■ El tesoro de la cleptocracia calderonista
■ La parábola del edificio
Foto: José Carlo González
Ya decíamos que el “tesoro” en las profundidades del Golfo de México que cacarean insanamente los propagandistas de la cleptocracia calderonista se encuentra en manos de “lunáticos”, más que de “piratas” (ver Bajo la Lupa, 16/3/08).
Tanto la Secretaría de Energía calderonista, en la fase aciaga de Georgina Kessel, como el fracasado trío priísta Labastida-Gamboa-Beltrones han expuesto un caleidoscopio de “asociaciones” que van desde la “estratégica” con las trasnacionales (paradójicamente en vías de extinción en los próximos 10 años, dado el auge de las empresas petroleras y gaseras estatales), pasando por la demencial privatización de los oleoductos (que de hecho hipoteca la circulación sanguínea de Petróleos Mexicanos, Pemex), hasta la desnacionalización de la refinación.
El plan del desmantelamiento y/o desnacionalización de Pemex –en realidad una privatización disfrazada para saquear el “tesoro”– fue generosamente obsequiado por Georgina Kessel, la “secretaria” de Energía, quien lastimosamente parece una empleadita de la plutocracia reinante, al parasitario Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y al Consejo Mexicano (sic) de Hombres de Negocios (CMHN) que preside el bushiano-salinista Claudio X. González.
¿Cuál ha sido el legado virtuoso a la nación mexicana de parte de las entidades parasitarias neoliberales, el CCE y CMHN, para gozar de tales canonjías celestiales de “información privilegiada” por encima de otros sectores, por lo menos más patrióticos?
En diversos actos en los que tuvimos el honor de participar recientemente –en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, los dos foros internacionales de Convergencia Democrática y el PRD en el Congreso, los dos Comités de Defensa del Petróleo de Zacatecas y Villa Coapa, y el décimosegundo seminario internacional del PT– pusimos en tela de juicio la ligereza con que Calderón y la Secretaría de Energía manosean las cifras sobre la valuación del “tesoro” de las supuestas reservas de petróleo en las aguas profundas del Golfo de México que oscilan, a su buen entender, entre 30 mil millones y 100 mil millones de barriles. ¡El extravagante diferencial es de 70 mil millones de barriles!
No existe la más mínima coordinación entre Calderón y “su” Secretaría de Energía ni con Pemex, así como de estas dos últimas entre sí, lo que quita seriedad a sus peregrinas cifras, lo cual exige una doble auditoría, financiera y física, sobre la cantidad de los verdaderos recursos y reservas que posee el país antes de “asociarse estratégicamente” a ciegas con las trasnacionales texanas y/o gallegas. ¿Cómo se puede (con)ceder 50 por ciento del “tesoro” en las aguas profundas del Golfo de México sin conocer su cuantía y dimensión, cuando tampoco los ciudadanos conocen el verdadero estado contable de Pemex que padece una hemorragia financiera interna? Esto lo sabe cualquier empresario novato. ¿Cómo se puede ceder parte sustancial de los activos futuros de Pemex sin haber realizado previamente una auditoría que imperativamente tiene que ser ciudadana, dados los antecedentes cleptomaniacos de sus proponentes desnacionalizantes?
Proponemos para la auditoría ciudadana a la UNAM y al IPN, a quienes seguramente no se les escapará que a valor presente de 100 dólares el barril, el diferencial contable del “tesoro”, entre las cuentas alegres de Calderón y “su” Secretaría de Energía, representa 7 billones de dólares (trillones en anglosajón), es decir, ¡más de 10 veces el PIB de México! Así se las gasta la cleptocracia calderonista.
Peor aún: si en realidad fuesen verdaderos los 100 mil millones de barriles de reservas en las profundidades del Golfo de México que fanfarronea la cleptocracia calderonista –siempre a 100 dólares el barril–, pues estaríamos ante una fortuna colosal de 10 millones de millones de dólares (trillones en anglosajón), de los cuales las trasnacionales agraciadas se llevarían la mitad por simple “asociación estratégica”, es decir, 5 billones de dólares.
¿Quién garantiza que las trasnacionales beneficiadas otorgarán limpiamente en las profundidades de los océanos su participación a la contraparte mexicana? ¿A cargo de quién estarán el comando y control de las operaciones? Por desgracia, muchas de las trasnacionales publicitadas, sean texanas o gallegas, no gozan de antecedentes impolutos. Los tales 5 billones de dólares que se llevarían las trasnacionales constituyen casi el doble del costo de la guerra bushiana en Irak y superan el monto total del negocio petrolero mundial, que anda en más de 4 billones de dólares. ¿No es mejor esperar un lapso de dos años para que los ingenieros mexicanos aprendan la tecnología de exploración y extracción en aguas profundas con el fin de ahorrarnos el descomunal desembolso, cuando un yacimiento toma 10 años para entrar en actividad? ¿Cuál es la prisa?
Ya que andamos con cuentos y cuentas de terror de los Garfios y piratas del duopolio neoliberal del PRI y el PAN, que buscan adueñarse del “tesoro” de los hidrocarburos en las aguas profundas del Golfo de México, vale la pena recurrir a una parábola (en su versión corregida), que hemos expresado en nuestras apariciones públicas y que han sido del agrado ciudadano, para entender los alcances de la “asociación estratégica” de la cleptocracia calderonista que en realidad epitomiza al delamadridismo arcaico y fracasado de hace un cuarto de siglo con sus excrecencias salinista, zedillista y foxiana.
Sucede que el dueño de un edificio pierde la única llave que posee para el acceso a su propiedad y recurre a un cerrajero para que le fabrique una llave de repuesto. En forma insólita, éste pide como pago la mitad del inmueble. En esta parábola, el edificio es Pemex, el dueño representa a la nación mexicana, la llave simboliza la tecnología, y el cerrajero encarna a la trasnacional texana y/o gallega. Ahora, en su versión corregida, esta parábola de acento cleptomaniaco sobre la “asociación estratégica” para la exploración y extracción del crudo en aguas profundas es peor en su desenlace: ni siquiera es el dueño quien extravía la llave, sino los administradores del edificio (es decir, el trío entreguista priísta Beltrones-Labastida-Gamboa, el cuarteto panista Elizondo-Camarillo-Creel-Bueno Torio y la pareja gubernamental Calderón-Mouriño) quienes se ponen de acuerdo con el cerrajero para repartirse el inmueble a espaldas de su propietario.
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