CONVOCA LÓPEZ OBRADOR A MANTENER LA MOVILIZACIÓN EN DEFENSA DEL PETRÓLEO. EL MARTES 25, NUEVA CONCENTRACIÓN POPULAR EN EL ZÓCALO DE LA CIUDAD DE MÉXICO.
Discurso del presidente legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador, durante la ceremonia conmemorativa por el LXX aniversario de la Expropiación Petrolera, realizada hoy en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México
Amigas y amigos:
Agradezco a todos ustedes su participación en esta importante asamblea ciudadana.
Aquí estamos de nuevo, mujeres, hombres, adultos mayores, jóvenes, niñas y niños de todas las clases sociales y de todas las regiones del país.
A partir del fraude electoral nos propusimos la transformación de la vida pública de México. Desde entonces, hemos venido reiterando que los cambios que requiere el país no vendrán de arriba, de los potentados y usurpadores, sino de un movimiento popular, amplio, plural, organizado y capaz de abolir el régimen imperante de opresión, corrupción y privilegios; un movimiento que haga posible instaurar una nueva República, con una nueva economía, una nueva forma de hacer política y una nueva convivencia social más humana y más igualitaria.
En pocas palabras, tenemos la convicción de que sólo el pueblo puede salvar al pueblo, que sólo el pueblo puede salvar a la Nación. Y hoy, con esta idea por delante, estamos enfrentando el más grande de todos los desafíos que nos haya tocado vivir.
Hoy, precisamente, que conmemoramos el 70 aniversario de la expropiación petrolera, como paradoja de la historia, llamamos a defender, con inteligencia, valor y patriotismo, esta gran conquista del pueblo de México.
Ante la amenaza de privatizar la industria petrolera y abrirle la puerta de nuevo a las compañías extranjeras, hemos tomado la decisión, indeclinable, de impedir, con la organización y la movilización del pueblo, la consumación de esta desastrosa felonía.
¿Cuáles son nuestros argumentos para oponernos a la privatización de la industria petrolera? Tenemos razones fundamentales para rechazar la llamada reforma energética, lo explico:
La primera es la defensa de nuestra soberanía nacional. Como sabemos, durante el porfiriato se otorgaron concesiones a compañías extranjeras para explotar el petróleo en nuestro territorio. Estas compañías no sólo dominaban en este ramo de la economía, sino que eran dueñas de grandes extensiones de tierras en donde se imponían de manera absoluta cometiendo graves abusos e injusticias.
Uno de los logros más importantes de la Revolución Mexicana fue que en el artículo 27 de la Constitución se estableció el principio de que a la nación le corresponde “el dominio directo de todos los recursos naturales”. Y tratándose del petróleo se definió que “no se otorgarán concesiones ni contratos… y la nación llevará a cabo la explotación… en los términos que señale la ley reglamentaria respectiva”.
A pesar de este ordenamiento constitucional, las presiones y amenazas de los gobiernos extranjeros impidieron, por más de veinte años, que se expidiera la ley reglamentaria del artículo 27. No pudo Carranza, no pudo Obregón, no pudo Calles. Incluso, este último presidente, después de haber promulgado, en 1925, la Ley Petrolera que reglamentaba el artículo 27 Constitucional, tuvo que retractarse ante la evidencia de un plan de intervención militar de Estados Unidos para crear la República del Golfo de México.
De modo que no fue nada sencillo hacer valer el dominio de nuestra nación sobre el petróleo. Para lograrlo se entrelazaron tres condiciones inmejorables: tuvimos la fortuna de contar con un presidente popular, con sensibilidad política y, sobre todo, patriota, el general Lázaro Cárdenas del Río. Desde entonces no hemos tenido a un hombre público de esas dimensiones.
También fue decisivo que en Estados Unidos gobernaba el presidente Franklin Delano Roosevelt, uno de los más grandes políticos del mundo, en el siglo XX. Durante su presidencia, aplicó una política de buena vecindad con los países del continente americano. En ese entonces se reconoció la soberanía de Cuba y Panamá, y ordenó la retirada militar estadounidense de Nicaragua y Haití. La autenticidad de su política de buena vecindad tuvo su mejor ejemplo en el respeto a la soberanía de nuestro país.
En los días posteriores a la expropiación petrolera, en una carta el general Cárdenas lo reconoce así: “Mi gobierno considera que la actitud asumida por los Estados Unidos de Norteamérica, en el caso de la expropiación de las compañías petroleras, viene a afirmar, una vez más, la soberanía de los pueblos de este continente, que con tanto empeño ha venido sosteniendo el estadista del país más poderoso de América, el excelentísimo señor Presidente Roosevelt”.
Desde luego que también influyó el hecho de que el 12 de marzo de 1938, Hitler invadía con sus tropas Austria, y la Segunda Guerra Mundial había estallado. Esta circunstancia político-militar, hizo entender al gobierno norteamericano que era preferible la vía de la negociación y contar con un gobierno antifascista en su frontera sur, que el uso de la fuerza contra nuestro país.
Así fue como se llevó a cabo la expropiación de 17 compañías extranjeras que se negaban a respetar el laudo a favor de los trabajadores y se hizo valer la soberanía nacional. Con esta histórica decisión política se alejó el riesgo de la subordinación del poder público a empresas particulares extranjeras. Desde entonces, quedó de manifiesto que no se puede permitir que ningún interés económico o entidad superior extranjera esté por encima del Estado mexicano.
Y en esto radica el riesgo actual de volver a abrir la puerta a las compañías extranjeras, las cuales, como sabemos, se llegan a constituir en poderes reales que con la fuerza de sus gobiernos tienden a subordinar los intereses del pueblo y de la nación.
Es cosa de pensar que si perdemos la soberanía, como sueñan los entreguistas, será muy difícil, por razones geopolíticas, recuperar el dominio de la nación sobre nuestros recursos energéticos. ¿Cuánto faltaría entonces para dejar de ser un país y convertirnos en colonia? ¿Acaso queremos que los gobernantes sean una burocracia al servicio de los intereses externos? ¿Cómo representarían, con dignidad, estos empleados al pueblo de México?
La segunda razón por la que no aceptamos la privatización del petróleo es que sería una violación infame a nuestra Constitución Política. Como es sabido, la intención de las cúpulas del PRI y del PAN es llevar a cabo la privatización del petróleo, mediante la reforma a la Ley Reglamentaria del artículo 27, para permitir la celebración de los llamados contratos riesgo, contratos de servicios múltiples y la asociación con empresas extranjeras, todo lo cual es rotundamente inconstitucional.
Cuando don Jesús Reyes Heroles fue director de Pemex, y esto lo debería de saber su hijo, actual director de ese organismo público, eliminó los llamados contratos riesgo que, como él mismo decía, “contratos riesgo, para Petróleos Mexicanos, y de seguridad y beneficio para los extranjeros”.
La tercera razón es que detrás de la privatización está el interés de un grupo para hacer negocios privados al amparo del poder público. En este caso específico, privatización es corrupción. El 24 de febrero di a conocer cómo, Juan Camilo Mouriño, actual secretario de Gobernación del gobierno usurpador, firmó contratos siendo funcionario público del sector energético, en beneficio de sus empresas familiares. Ante ello, este improvisado funcionario en asuntos de gobierno, que no de negocios, ha confesado que en efecto suscribió los contratos en cuestión, aunque de manera cínica alega que fueron éticos y legales. Lo cierto es que este funcionario armó toda una red de complicidades con personajes que ocupan puestos clave en el interior de Pemex y en otras entidades del gobierno federal.
Pero lo más grave de todo es la identidad de quien propicia este tipo de negocios turbios: el señor Felipe Calderón. Él es el principal promotor de las relaciones con las empresas extranjeras vinculadas al sector energético. Aquí quiero recordar que el primer contrato de servicios múltiples que se otorgó, violando la Constitución, a una empresa extranjera, se suscribió cuando Felipe Calderón era secretario de Energía y presidente del Consejo de Administración de Pemex. Así, el día 14 de noviembre de 2003, sin que haya participado en la licitación ninguna otra empresa, se entregó a Repsol de España un contrato por 2 mil 437 millones de dólares, para explotar yacimientos de gas en la Cuenca de Burgos. Contrato que, por cierto, se encuentra en litigio en los tribunales, por inconstitucionalidad.
Pero no sólo eso. A esta misma empresa, Repsol de España, el gobierno usurpador, el año pasado, le entregó otro contrato, también sin que se presentara otra oferta, para la compra de gas por 15 mil millones de dólares.
No le demos tantas vueltas al asunto. Detrás de la pretensión de privatizar a Pemex, está la codicia de las minorías rapaces y de funcionarios corruptos. Así ha sido la historia de la derecha. No olvidemos que durante el porfiriato, funcionarios del régimen eran socios menores y fungían como consejeros de las compañías petroleras extranjeras.
Por ejemplo, Enrique Creel, ministro de Relaciones Exteriores, era consejero de la compañía petrolera El Águila, lo mismo que Porfirio Díaz hijo. En tanto que el suegro y la esposa del dictador eran accionistas de esta misma compañía. Es más: el dueño de El Águila le regaló acciones al presidente Díaz, quien años más tarde las vendería en París, durante su destierro.
En vez de la privatización para seguir haciendo negocios privados en el sector energético, lo que realmente hace falta es combatir la corrupción, empezando por hacer una auditoría, en la cual, entre otras cosas, se aclare con transparencia la relación que existe de Felipe Calderón, Mouriño, César Nava, Elías Ayub y Dionisio Pérez Jácome, hijo, con empresas extranjeras.
Es indignante que cuando en realidad lo que quieren es montarse en el negocio del petróleo, estén tratando de manipular a la opinión pública con campañas publicitarias, llenas de mentiras, como la del famoso “tesoro escondido en las aguas profundas del Golfo de México”.
Las reservas más grandes de petróleo no están en las aguas profundas, sino en tierra y en aguas someras del Golfo de México. Usan el pretexto de las aguas profundas, junto con la vacilada del “efecto popote” para tratar de justificar la pretendida reforma a las leyes y permitir la asociación con empresas extranjeras.
Aquí reitero que es falso que falte el dinero o tecnología para modernizar la industria petrolera. Debe saberse que Pemex, a pesar de la corrupción y del mal manejo, es la empresa más rentable del país (extraer un barril de petróleo nos cuesta 4 dólares y se está vendiendo hoy en 93.55 dólares).
Si realmente quieren fortalecer a Pemex, no hace falta modificar el marco legal, es cosa de reducir el gasto burocrático y terminar con los privilegios de los altos funcionarios públicos, para destinarle más recursos económicos; o cuando menos, entregarle los excedentes que se obtienen por los altos precios del petróleo, que este año serán de 200 mil millones de pesos, lo cual significaría aumentar al doble la inversión actual de este organismo sin endeudamiento de ninguna índole.
En cuanto a la tecnología es mentira que, irremediablemente, tengamos que asociarnos con empresas extranjeras y que no se pueda contratar. Incluso, Pemex ya ha firmado tres contratos para perforar en tirantes de agua de más de 3 mil metros. Además hay trabajadores, técnicos, geólogos e ingenieros petroleros mexicanos con mucha experiencia. Recordemos que, apenas había transcurrido un año de la expropiación, cuando, a pesar de la sentencia de los dueños de las compañías extranjeras de que no podríamos sin su tecnología, los trabajadores mexicanos sacaron a flote a la industria petrolera.
Ya para entonces, el general Cárdenas informaba que “la vinculación sincera de los obreros con el porvenir de la industria llega al punto en que ellos han concedido en postergar la aplicación del laudo, mientras dura el boicot organizado por las compañías e invertir una parte importante de sus ahorros en la misma industria”.
“En la actualidad —decía el general— la industria petrolera no requiere fuertes inversiones; la experiencia ha convencido al gobierno de que a pesar de las dificultades para vender al precio del mercado, los ingresos por ventas realizadas le han permitido llevar adelante un programa de perforaciones, construcción de oleoductos, modernización y ampliación de refinerías, cuyos resultados se advierten en el incremento cada vez más sensible de la producción y permiten asegurar que el programa mencionado puede desenvolverse con los recursos propios del Estado”.
Sólo los políticos y tecnócratas corruptos, acomplejados y vendepatrias pueden argumentar que hoy Pemex no puede y que su entrega al sector privado y extranjero es la única salvación.
Otra razón fundamental para impedir la privatización de la industria petrolera es que nos quedaríamos sin la posibilidad de desarrollar al país en beneficio de la mayoría de los mexicanos.
Como lo hemos dicho en otras ocasiones, con el petróleo podemos industrializar a México, crear empleos, abaratar los precios del gas, la gasolina y la electricidad, fortalecer nuestro mercado interno y garantizar el bienestar de la población.
Si se privatiza el petróleo o se comparte la renta petrolera con empresas extranjeras, no tendríamos realmente cómo sacar adelante al país. Se cancelaría el futuro para millones de mexicanos, se estaría condenando al pueblo sólo a sobrevivir, a seguir padeciendo por desempleo y continuaría creciendo, cada vez más, la migración a los Estados Unidos.
Y por último, nos oponemos a la privatización porque queremos vivir en paz y sabemos que la paz es fruto de la justicia.
Que se oiga bien, lo digo con absoluta responsabilidad: si se entrega la renta petrolera a particulares, nacionales y extranjeros, no habrá forma de mejorar las condiciones de vida y de trabajo del pueblo y se estaría cancelando la posibilidad de transformar a México por la vía pacífica.
El despojo del petróleo dejaría latente el riesgo de una confrontación violenta, lo cual nos puede llevar a más sufrimiento, inestabilidad política y social, al predominio del uso de la fuerza y no necesariamente a la emancipación del pueblo.
Recordemos que desde la expropiación hasta nuestros días, el petróleo ha sido un instrumento de paz y de estabilidad política, precisamente porque ha estado en manos de la nación.
Por eso es preferible actuar ahora y no permitir que la derecha termine por desestabilizar al país. Lo repito: son ellos los más tenaces violadores de la Constitución y las leyes. Nosotros no queremos la violencia. Nosotros vamos a transformar a México por la vía pacífica. Nosotros vamos a seguir actuando de manera responsable, pero con firmeza y patriotismo.
Amigas y amigos:
Sería gravísimo permitir la privatización del petróleo. Dejaríamos de ser un país libre y soberano; se rompería el orden constitucional; se elevaría a rango supremo la corrupción; nos quedaríamos sin la posibilidad de transitar por un camino propio con un modelo de desarrollo que concilie el crecimiento con el bienestar, y el despojo del petróleo sería una fuente constante de fricciones, desacuerdos y conflictos.
El general Lázaro Cárdenas, ese presidente gigantesco, el 5 de febrero de 1939 escribió en sus Apuntes: “La presencia de las compañías petroleras en México ha hecho mucho daño al país, la serie de crímenes y asesinatos dirigidos por los directivos de las empresas para asegurar sus instalaciones, su actitud altanera frente a las autoridades del país y su provocación constante para crear conflictos en el interior y en el exterior, son dolorosa experiencia de la nación mexicana, que ha pagado muy cara por su vieja política de ‘facilitar la inversión de capitales extranjeros para el desarrollo del país’”. Y agregaba que: “ni presión económica, ni el anuncio de la presencia de escuadras extranjeras en aguas mexicanas, haría tanto daño a la vida política de México, como el que se causaría con la devolución pacífica de los yacimientos petroleros a las compañías expropiadas. Retroceder o perder lo ganado sería una traición a la patria”.
Amigas y amigos:
Por todas estas razones, hemos tomado la decisión de llevar a cabo un plan de resistencia civil pacífica, en caso de que las cúpulas del PRI y del PAN decidan cometer esta traición a la patria.
Ya hemos avanzado en la organización. Están presentes los integrantes de los 32 Comités Estatales para la defensa del petróleo. También se han integrado un buen número de brigadas. La movilización comenzará cuando se presente la iniciativa de reforma a las leyes para privatizar el petróleo, ya sea en la Cámara de Diputados o en la de Senadores. Nuestros legisladores están también organizados, atentos y dispuestos a llevar a cabo acciones en el interior de los recintos del Poder Legislativo.
Todos debemos estar muy alertas para actuar de inmediato. Tenemos la información de que pretenden presentar dicha iniciativa el 25 de marzo, el martes próximo. Por eso les convoco a que ese día celebremos, a las 5 de la tarde, una nueva asamblea informativa, en esta plaza pública.
Sé que no es fácil para ustedes el que volvamos a reunirnos dentro de ocho días, pero vale la pena el sacrificio. Además, tenemos que estar bien organizados, comunicándonos y muchas veces no hay la manera de hacerlo con facilidad. Por eso, ahora que estamos juntos, les pregunto si estamos dispuestos a volvernos a congregar aquí, el martes 25, a las 5 de la tarde, y si estamos decididos a participar en todas las movilizaciones que sean necesarias, hasta conjurar la amenaza de privatización de la industria petrolera.
Invitemos a más gente. Esta lucha va más allá de nosotros, es de todo el pueblo de México. Aunque como decía José Martí, hay hombres y yo agregaría, mujeres, que resumen en sí el decoro de muchos hombres. Esta lucha es de esta generación y por nuestros hijos y las generaciones futuras.
Pongo el énfasis en que todas las acciones en contra de la privatización del petróleo se harán en el marco de la resistencia civil pacífica. Llamo a que nos organicemos bien. Todos debemos ayudar a evitar la provocación y la violencia. Lo que vamos a hacer pacíficamente es noble, responsable y eficaz. Caer en la trampa de la violencia sería ayudar a nuestros adversarios.
Cuidado con los provocadores infiltrados del gobierno usurpador. Ellos van a buscar pretextos para el uso de la fuerza y para su campaña de desprestigio en los medios de comunicación.
Todos los que se apunten para formar parte de una brigada deberán actuar con responsabilidad y disciplina y hacer caso a sus coordinadores.
Los voceros de este movimiento serán los siete integrantes de la Comisión Nacional para la Defensa del Petróleo, los coordinadores parlamentarios del Frente Amplio Progresista y los dirigentes nacionales del PRD, PT y Convergencia.
Amigas y amigos:
Estamos viviendo momentos definitorios para la vida pública de México. El partido que nació en 1939, criticando la expropiación petrolera, ahora, en una alianza vergonzosa con las cúpulas del Partido Revolucionario Institucional, pretende regresarnos al porfiriato y convertirnos en esclavos en nuestra propia tierra.
Ya sabemos que se nos vendrán encima con sus campañas de desprestigio en los medios de comunicación. Nos llamarán alborotadores, violentos, intransigentes, dirán que queremos que le vaya mal al país y volverán a decir que somos un peligro para México.
Pero no debemos preocuparnos por estas vulgares campañas. Actuemos con convicción, guiados por valores más elevados que nuestras propias aspiraciones personales. Incluso, no importa que al final nos desgastemos políticamente, si logramos mantener bajo el dominio de la nación nuestros recursos naturales.
Así estaremos demostrando, una vez más, que no somos políticos tradicionales, sino mujeres y hombres libres, íntegros y congruentes, como lo merece y lo demanda la nación.
¡Viva la Expropiación Petrolera!
¡Viva el general Lázaro Cárdenas!
¡Viva México!
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