lunes, 19 de marzo de 2007
Por María Teresa Jardí
Antes de que Roberto Hernández, en aras de garantizar la impunidad que necesita para seguir convirtiéndose en dueño del estado, trajera a Bush a Mérida de manera negociada con FeCal para probar hasta dónde puede llegar la recién inaugurada dictadura fecalista, en la violación flagrante a las garantías individuales de los ciudadanos, aquello del libre transito, libertad de expresión y manifestación, etc, y en la represión, provocadores y cárcel de por medio, dictadura modelo, promovida por el imperio yanqui, para que impere en América Latina: una seudodemocracia con un “presidente” ilegítimo producto de un fraude legalizado por las “instituciones” a modo y
vendida por la televisión como la democracia perfecta, en tanto se encarga, el monopolio telecrático, pornografía incluida, de garantizar el control mental de la mayoría de la población que se rige, a falta de oportunidades y sobre todo de dinero para entretenerse de otra manera, por que lo asegura, convertida en dios la televisión, verdadero poder inquisidor, que por encima de la bien pagada, para que calle, Suprema Corte de Justicia, se ubica.
Un buen ejemplo al respecto es el que estamos teniendo en Yucatán, por estos días, con los jóvenes presos políticos como en los del 68 y la década de los setenta. Otra vez convertido en crimen el ser joven, el vestir distinto y sobre todo, el pensar por sí mismo. Para que ni por asomo a otros jóvenes se les ocurra pensar por ellos mismos haciendo a un lado las mentiras que con desparpajo vende como verdades la peor televisión del planeta que es, sin duda, la yucateca, con esa doble y falsa moral que la acompaña como su principal característica. Y vaya que la mexicana de suyo es mala.
Antes de la venida del asesino Bush a Mérida, algunos de ustedes quizá recuerden que escribí una colaboración con relación a la situación actual del auditorio Che Guevara de la UNAM. La que de inmediato mereció una respuesta de Ilya Cazés, que publicó la Red@actuar, la que comparto tardíamente, lo urgente era la inaceptable venida de Bush a profanar esta tierra maya, con ustedes hoy. Para mañana seguir con las investigaciones de otros directores de teatro motivadas por esa repuesta y con otras respuestas a esa respuesta.
“Estudié Literatura Dramática y Teatro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Quizás algun@s compañer@s de esta red recuerden la segunda mitad de la década de los ochenta, en esa maravillosa Facultad.
El auditorio Che Guevara era entonces un espacio en el que, a lo largo de todo el día y buena parte de la noche, se proyectaban películas excelentes en su mayoría, que nos hicieron a muchos cinéfilos de primera y que a tod@s los que acudíamos, nos apoyaban en una formación integral. Durante la huelga del 87, el Che se convirtió en el centro de reunión de quienes formamos parte del CEU. Era, sin duda, el centro de la UNAM en esas semanas tan importantes. Ahí tuvieron lugar las mesas de diálogo entre el CEU y las autoridades de rectoría, que permitieron que nuestro movimiento venciera. Todavía durante los noventa, se pudieron escenificar algunas obras en su escenario. El forito equipado al que se refiere la autora del
artículo aparecido en Por Esto!, es una conquista de quienes estudiamos en aquellos tiempos en la fac, en literatura dramática. Sólo contábamos con los dos teatritos y el salón de usos múltiples que se encuentran a un lado del ala de posgrado, y que resultaban insuficientes para ensayos, exámenes y puestas en escena. Junto con el Che, ese forito también nos fue arrebatado. Hoy el Che ya no es ni un cine club permanente, ni la sede de asambleas
auténticamente universitarias, ni un escenario en que se puedan poner las obras de la Fac o del CUT. No fue “brutalmente desmantelado por las autoridades”. Ha sido, desde hace años, secuestrado por grupos de no-estudiantes que impiden su uso colectivo y creativo. Lo tienen monopolizado para pachequearse y empedarse veinticuatro horas al día. De la Fuente pasaría a la historia si lograra recuperar ese auditorio para los universitarios y arrancarlo de la banda de fascistas que se las gastan de paramilitares (Jardí dixit) que hoy impide a cualquiera tan sólo el ingreso a ese espacio. Pero definitivamente pasará a la historia como un rector que abrió espacios a la izquierda en la UNAM, que introdujo al Estatuto General la equidad de género y que ha logrado, pese a quienes han convertido al Che en su bunker -los mismos que paralizaron actividades por un año, cobrando puntualmente en gobernación- , que nuestra Universidad se cuente entre las mejores del mundo. Ojalá que el Che, como otros espacios universitarios, nunca más sean monopolio de nadie y que regresen a la comunidad que les da el uso creativo, plural y constructivo para el que fueron concebidos. Ilya Cazés”.
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