Carlos Fernández-Vega
En el plano laboral, la nueva administración pública inicia tal cual lo hizo la anterior (la del "cambio"), es decir con un "presidente del empleo", muchos discursos y una voluminosa cuan delicada pérdida de fuentes de ocupación en el sector formal de la economía.
Rehabilitado el registro electrónico que da cuenta de las alzas y bajas de plazas laborales reconocidas por el IMSS y la Secretaría del Trabajo ("fuera de servicio" durante los primeros 50 días del gobierno calderonista), se conoce que la pérdida de empleos formales en el primer mes de la "continuidad" sumó cerca de 180 mil, de los que poco más de 94 mil fueron de puestos permanentes y el resto de eventuales.
Acostumbrados al fracaso foxista en materia de empleo, la pérdida citada parecería pecata minuta, pero en los hechos esas 180 mil plazas canceladas sólo en el primer mes del "nuevo" gobierno representan 15 por ciento de los empleos formales generados y registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social durante todo el sexenio del "cambio", lo que da una idea más precisa de la magnitud del problema.
Cuando Vicente Fox se sentó en Los Pinos, habló y habló sobre los millones de puestos de trabajo que se generarían a lo largo de su mandato constitucional, pero más allá del discurso sólo en su primer mes de "gobierno" como él le llamaba (diciembre de 2000) el registro oficial reconoció la pérdida de casi 229 mil empleos formales. A lo lardo de su sexenio, sólo 16 de cada 100 mexicanos en edad y condición de laborar pudo ocuparse en el sector formal de la economía, la proporción más reducida en 25 años.
Seis años después, la historia se repite cuando menos el comienzo , pues el "presidente del empleo", a la par de reconocer que no sabe cómo generar ocupación formal ("no hay fórmulas mágicas", dijo en un tono nada convincente), celebra logros virtuales mientras se incrementa la desocupación, y en el primer mes de la "continuidad" 180 mil mexicanos perdieron su fuente de ingreso, el mayor volumen para un mes igual de los últimos dos años, en medio de una feroz escalada de precios.
Mientras el inquilino de Los Pinos mantiene su discurso como "presidente del empleo" y la realidad lo desmiente, la Organización Internacional del Trabajo divulgó su informe Tendencias mundiales del empleo 2007, el cual señala que el fuerte crecimiento del PIB planetario en 2006 llevó a una estabilización de los mercados laborales en todo el mundo, con más personas con un puesto de trabajo que en 2005. El desempleo aumentó sólo ligeramente, y la tasa mundial de desocupación no sufrió demasiadas variaciones frente a la de 2005, situándose en 6.3 por ciento al cierre del año pasado (10 por ciento para las mujeres).
Lo anterior confirmó la tendencia de los últimos años de que el firme crecimiento económico no ha logrado traducirse en reducciones significativas del desempleo o la pobreza de los que trabajan. Por lo que parece, la pauta seguirá en esta línea en 2007, con una tasa de crecimiento prevista de 4.9 por ciento, que podría bastar para que la tasa de desempleo no sufra grandes variaciones con respecto a 2006.
La persistencia de esta tasa de desempleo es preocupante, ya que será difícil mantener indefinidamente un crecimiento económico como el actual. Además, si bien el porcentaje en el empleo total de los pobres que trabajan disminuyó en los diez últimos años, el número de trabajadores que viven con dos dólares al día ha seguido creciendo en cifras absolutas, alcanzando mil 370 millones en 2006.
Para poder realizar mejoras significativas a largo plazo respecto del desempleo y la pobreza de los trabajadores, es fundamental que los periodos de crecimiento elevado se aprovechen mejor para generar más trabajo decente y productivo. La reducción del desempleo y de la pobreza de los trabajadores a través de la creación de este tipo de puestos de trabajo debería considerarse una condición para el crecimiento económico sostenido.
A finales de 2006, 2 mil 900 millones de personas (15 años en adelante) tenían un trabajo, 1.6 por ciento más que el año anterior, y 16.6 por ciento más que en 1996. Sin embargo, es difícil calcular cuántos de los empleos creados en 2006 "fueron decentes", pero dado que la proporción de trabajadores pobres en el total del empleo pasó de 54.8 por ciento en 1996 a 47.4 por ciento en 2006, es probable que por lo menos algunos de los puestos fuesen lo suficientemente productivos como para ayudar al trabajador y a su familia a salir de la pobreza.
A nivel regional, las tendencias ligeramente positivas del mercado de trabajo registradas en América Latina y el Caribe en los últimos años son en cierta medida el resultado de tres años sucesivos de un crecimiento económico de más de 4 por ciento, pero la tasa de desempleo disminuyó mínimamente (de 8.1 a 8 por ciento, un porcentaje prácticamente igual al de hace diez años). En 2006, casi un tercio de los empleados vivía en hogares donde cada miembro de la familia contaba con menos de dos dólares al día. La desigualdad de ingresos está muy arraigada y sigue siendo excepcionalmente alta, a pesar de los cambios en las políticas económicas.
Las rebanadas del pastel
De la escuela salinista: Felipe Calderón no vio ni oyó a los manifestantes que por la "violación de los derechos humanos en Oaxaca" le reclamaron en Berlín. "No tuve contacto o conocimiento de las protestas", refirió el inquilino de Los Pinos... Y también durante su gira por Alemania, el de la "continuidad" demostró que Mozart, la ópera y la mitología griega de plano no son su fuerte ("¿un qué, perdón, un qué?... nada más quiero saber qué es eso", fue la respuesta cuando un reportero habló sobre Idomeneo. "A mí pregúntenme sobre Borgues", reclamaría el otro).
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