Por Ricardo Andrade Jardí
"Gracias a la reforma del ISSSTE, se han visto beneficiados un millón y medio de ciudadanos y evité su privatización", decía el espurio Fecal, en alguno de los tantos eventos con los que pretende hacerse pasar por "presidente" de los intereses trasnacionales y empresariales que lo han impuesto.
Pero lo que no dijo nunca, el caballerito amigo de las moscas, es que, efectivamente, alrededor de un millón y medio de ciudadanos se han visto beneficiados por la "Ley Gordillo", también llamada "reforma del ISSTE", pero de ciudadanos gringos o españoles, en los que se incluye un minúsculo y vulgar porcentaje de usureros y especuladores mexicanos, que han pretendido hacer de la salud pública su particular negocio: el lucro de la pobreza y de las enfermedades que la misma conlleva.
Pobre Calderón porque, tan ocupado está en lograr legitimidad, que tiene que ir de puerta trasera en puerta trasera, como camaleón, para ver si alguien lo pela y logra tomarse la foto, en un intento de mermar el cada día más fuerte, a pesar de los intentos del duopolio telecrático por desacreditarlo, movimiento ciudadano más grande de la historia moderna de nuestro país, que es origen y suma del gobierno legítimo encabezado por AMLO.
Pero, mientras Fecalin, con su nula capacidad histriónica, se caracteriza de "izquierda" o de "derecha", según soplen los vientos, el país sigue su inequívoco camino a la confrontación entre dos entes imaginarios radicalmente opuestos.
El de las instituciones de la "democracia", que es también el de la impunidad y la corrupción, el de los privilegios para los menos y el de las obligaciones para los más, el de las deudas millonarias de los banqueros que son pagadas por y con el dinero público, el de las redes de políticos pederastas y de explotadores sexuales, el de las casas de apuestas, la banalidad y la mediocridad enajenante promovida por la peor telebasura del planeta, el México de los redondeos empresariales y deducibles, al lado de los atracos millonarios de desvíos de fondos y salarios exacerbados de servidores gubernamentales que dejan sin presupuesto a la política pública, el de los funcionarios adiestrados en el modelo americano de sus caras escuelas y que sirven no a los interés del pueblo de México sino a los intereses trasnacionales de la imperialista "Democracia Corporation S.A.".
Frente al imaginario de una enorme mayoría que ha dicho basta, que ha decidido tomar el destino de su vida en sus propias manos y que ha comprendido, en la mayoría de los casos por la experiencia misma, lo que significa ser mexicano en el neoliberalismo.
Subjetividades de opresión enajenante que deforman el imaginario colectivo y lo aprisionan en el inalcanzable mundo del confort publicitario, el individualismo y el pensamiento único; subjetividades arraigadas por la niñera electrónica que nos "informa de todo aquello que debemos saber" y niega la existencia de todo aquello que pretenda provocar un despertar ciudadano, que nos permita ver la realidad que está más allá de la caja idiota, ya convertida para muchos en su cómoda ceguera de "ojos ciudadanos".
Subjetividades de opresión que sustentan o ayudan a sustentar las subjetividades represivas de un sistema profundamente deshumanizado, esquizofrénico y desequilibrado, que se enfrentan a las subjetividades de lucha y resistencia civil, emanadas de las micro políticas populares, en oposición a un sistema planetario que ha pretendido sepultar toda reivindicación social que entorpezca el saqueo empresarial trasnacional que pretende convertirnos en mano de obra barata frente a los nuevos orquestadores del neocolonialismo.
Pero por más intentos, por más esfuerzo, disfraces y maquillaje que se ponga, la realidad histórica se presenta implacable para Fecal, quien, no sólo no deja de ser un usurpador espurio, sino que cada día la política, impuesta por sus titiriteros, lo convierte en la más impopular de las marionetas, ante millones de ciudadanos que hoy toman la responsabilidad de su destino para ser parte de la historia nacional; millones de ciudadanos que han decidido restablecer el espíritu republicano que la derecha tecnocrática del salinismo, y sus peleles Fox y Calderón, han pretendido destruir para dar paso a un estado exclusivamente administrador de los grandes capitales extranjeros.
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