En Proceso
rosa santana
* Desde una posición de privilegio, los Mouriño buscan hacerse del poder en Campeche
Poco después del proceso electoral del 2 de julio, sin haberse calificado los comicios y, menos aún, declarado a Felipe Calderón presidente electo, el ahora jefe de la Oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño, comenzó a ejercer el poder aquí, en su tierra adoptiva.
De manera soterrada, el joven político --nacido en Madrid, España, en 1971 y que, al cumplir la mayoría de edad, en 1989, renunció a esa nacionalidad-- comenzó a mover los hilos del poder en la entidad, y una de sus primeras jugadas fue “moverle el piso” al dirigente estatal del PAN, Jorge Nordhausen González.
Según el también diputado federal con licencia, Mouriño utilizó de “correo” a su hermano mayor, Carlos, para hacerle llegar un mensaje: que renunciara a la presidencia estatal del PAN, a pesar que su gestión culmina en mayo de 2007.
En entrevista con Apro, el tamaulipeco avecindado en Campeche detalla esa anécdota que, en su opinión, tiene que ver con la candidatura al gobierno del estado en 2009.
Recuerda que ese día, 30 de agosto, se encontraba en el Club de Golf Playa Palmas, de Ciudad del Carmen, con Juan Carlos del Río González, excandidato del PAN a la gubernatura y exdirigente estatal del blanquiazul, cuando a eso de las seis de la tarde recibió una llamada de Carlos Mouriño Terrazo, quien le avisó que ya estaba en el aeropuerto de la isla.
Refiere, así mismo, que Del Río González se ofreció a ir por él y llevarlo a su residencia, localizada en una exclusiva zona de la isla. Horas después, Nordhausen se les unió.
Una vez los tres juntos, Carlos Mouriño, el encargado de los negocios en México de la familia, quien figura sólo como miembro adherente en los registros del PAN, soltó al tamaulipeco “la necesidad” y “la conveniencia” de que se separara “ya” de la dirigencia del blanquiazul.
--Mi periodo termina el próximo año” --espetó Nordhausen.
--Pero queremos que ya te vayas --atajó, imperativo, el español.
--Déjame terminar el año y en enero me voy --intentó negociar Nordhausen.
--No, no, no. Ya tienes que irte --insistía Mouriño.
--Bueno, entonces ¿qué te parece si me voy en diciembre” --ofreció el tamaulipeco.
--No, no, no
--En noviembre…
--No, no, no.
--En octubre…
--No, no, no.
--Bueno, ¿qué se traen entre manos? ¿Por qué quieren que me vaya del partido así como así? --tronó Nordhausen.
Y en un súbito cambio de táctica, el hermano del nuevo jefe de la Oficina de la Presidencia –quien en 1997 no vaciló en alterar su documentación migratoria para poder irrumpir en la política mexicana (Proceso 1546)-- pretendió negociar un reparto posiciones políticas al interior del blanquiazul entre el grupo de los Mouriño y el grupo Carmen, al que pertenece el tamaulipeco.
La oferta era respaldar el nombramiento del diputado Mario Enrique Pacheco como coordinador de la bancada panista en el Congreso local, a cambio de que el grupo Carmen aceptara la designación de la empresaria pesquera Nelly Márquez Zapata --actual diputada local y quien fungió como coordinadora en el estado de la campaña de Calderón-- como presidenta del blanquiazul. La otra opción era a la inversa.
“¡Primero muerto que aceptar que esa traidora sea coordinadora de los diputados! Si por mí fuera, ella ni siquiera hubiera sido diputada. Todo el mundo sabe que aquí, en Carmen, trabajó a favor de la coalición”, reviró Nordhausen y, señalando a Del Río González, quien en los pasados comicios disputó la diputación federal, sostuvo que “este señor tiene que agradecerle el haber perdido el distrito”.
--Ni siquiera toman aún el poder y ya quieren ejercerlo. Imagino lo que va a pasar cuando lleguen”, agregó irónico el aún líder estatal panista, y acusó a los Mouriño:
“Ustedes quieren convertir al PAN en un partido de Estado. Ahora sí que está tan jodida la cosa, que un cabrón que ni siquiera es miembro activo viene a pedirme a mí, al presidente del partido, que renuncie. Pues no”.
Un día antes del encuentro con Carlos Mouriño, Nordhausen había estado en el Distrito Federal para entrevistarse con Juan Camilo, en la casa de transición de Calderón Hinojosa, a fin de pedirle lo dejen terminar su período como presidente de su partido.
--Y ¿ya no te vas a reelegir? --recuerda Nordhausen que cuestionó Mouriño.
“No. Voy a salir y, como miembro activo, entonces sí vamos a aclarar varias cosas y hablar con la verdad”, sostuvo el diputado federal con licencia, a quien se le imputa el retroceso que electoralmente sufrió el PAN en esta entidad, en la que hasta el nuevo presidente de la República perdió la contienda.
Empero, al día siguiente de su reunión con Carlos Mouriño, se desató una campaña contra Nordhausen, que aún no cesa, lo mismo en medios informativos que al interior del blanquiazul, en que los mouriñistas persisten en su afán de derrocarlo.
En los primeros días de septiembre, en una sesión extraordinaria, el bando de Mouriño en el Consejo Político Estatal del PAN dictaminó separar a Nordhausen del cargo de dirigente, aplicándole el artículo 89 de los estatutos. Esto es que, al ostentar un cargo de representación popular, no puede ocupar ninguna representación en la estructura directiva partidista.
No obstante, el tamaulipeco optó por solicitar licencia a su cargo de diputado federal, en aras de mantenerse como presidente del PAN.
Más tarde, el CEN panista avaló la decisión del Consejo Político campechano de separar a Nordhausen del cargo, pero éste apeló al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que ya emitió un primer fallo en su favor.
Hoy formalmente incrustado Juan Camilo Mouriño en la cúspide del poder político, Nordhausen matiza sus declaraciones, empero insiste en que la pugna es por el relevo de la gubernatura de Campeche, en 2009.
Y comenta respecto de la singular posición de Mouriño en el gabinete presidencial:
“Tendrá acceso no sólo a la política interior, sino también a la política exterior, y para nosotros es importante y motivo de mucha satisfacción que alguien de Campeche esté ocupando una posición de tanta relevancia.
“Tenemos muchas expectativas en Campeche de Juan Camilo, con mucha mayor razón porque tendrá acceso a todos los secretarios de Estado y el propio presidente de la Republica. Tengo expectativas de que trabaje por el bien de México, aunque es español”, observa.
Pese a su experiencia personal, dice con mesura, atípica en él, que no teme convertirse en un perseguido político de Mouriño Terrazo. “En cualquier partido político, en este caso el PAN no es la excepción, tenemos rivalidades, y yo he dicho abiertamente, claramente, mis aspiraciones de buscar la gubernatura del estado, y eso hace que se despierten las luchas internas, pero son normales, son llevadas con respeto.
“A nadie debe espantar este tipo de rivalidades internas, pero nosotros en AN las solventamos dentro del marco de la ley. Cuando tenemos que ir a otras instituciones, vamos a las instituciones. En el caso mío me cobijo en los reglamentos y estatutos de nuestro partido, me cobijo en la ley, en la Constitución, en los tribunales, y como en este caso en que estoy librando una batalla interna contra las huestes de Juan Camilo Mouriño en el estado, pero es una lucha política interna válida.
“Sigue buscando mi destitución y yo a defenderme, porque me cobijo en las leyes y esto es México y en México se respetan las leyes y esas normativas”, sostiene.
Dice que aunque Mouriño Terrazo tenga a su disposición el poder del Estado para cumplir sus objetivos, él no se siente en desventaja ni perseguido. “Si estuviéramos en el PRI tal vez sí, porque en el PRI la orden de la Presidencia o se acataba o los mandaban a matar, pero en el PAN, no.
“Seguiré trabajando con Felipe y Juan Camilo, en equipo, si el resultado me fuera adverso; lo mismo pido de mi contraparte. Si vamos en serio por la gubernatura, necesitamos ir juntos, y esta lucha debe terminar pronto para tener tiempo de armar toda nuestra estrategia”.
--Pero ¿por qué tanto encono si ambos están impedidos por la legislación campechana a acceder a la gubernatura?
--¿Por qué impedidos? Hay que recordar lo que sucedió en Chiapas con Emilio Zebadúa, que estaba exactamente en el mismo caso e interpuso una acción de inconstitucionalidad en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Cuando en Chiapas le rechazaron su registro, y la Suprema Corte ordenó aceptar el registro. Legalmente, con reforma constitucional de Campeche o sin reforma constitucional de Campeche, sí podemos, porque la Constitución General de los Estados Unidos Mexicanos nos protege en su artículo 116”, observa.
E insiste en que no entiende el fervor con que intentan destituirlo si su periodo está próximo a vencer. “Es una cosa que yo no entiendo, pero encontraron una coyuntura y la quieren aprovechar, pero están equivocados”.
Y concluye con que “se están marcando los límites de la jurisdicción de lo que es Presidencia y lo que es el partido”.
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