Carlos Fernández-Vega
Barones de los medios y empleados de angora se visten de adalides de la libertad de expresión
Bye bye Luis Carlos
Exitosa fiesta de disfraces la de ayer en el Senado de la República, donde las puertas fueron abiertas de par en par para que la cúpula, con el indeleble sello de Televisa-Tv Azteca, de la Cámara de la Industria de la Radio y Televisión, la CIRT, presumiera su capa de piel de oveja y enseñara su máscara de demócrata, defensora de la libertad de expresión y adalid de la constitucionalidad.
Ayer, al filo del mediodía, la CIRT difundió un comunicado en el que notificó que los integrantes de su consejo directivo se reunirían (14 horas) con los muchachos de Xicoténcatl encargados del dictamen que los trae locos, toda vez que “en la madrugada de hoy (11 de septiembre), Santiago Creel, presidente de la mesa directiva del Senado de la República, invitó a los miembros de esta cámara a exponer sus puntos de vista sobre el proyecto de dictamen de la reforma electoral”.
Y se reunieron (cerca de cuatro horas), aunque la cúpula no lo hizo precisamente con la intención de abordar la reforma electoral, sino para defender, disfrazados de demócratas y en nombre de la libertad de expresión, la creciente influencia que los medios electrónicos (especialmente la televisión) tienen en los procesos políticos del país y la gruesa rebanada de recursos públicos que, vía campañas electorales, terminan en sus alforjas.
Previamente, la cúpula de la CIRT dejó en claro su insatisfacción, porque, dijo, para la elaboración del predictamen de la reforma electoral no hubo “ningún foro de consulta pública”, como no lo ha habido en tantas otras ocasiones (modificaciones a las leyes del IMSS y del ISSSTE, Fobaproa-IPAB, rescate carretero, nuevos impuestos, etcétera, etcétera), ausencias por las que la referida Cámara nunca protestó. Por el contrario, las celebró.
Por ello, vale preguntar ¿cuántos de los que ayer tomaron el micrófono por parte de la CIRT (algunos senadores incluidos) tienen calidad moral para hablar de y defender a la democracia, cuando el grueso de ellos formó parte, en primer fila (algunos, generacionalmente hablando, como “soldados” del régimen y el inquilino de Los Pinos, incluyendo al asesino Díaz Ordaz), del autoritarismo mexicano, y por él y junto a él lograron consolidar el duopolio televisivo y el oligopolio de la radio?
Como parte de la estrategia de la CIRT, además de los barones del ramo, tomaron el micrófono algunos empleados de angora de los medios electrónicos, casi todos ellos, casualmente, en nómina del duopolio televisivo como lectores de noticias. Y la pregunta es válida para ellos, también.
Que la cúpula de la CIRT (léase Televisa-Tv Azteca) y sus empleados de angora “no aceptamos una mordaza”, pero sistemáticamente niegan el derecho de réplica a quienes lo solicitan y/o resultan raspados en sus no pocas negras campañas mediáticas. Que es “injusta, regresiva y anticonstitucional la propuesta del Senado en materia de propaganda electoral en los medios electrónicos”, cuando buena parte de su consejo directivo forma parte del grupo promotor de la injusta, regresiva y anticonstitucional ley Televisa, según lo dictaminó la Suprema Corte de Justicia de la Nación, o del asalto al Cerro del Chiquihuite, por ejemplo.
Que el duopolio televisivo y el oligopolio de la radio defienden la libertad empresarial y comercial, pero, campaña mediática de por medio, por si hubiera dudas, se niegan rotundamente a la apertura del sector, con la complicidad gubernamental, comenzando por una tercera cadena nacional de televisión y el ingreso de jugadores frescos (cuando menos apartados de la larga mano de Televisa) para que participen con nuevas concesiones en el negocio de la radio. Que “para qué las prisas”, cuando su ley Televisa por la libre pasó en unos cuantos minutos (la premura depende de qué lado del escritorio estén las televisoras: ni una sola crítica a la velocidad con la que les aprobaron dicha ley, la misma que la SCJN echó para atrás en su parte medular; ni un sola crítica a la celeridad con la que se aprobaron la quema de la paquetería electoral en 1988, la legalización de la deuda del Fobaproa, la nueva Ley del IMSS en 2004 y/o la del ISSSTE en 2007... o las prisas panistas por declarar “vencedor” a Calderón en los comicios de 2006, por ejemplo).
En la fiesta, variados fueron los disfraces: televisoras que reivindican la democracia, la transparencia, la libertad empresarial y el ejercicio del derecho a la información; directivos del duopolio disfrazados de senadores; políticos profesionales disfrazados de comunicadores; personeros de Marta Sahagún y Tv Azteca disfrazados de personal de asepsia; locutores y mercaderes del micrófono disfrazados de periodistas y comunicadores; Los Pinos con disfraz del empresario Pedrito Ferriz de Con, el sempiterno vocero presidencial oficioso; una chantajista profesional disfrazada de “periodista de espectáculos”; banqueros disfrazados de conductores de noticieros; barones de los medios electrónicos disfrazados de mexicanos de a pie, exigentes de sus derechos, pero negadores de sus responsabilidades; ambiciones políticas y económicas disfrazadas de reclamo democrático, de protesta, de indignación.
En fin, ésos y otros disfraces se vieron ayer en el Senado, cuando en realidad el nombre del juego es clarísimo: nos negamos a dejar de ser factor de primer nivel en la toma de decisiones del país, de intervenir en el juego electoral y de sacar siempre la ficha ganadora en el jugoso negocio de las concesiones y los dineros públicos. Nos negamos, en síntesis, a dejar de ser quienes siempre hemos sido.
Las rebanadas del pastel
Bye bye Luis Carlos.
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