Gustavo Leal F.*
Frotándose las manos, con su folclórico hablar medio de púgil y formando parte del tsunami panista premiado con cargos públicos después del desaseado proceso electoral de 2006, el politólogo Juan Molinar quien semanas antes todavía descifraba encuestas sobre Calderón recaló en el IMSS, con un discurso amenazante: "No se puede omitir sostuvo la situación de que está a la puerta la revisión del marco laboral de esta institución benemérita".
¿Benemérita, benemérita? ¡La Cruz Roja! El Instituto Mexicano del Seguro Social es algo más. No sólo es digno, como la Cruz Roja, de gran estimación por sus servicios. Es, además, la principal red de atención médica nacional y, hasta 1982, uno de los instrumentos privilegiados para contrarrestar la desigualdad y comprometer efectivamente la cohesión social. ¿Qué "equipo" le habrá escrito al politólogo tan curiosa pieza?
Y es que, tal vez sin acabar de comprenderlas, esas primeras palabras resumieron ¿gratuitamente? el equivocado diagnóstico que durante el foxismo propaló Santiago Levy: el "problema" del instituto es "financiero" y el principal obstáculo a "vencer" es su sindicato.
Pero para el sindicato aún trenzado en el debate sobre su democratización el dedazo calderonista que sentó por primera vez en la historia a un ¡ex consejero! del vapuleado IFE en la "institución pilar de la seguridad social del país", según leyó en el discurso que le preparó su "equipo" no resultó una sorpresa.
Días antes, el secretario general exhortó a Calderón a no designar al frente del IMSS a un personaje "intolerante" y de "mano dura" como Molinar: ello "significará un verdadero retroceso" para el país. Y agregó que el nombramiento podría verse como una "amenaza" para la institución, toda vez que el talante del politólogo "no se ha caracterizado por la disposición al diálogo y ha recurrido a la violencia como método efectivo para resolver los conflictos". Lo que se requiere, finalizó, es un "humanista a la altura de los tiempos".
Lamentablemente, el perfil de un panista "humanista" así descrito no es inmediatamente visible en el padrón del PAN "de" Calderón. Incluso, el primero de diciembre en un Auditorio Nacional improvisado como Congreso de la Unión él mismo había colocado el primer ladrillo de su "antihumanista" administración: "hemos construido instituciones sólidas que han reflejado demandas por los derechos sociales, pero para enfrentar los problemas que tenemos será necesario realizar cambios en instituciones y en políticas públicas", dijo.
El "problema" es quién diagnostica ese "problema" que ¿"tenemos que enfrentar"? En el caso del IMSS el entero foxismo vía Levy equivocó interesadamente el "diagnóstico". Basta atalayar el estado en que se encuentran los servicios médicos, resultado de ese "diagnóstico" que se ostentó, en su momento, como un "análisis serio y profundo del sistema de seguridad social". Pero el politólogo recurrió en ese equívoco deliberado para presentarse ante la "sociedad" como el nuevo director designado.
Y, claro, entonces fue preciso que el doctor Córdova, nuevo secretario de Salud, "rechazara" que Molinar en el IMSS y Miguel Angel Yunes en el ISSSTE fueran "inexpertos en temas de salud". ¿Aunque firmen el Seguro Popular "universal" petit?
Solemne y llenándose la boca con la misma "sabiduría" retórica de que se han servido absolutamente todos los últimos directores de esa noble institución, el politólogo también pontificó que no se la "privatizará". Después de lo cual, engolando ligeramente la voz, convocó como absolutamente todos sus antecesores a "cuidarla, preservarla para que crezca y se fortalezca". Sólo faltaba un remate ruidosamente mercadotécnico: "México necesita un Seguro Social más grande, más sano, más fuerte y de mejor calidad". ¡Clap, clap!
¿Cómo conciliará su levismo ¿gratuito? con tan luidas profesiones de fe? Si realmente eso es lo que México "necesita", Molinar debería empezar ordenando otro diagnóstico, pero entonces irá justo en contra del planteamiento esencialmente continuista que leyera el primero de diciembre su ahora "jefe" Calderón.
Se antoja difícil que con ese "diagnóstico" a modo, el pólitólogo Molinar cumpla en sólo 100 días alguna de las metas de "desempeño" que el calderonismo fincó en él.
Eso sí: en el sucio cajón del director que le heredaron tiene reservadas cinco urgencias urgentes que no demandan ningún "diagnóstico": bajarse aún más el insultante salario: 213 mil pesos mensuales, que Levy se autoasignó y que su antecesor, Fernando Flores, cobró íntegramente durante sus muy poco productivos 14 meses de "director"; transparentar el presunto tráfico de medicamentos que según se dice ocurre sistemáticamente dentro de la institución hoy a su cargo; ratificar o rectificar las cifras de Transparencia Mexicana sobre surtimiento de medicamentos, y rectificar o ratificar las muchas voces que señalan la presencia de supuestas redes de distribución, consumo y venta masiva (e incontrolada) de estupefacientes varios, aprovechando la infraestructura institucional.
Debe, también, a la brevedad posible, documentar el uso exacto que el recién sustituido doctor Onofre Muñoz dio a los recursos federales que soportan al Programa IMSS-Oportunidades, mientras éste estuvo integrado a la Dirección de Prestaciones Médicas. Ellos no provienen de las cuotas obrero-patronales que financian el seguro de enfermedad y maternidad y por ley deben contabilizarse por separado. ¿Verdad?
Así que de amenazador, en un santiamén, el politólogo Molinar puede transmutarse en amenazado por el "problema" que dejado a su entera inercia por Fox y Levy incuba el barril de pólvora en que tan interesadamente se sentó.
* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
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