importará 450 mil toneladas de maíz blanco de Estados Unidos y 200 mil más de otros mercados del mundo. Las cifras, que hablan por sí mismas, insinúan la magnitud del desabasto que sufre un país como el nuestro donde el maíz en sus diversos colores originales amarillo, rojo, azul, verde forma parte de su cultura ancestral pero, poco a poco, deja de ser cultivado porque así lo ordena entre líneas el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Ebrard y El Chucky
Esta columna ha recibido cartas de más de 300 lectores, de todo el país, no sólo de la ciudad de México, que le exigen al jefe del Gobierno del Distrito Federal la renuncia del procurador capitalino, Rodolfo Félix Cárdenas, y de la fiscal de procesos del Reclusorio Oriente, María Claudia Campuzano, toda vez que en 1998 la primera dejó en libertad al delincuente conocido como El Chucky por lo que fue denunciada penalmente y el segundo la defendió ante los tribunales y logró que fuera reinstalada en su cargo.
Lo más interesante es que, a contrapelo de las muestras de repudio contra Félix Cárdenas y la ex juez, han llegado también dos cartas en favor de ambos. Quienes las enviaron aseguran que El Chucky "fue una víctima de la arbitrariedad del entonces procurador del DF, Samuel del Villar, quien lo culpó de la muerte de un estadunidense sin tener pruebas de su responsabilidad en el asesinato", y que la señora Campuzano "actuó con valentía al dejarlo libre sabiendo que era inocente", mientras el licenciado Reyes "no sólo la defendió bien sino que pese a haber sido miembro del grupo Amigos de Fox después rompió con ellos y se convirtió en un decidido partidario de López Obrador; no en vano participó en varios foros demostrando que era inconstitucional desaforarlo por el caso El Encino".
Ante semejante discrepancia, esta columna abre su buzón a quienes deseen apoyar al procurador y a la fiscal aportando más elementos sobre el caso de El Chucky. En su entrega de la próxima semana Desfiladero dará a conocer la dirección electrónica donde se podrán leer todas las cartas en favor y en contra. Vamos a ver cómo evoluciona un tema del que hasta ahora la oficina de Ebrard no ha dicho esta boca es mía.
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