jenaro villamil
México, D.F., 15 de mayo (apro).- Como en sus momentos estelares, TV Azteca volvió ayer a exhibir su grosera utilización de la pantalla y de sus espacios informativos para litigar intereses particulares y, en específico, para amedrentar a los ministros y jueces integrantes del Poder Judicial, que en estos días deberán definir la anticonstitucionalidad de la ley Televisa.
El detonante para que la empresa de Ricardo Salinas Pliego volviera a las andadas –en su estilo de escarnio, exageración y alteración de los hechos--, fue el amparo que un juez le otorgó a dos de los exaspirantes a dirigir la Cofetel, Rafael del Villar y Gonzalo Martínez Pous.
Este amparo obligará a una nueva integración de Cofetel, el organismo responsable de regular la televisión, la radio y las telecomunicaciones del país, un sector donde se manejan diariamente intereses que se calculan en mil millones de dólares.
La editorial que leyó el conductor de “Hechos”, Javier Alatorre, anunciaba: “golpe a los organismos autónomos que pone en riesgo a nuestra incipiente democracia”. Durante 20 minutos ininterrumpidos, el noticiario de mayor audiencia de Canal 13 litigó en la pantalla no sólo para defender sus intereses –algo que sería normal en el esquema de impunidad mediática prevaleciente--, sino para denostar a los promotores de la acción de anticonstitucionalidad de la ley Televisa y para inventar que la Suprema Corte amenaza con hacer que México retorne al “presidencialismo autoritario”, “atentando contra organismos autónomos” y estableciendo una “neodictadura”.
La desmesura de TV Azteca incluyó imágenes de los “malos” de su película: los exsenadores Javier Corral y Manuel Bartlett, como si ellos fueran los representantes de un retroceso digno de rasgarse las vestiduras. “Corral y Bartlett buscan regresar el país a 50 años atrás”, recitó el reportero Vicente Gálvez.
No tuvo desperdicio la autojustificación de la televisora del Ajusco, la misma que recibió un módico préstamo de 29 millones de dólares de Raúl Salinas para obtener de manera transparente y nada discrecional la concesión de los canales que formaban parte de Imevisión.
Según el guión de “Hechos”, “nosotros, como parte activa de la industria, nos habíamos quedado al margen” de la discusión sobre la “mal llamada” ley Televisa.
Se envolvieron en la bandera de los defensores de la democracia –algo que no les ha preocupado mucho a la hora de que exista competencia en la televisión abierta--, y señalaron que la ley Televisa es maravillosa porque “da certidumbre jurídica” y “viabilidad financiera” a las empresas mediáticas.
“La nueva ley federal de radio y televisión, tan criticada desde la ignorancia, elimina vicios como el dedazo”, decía otra de las frases editoriales del reporte especial.
Por supuesto, les faltó decir que si antes el dedazo era una regla no escrita del presidente saliente para nombrar a su sucesor, ahora el dedazo es una facultad de los poderes fácticos como la propia televisión.
Algunos esperábamos que Ricardo Salinas Pliego volviera a salir en pantalla –como lo hizo en su célebre filípica en contra de la democracia electoral a raíz del asesinato de Francisco Stanley, en 1999-- para condenar al infierno a los ministros de la Corte que osen votar por la anticonstitucionalidad de la ley Televisa y por la renovación de las atribuciones y de la integración de la Cofetel.
No le faltó razón a Luis Téllez, el secretario de Comunicaciones y Transportes, cuando le declaró a The Financial Times, que el organismo regulador de los medios electrónicos y las telecomunicaciones estaba “capturado” por los intereses de sus propios regulados.
Tampoco estaba lejano de la realidad el diagnóstico de Santiago Creel, actual senador del PAN, cuando insistió que la aprobación de esa ley fue producto de una “imposición” de las empresas televisivas que acostumbran utilizar la vulnerabilidad de una clase política adicta a los spots y a la imagen publicitaria que promueva la televisión.
El uso y abuso unilateral de la pantalla que vuelve a exhibir TV Azteca es una confirmación de que el linchamiento mediático se ha convertido en la principal arma de chantaje, presión e intimidación para quienes osen romper con el pacto de la omertá televisiva.
jenarovi@yahoo.com.mx
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