Jorge Camil
Algunos insisten en regresar al pasado, en revivir situaciones que creíamos superadas. Como si desearan abrir (y exhibir) heridas cicatrizadas o ajustar cuentas; aprovechar frágiles aperturas democráticas y resquicios de modernidad para despertar fantasmas y exhumar muertos; mostrar a las nuevas generaciones las miserias del pasado. Quiero dejar en claro que no me refiero a estudios objetivos en aulas de clase o en libros de historia patria.
Los emisarios del pasado apuntan con índice de fuego a los herederos (hijos, nietos, bisnietos) de quienes reprimieron, torturaron, mataron, y usurparon el poder. Tratan de humillar antiguos opositores y de ir más allá de la denuncia para rozar los límites de la venganza política. ¡Jugar con fuego! España, modelo político para Iberoamérica desde el histórico Pacto de la Moncloa, se convirtió en poco tiempo en una monarquía constitucional ejemplar.
El salto de la Moncloa al Tratado de Maastricht la volvió una potencia europea tan moderna, visionaria e influyente como Francia e Italia. Bajo el hábil liderazgo del rey Juan Carlos, el país ha mostrado una respetuosa inclinación a tomar el liderazgo del mundo hispánico en áreas que verdaderamente valen la pena: las letras, la cultura, el arte y el patrimonio histórico. Pero hoy, un par de políticos deleznables están empeñados en destruir la democracia española. Se trata de José María Aznar, el "perro faldero de Bush", y de su comparsa, Mariano Rajoy. De Aznar no me extraña, porque siempre ha sido un político obcecado, resentido, soberbio, que vive en el pasado. Pero hoy Rajoy, el mastodonte que dirige el Partido Popular (PP), ha decidido seguirlo para dar al traste con décadas de vida democrática.
Furioso, porque las revelaciones judiciales sobre la matanza del 11 de marzo de 2004 están mostrando la magnitud del engaño que intentó para ganar la pasada elección, Rajoy convocó a una manifestación multitudinaria del PP. Se trataba, fue la justificación, de protestar por la decisión del presidente Zapatero de impedir la muerte de un etarra preso que estaba en huelga de hambre.
En la manifestación, para regocijo de Aznar y Rajoy, salieron a relucir banderas y consignas franquistas. ¡Vivas! y ¡mueras!, que son los gritos enardecidos que conducen a las guerras civiles. Ahora todo va de mal en peor, porque Rajoy, cual dictadorzuelo latinoamericano que pisotea la libertad de prensa, decretó un boicot total del PP contra Promotora de Informaciones, Sociedad Anónima (Prisa), la empresa de medios que publica los diarios El País y Le Monde, dos de los mejores del mundo. (¿Pretende tapar el sol con un dedo?) ¿El motivo?, que el presidente de Prisa manifestó a los accionistas su preocupación por la visible derechización del PP, y por un nivel de confrontación entre izquierdas y derechas que amenaza la democracia española. ¡Atención, México!, porque nuestros ejemplos no se quedan atrás.
El tercer panista que detenta el gobierno de Jalisco, Emilio González Márquez, sinarquista que antes de ingresar al PAN dirigió el Partido Demócrata Mexicano, financió con fondos públicos (Reforma 5/3/07), durante su gestión como presidente municipal de Guadalajara, la publicación de las obras de Anacleto González Flores, beatificado por su participación y muerte en la Guerra de los Cristeros. Qué manera de refregarle en la cara al antiguo régimen "¡hoy, detentamos el poder!" Y también, extraña coincidencia, en víspera del certamen de Miss Universo, la arquitecta tapatía María del Rayo Macías Díaz, "ganó" el concurso del traje "típico", diseñando para la representante mexicana un vestido "con imágenes pintadas a mano de cristeros colgando de postes telegráficos, fusilados, mujeres en misas clandestinas, un templo donde cristeros fueron fusilados y, por supuesto, la Virgen de Guadalupe.
El atuendo incluye "rosarios, escapularios y milagritos" (La Jornada, 1/4/07). ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! La diseñadora se justificó con la entrevistadora de La Jornada insistiendo en que hay apertura religiosa, y "somos descendientes de cristeros. Nos guste o no, es parte de lo que somos". Me pregunto: ¿Por qué no cubrir la falda del traje "típico" con imágenes de Tlatelolco? ¿O con fotos de Díaz Ordaz y Luis Echeverría, que son también parte de nuestra historia patria?
Si los diseñadores del traje fuesen consistentes se hubiesen opuesto, como algunos mojigatos en otras partes del mundo, a un certamen donde aparecen mujeres en bikini. ¡Ave María Purísima! ¿Qué pretenden, Aznar, Rajoy, y los herederos de los cristeros: reiniciar conflictos superados? ¿Provocar una nueva confrontación que termine en conflicto armado?
Al leer la descabellada idea de la arquitecta María del Rayo, me ganó la risa. Imaginé a Miss USA con un traje "típico" que incluyera imágenes de una reunión nocturna del Ku Klux Klan en el Deep South, con capuchas, cruces ardiendo y latas de cerveza. Un concurso de belleza está muy lejos de ser el sitio idóneo para ventilar ideología política o religiosa. A propósito de indumentarias tengo un consejo para María del Rayo: ¡La ropa sucia se lava en casa!
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