Niños Perdidos
por Fausto Fernández Ponte
La Cooperativa de Refrescos Pascual suma esfuerzos con la PGR y el DIF nacional para tratar de localizar a más de mil menores desaparecidos, aunque el gobierno no ataca la causa de tal fenómeno: la descomposición social originada por la pobreza y falta de oportunidades.
I
Hace un par de días, el gobierno federal y una empresa social, la cooperativa de Refrescos Pascual, anunciaron sumar esfuerzos para localizar a casi mil menores.
Esos menores están en calidad de extraviados, sustraídos --robados o raptados-- o ausentes. Y su localización es el objetivo central de una campaña de apoyo a las familias de esos niños.
Por el gobierno federal, las entidades participantes son la Procuraduría General de la República y el Sistema de Desarrollo Integral de la Familia, con la Cooperativa Pascual.
Caracteriza a la campaña la difusión de carteles alusivos y fotografías de aquellos reportados como desaparecidos, en los 350 camiones repartidores de Pascual y sus 50 unidades de supervisión.
II
El tema --el de los niños perdidos-- es preocupante, por su magnitud. Es un problema social de gran complejidad que se nos muestra como un síntoma inequívoco de deterioro societal. De anomia.
Ése es, a nuestro ver, un verismo. En México, la desaparición de personas, en particular niños, mujeres adolescentes y adultas jóvenes y ancianos, es un fenómeno que trasciende esa condición anómala.
Y, al trascender dicha condición, se convierte en normalidad. Muchas desapariciones son por abandono --ora por omisión, ora por comisión-- de los propios familiares. Es una expresión sociocultural.
Y como tal --es decir, como expresión cultural--, sus raíces causativas definen una realidad lacerante vinculada al grado cualitativo ínfimo de nuestro desarrollo y, por ende, nuestro atraso social.
Niños maltratados --indeseados y malqueridos-- que huyen de sus hogares (la mayoría de éstos disfuncionales o fracturados) o son vendidos, literalmente, a agentes de tratantes organizados.
III
Igual ocurre con mujeres adolescentes --de nueve o diez a 15 años de edad--: secuestradas o robadas, abandonadas o vendidas a tratantes para una miríada de fines cuyo denominador común es la prostitución.
¿Motivos? Varios. Pero el principal suele ser crematístico; es decir, obtener una ganancia monetaria a cambio, y la conveniencia egoista de deshacerse de alguien no deseado y no querido.
Y desasirse, de esa guisa, de responsabilidades familiares --paternas o maternas o incluso fraternas-- que representan existir con menores de edad, atenderlos a cabalidad y cubrir sus necesidades.
La acción del gobierno federal --mediante la PGR y el DIF-- y la Pascual (como empresa social del sector privado) es paliativa, desde luego, pues no atiende la compleja causalidad del fenómeno.
Empero, ello invita a trasponer umbrales para atender las causales. Esa atención debe ser secuela de políticas de Estado para revertir y superar, a su vez, con nuestro terrible y lacerante subdesarrollo.
ffponte@gmail.com
Glosario:
Anomia: falta de correspondencia entre normas morales y éticas y el marco jurídico y la conducta social.
Cabal: ajustado a peso y medida. Justo precio. Excelencia. Cumplimiento excelente de obligaciones y deberes.
Empresa social: es una empresa caracterizada porque su forma de propiedad es cooperativa, en la que los socios son los mismos trabajadores.
Subdesarrollo: la definición económica y sociológica de este vocablo lo vincula al subcapitalismo y a la dependencia de un Estado con respecto a otro, como es el caso de México de cara a Estados Unidos. Subdesarrollo es atraso político, económico y social de un pueblo. Es un concepto global y comprende todos los aspectos de la vida del Estado.
Umbrales: partes inferiores o escalobnes de una puerta o entrada.
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