Julio Hernández
El presidente general de México es perseguido por el fantasma de la tortilla encarecida (y de la leche y los huevos) . Ya no son los denunciantes del fraude electoral, sino los consumidores de las ruedas comestibles aplanadas quienes manifiestan en actos felipenses su inconformidad. Ante ello, la gorra de cinco estrellas negras (G-5 Black) toma nota del enojo popular y, en un descanso táctico, aprovecha para girar sus apreciables instrucciones a la inflación (la económica, desde luego) para que proceda a marcarse a sí misma un alto. Contrahecha y asustada, la antes referida Señora Inflación trata de refrenarse, suponiendo que el hombre de la casaca verde olivo podría echarle encima a la PFP económica, pero luego vuelve a desplegar sus artes especulativas y aumentativas al darse cuenta de que el vocero único del gobierno federal sólo ha producido un párrafo discursivo para consumo mediático y que en realidad no hay estrategia ni recursos destinados a contrarrestar el error de enero que en su infinita insensibilidad social ha concebido el secretario de Hacienda porfirista y ha aprobado el Señor de los Finos (esta columna solicita a sus lectores se abstengan de hacer más juegos de palabras sustituyendo el fonema consonántico fricativo, labiodental y sordo la efe, pues por algún otro, labial y sonoro: finos, se ha escrito, y nada más).
Estampas tragicómicas ante el primer problema social que ha de enfrentar el gobierno del gran caldero: un bajito marca el alto a una inflación que hace aparecer en los labios morelianos la palabra devaluación; y la urgencia de parecer presto, raudo, ejecutivo, lleva al presuntamente nada populista Felipe de Jesús a dar órdenes como esa de "no me importa que traigan el maíz de lugares a miles de kilómetros de distancia": nuevo echeverrismo de asustada derecha que cree posible acarrear en redilas aéreas los insumos que cumplan la orden imperial que no acepta razones en contra.
Días iniciales en los que se muestra descarnadamente la descomposición del panismo a causa del ejercicio del poder. En la cúspide, sin más instrumentos de orientación que los provistos por los mandos militares, el calderonismo navega peligrosamente entre los vientos sociales que presagian tormenta. Nada queda de los ideales, doctrinas y postulados de los fundadores de lo que fue un partido al que gustaba entenderse (lo fuera o no) como arca de la decencia y las buenas costumbres. En Guerrero, por ejemplo, y a causa de las ambiciones de poder, miembros de la elite estatal del partido blanquiazul escenifican una mala historieta policiaca de bolsillo.
Y un panista que dice haber militado 33 años en El Yunque, y que fue presidente municipal de Puebla, arremete contra Manuel Espino y demanda que los miembros de esa cofradía ultraderechista salgan del partido blanquiazul (el denunciante, Luis Paredes Moctezuma, tiene también una larga historia oscura). Y en Yucatán de Patrón, Ana Rosa Payán sigue demostrando que el PAN es digno heredero de las peores prácticas del priísmo en el poder a la hora de elecciones internas.
Astillas:
El crimen (demoscópico) siempre paga: Guillermo Valdés Castellanos era director de GEA-ISA, una de las empresas encuestadoras que creó las condiciones para aparentar que Felipe Calderón de pronto tomaba una impensable delantera en la campaña presidencial pasada. Imparcial, objetivo, neutral, equitativo e independiente, Valdés fue uno de los proveedores de material para que comentaristas y opinantes mediáticos tejieran la historia de que López Obrador había sido insólitamente desplazado de las preferencias electorales para dar paso al milagroso Niño Azul de Morelia. Esos comentaristas y opinantes alzaban las cejas y mostraban extrañeza de que se dudara de trabajos tan serios y profesionales como los de, por ejemplo, GEA-ISA. Hombre, si las encuestas de opinión (o, cuando menos, los resultados oficialmente dados a conocer) decían cosas distintas a lo que la realidad no encuestada mostraba, pues problema de esa realidad sería. El fraude electoral, se ha insistido aquí, tuvo ingredientes demoscópicos, mediáticos, cibernéticos y de mapachería tradicional. Pues bien, ese director de GEA-ISA ha tomado posesión ya como titular del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y, desde allí aportará información y sugerirá estrategias políticas para la consolidación del personaje al que sirvió desde la casa encuestadora del sexenio, casa que no sólo ha producido a un jefe de espionaje sino, también, a un director de Pemex, pues GEA-ISA es propiedad de Jesús Reyes Heroles González Garza. Está a la vista el círculo ferpecto (perdón se pide a Alex de la Iglesia por usar una parte del título de su película): las encuestas fabrican una percepción que abre paso a la imposición de un poder fraudulento que luego premia a los falseadores originales (y ya no agregó esta columna el punto clave de la relación subordinada del presidente del IFE respecto a JRHGG)... Rolan por Internet cartas de autotenientes que desean, de a montón electrónicamente firmante, recordarle al presidente general de México que en campaña electoral prometió suspender el pago de impuesto por uso de vehículos movidos por sí mismos (la tenencia, pues). Luis Romero C., un lector de esta sección (automovida por intereses ajenos), ha enviado a los promotores de esas cartas cibernéticas (entre los que hay panistas motorizados) un recordatorio que reproduce esta columna que carece de placas de circulación: "Después de no bajar el precio de la leche popular, y de propiciar el incremento a todos los básicos: maíz, gas, gasolina, ¿de veras creen que se va a ocupar realmente de las tenencias de los autos? El 'presidente del empleo' ya se ocupó de hacer pedazos el miserable salario de la mayoría de la población, y eso que está empezando". Así es que, pregunta Romero, "¿quién era un peligro para México?"... ¡Feliz fin de semana!
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