Carlos Fernández-Vega
Los capitales ibéricos rechazan los impuestos pero quieren más concesiones
¡Qué lástima! Los capitales españoles que en México encontraron su cuerno de la abundancia, están "inquietos" y en plena "incertidumbre", según queja pública de sus representantes, porque la simple intentona calderonista -así sea retórica- de clavarles un nuevo impuesto a sus jugosos negocios les ha puesto lo pelos de punta, por decirlo suavemente.
A los barones peninsulares no les gusta el "polémico" CETU (ese gravamen con el que la "continuidad" pretende darle molde de "reforma" a su miscelánea fiscal), pero tampoco es de su grado ningún otro impuesto, sigla, tendencia, idea o lo que fuere que los obligue a pagar por su cómoda estancia en tierras mexicanas, en las que se han acostumbrado a recibir todo a cambio de prácticamente nada.
España se ha convertido en el segundo inversionista extranjero en México, sólo después de Estados Unidos. Pero esa posición es de data reciente, 2004 para ser preciso, tras la adquisición del último paquete accionario y el control absoluto de Bancomer por parte del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA).
Poco menos de 15 mil millones de dólares acumula dicha inversión en el país (alrededor de 10 por ciento del total), aunque de ese monto casi la mitad corresponde a las compras que el capital financiero ibérico ha realizado en el sistema bancario otrora mexicano. El resto se disemina en los sectores comercial, manufacturero y de servicios, el hotelero principalmente.
Desde que 30 años atrás México y España reanudaron relaciones diplomáticas, los capitales peninsulares a cuentagotas comenzaron a llegar al país, por el lado hotelero primordialmente. Pero fue la venta de garage de los bancos la que provocó el interés de esos barones. Y la banca, precisamente, nos ofrece un panorama claro de lo que para esos capitales quiere decir "inquietud" e "incertidumbre".
En los últimos seis años y un trimestre ("el de mayor inversión extranjera de la historia", según Calderón), el BBVA, por ejemplo, se ha echado al bolsillo casi 55 mil millones de pesos en utilidades netas (sin considerar pagarés Fobaproa), monto equivalente a 5 mil millones de dólares. Por el último tramo de Bancomer, en 2004 esta trasnacional financiera pagó 4 mil 100 millones de dólares, los cuales (sin erogar impuestos) se quedaron en manos de la parte mexicana. Entonces, la "inquietud" e "incertidumbre" de los dueños del BBVA se traduce que en menos de tres años recuperaron íntegramente lo que pagaron por Bancomer, con un remanente de 900 millones, y la casa sigue ganando. En resumidas cuentas, Bancomer equivale a una tercera parte de las ganancias mundiales del BBVA.
¿Cómo, en medio de la "inquietud" e "incertidumbre", se pueden lograr tales utilidades netas? Simple: con la decidida cuan generosa intervención del gobierno mexicano, que al BBVA, y al capital extranjero en general, les ha consentido cualquier cantidad de excesos y perversiones, que en sus países de origen ni por aproximación cometen.
Ahora, en plena "inquietud" e "incertidumbre", los capitales peninsulares no quieren impuestos, pero sí más concesiones. Y se otorgarán, porque ya no hay bancos que vender, pues México, según calificativo del gobierno español, es "un país estratégico...." Para los capitales ibéricos.
Cómo no serlo, porque el elevadísimo margen de utilidades no se entendería sin el enorme paquete de "facilidades", "concesiones", "apoyos", "exenciones" y demás gracias que el gobierno mexicano otorga a la inversión extranjera. Todo ello, a pesar de que la propia autoridad española reconoce que "se ha encontrado un alto número de instituciones promotoras de la inversión extranjera (aunque) no parece a primera vista que muchas de ellas ofrezcan ayudas de interés para el inversionista español, o sus funciones y recursos son muy limitados".
Es inagotable la relación de beneficios que obtiene el capital extranjero en México, pero como muestra el gobierno español informa a sus capitales que "todos los estados de la República y varias entidades municipales y ciudades tienen organismos de desarrollo económico que promueven a sus respectivas regiones para atraer inversiones. Para captar inversión extranjera, algunos gobiernos estatales conceden, dependiendo del beneficio del proyecto, reducciones en el precio de terrenos de su propiedad. Asimismo, durante el periodo de formación de mano de obra, algunos estados ofrecen apoyo en los gastos por concepto de nómina".
Además, son beneficiarios de la devolución de impuestos de importación a los exportadores (draw back); por medio del Programa de Maquila de Exportación, no pagan IVA ni cuotas compensatorias aplicables a las importaciones definitivas; a través del Programa de Promoción Sectorial, se les permite importar con arancel preferencial (en su mayoría cero); fiscalmente se les permite la deducción inmediata de las inversiones en todo el país (excepto en las zonas metropolitanas "y de influencia" del Distrito Federal, Monterrey y Guadalajara); el Programa Marcha Hacia el Sur (un fideicomiso público creado para incentivar la creación de empleos directos y permanentes en los estados de Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz, Yucatán y "los municipios rezagados económicamente del resto del país") les otorga apoyos económicos para la pequeña, mediana y gran empresa o personas físicas con actividad empresarial que cuenten con un proyecto de inversión hasta por un monto 5 mil pesos por empleo generado, pero si el proyecto es de uso intensivo de capital tal apoyo puede ser hasta de 20 mil pesos por empleo... y así por el estilo.
¿Y los beneficios para el país receptor?
Las rebanadas del pastel
En esta nueva etapa de "inquietud" e "incertidumbre", los gerentes de Los Pinos y La Moncloa acordaron que el capital peninsular será serenado con obras de infraestructura de multimillonario presupuesto gubernamental mexicano, cuyos estudios de viabilidad serán elaborados por (¡sorpresa!) empresas españolas.
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