Antonio Gershenson
Un aspecto importante de los cambios que ha propuesto el gobierno federal a la legislación relacionada con Pemex es su impacto sobre el empleo. Podemos ver ya algunas expresiones de este impacto. Los principales cambios propuestos que inciden en el empleo son:
Se amplía el alcance de las obras y servicios por contrato y se dan facilidades de adjudicar los contratos sin concurso. Se da una tendencia a que aumente la participación de las empresas contratistas en la industria petrolera, especialmente en exploración y producción, rama que actualmente recibe más de 80 por ciento del presupuesto total de Pemex.
Se permite a empresas privadas –que en este caso serían trasnacionales– construir y operar refinerías, ductos y almacenes, vendiendo los productos refinados a Pemex Refinación. Tomando en cuenta que las gasolineras ya son privadas, una trasnacional puede operar la industria desde la boca del pozo petrolero hasta la boca del tanque de gasolina.
Algunos de los efectos de estos cambios, en caso de que se aprueben las medidas legislativas, son:
Una sustitución masiva de mano de obra de planta por trabajadores contratados por empresas privadas, en casos importantes trasnacionales, de manera más irregular, como contratos por obra determinada, trabajo eventual y otros. En accidentes ocurridos se ha visto la vulnerabilidad de los trabajadores de empresas contratistas.
La compra de materiales en el extranjero, sustituyendo materiales nacionales, reduciendo el empleo en la planta productiva nacional que hubiera podido vender esos materiales o productos.
El uso de personal calificado extranjero, desalojando a ingenieros y otros profesionistas nacionales. Cuando se contrata a profesionales nacionales, generalmente es por obra determinada y otras formas de trabajo no permanente.
Vamos a referirnos a un caso que ya ocurrió, tomando en cuenta que cada caso puede ser diferente. Se trata de la llamada reconfiguración de la refinería de Cadereyta. Luego se repitió con similitudes una operación del mismo tipo en la refinería de Ciudad Madero.
Estas operaciones llamadas reconfiguraciones consisten en hacer cambios complejos y costosos en una refinería existente, con el objetivo principal de que por cada barril de petróleo se produzca más gasolina, aunque también hay otros cambios. El costo de estas obras realizadas en las refinerías mencionadas fue el doble de lo establecido en el contrato de obra, casi 2 mil millones de dólares cada una. El volumen de gasolina adicional producida no es muy notorio para el país. Si con los mismos recursos de las dos reconfiguraciones se hubiera construido una nueva refinería, no estaríamos importando cantidades tan enormes de gasolina, más de 40 por ciento del consumo total.
En vez de hacerlo como en refinerías anteriores, en que Pemex manejaba el conjunto y contrataba operaciones o plantas específicas, Hacienda decidió que se hiciera con financiamiento global por el ganador del concurso. Era un paquete gigantesco. Pese a que el entonces director de Pemex, Adrián Lajous, había ofrecido públicamente a los dueños de las grandes empresas de Monterrey que habría trabajo para ellos, no fue así. Con un paquete de ese tamaño, sólo llegaron dos grupos de empresas al concurso: por un lado, la coreana Sunkyong, cabeza del consorcio, aliada con la Siemens, y por otro las cinco mayores empresas japonesas. Ganó Sunkyong con una oferta muy baja, que nunca tuvo intención de respetar, como lo muestra el dato ya mencionado: el monto real cobrado fue el doble del ofertado y firmado en el contrato.
La empresa coreana trajo de su país más de lo que se hubiera imaginado: desde estructuras prefabricadas hasta obreros coreanos. El grupo de Monterrey no recibió nada, y a partir de esa fecha el PAN empezó a ganar las elecciones allá. Esto afecta a industrias nacionales como la de la construcción, la metalurgia y las electromecánicas, así como proveedores de bienes usados en la obra y prestadores de servicios.
Si esto sucede con una reconfiguración de instalaciones de Pemex y cuando las nuevas instalaciones son de Pemex, ¿qué podemos esperar de refinerías privadas? En este caso, la trasnacional tiene en sus manos las decisiones desde la selección del terreno. Lo de Cadereyta se puede quedar corto frente a las refinerías privadas.
Pongamos como contraejemplo otra obra y otros criterios: la construcción de los segundos pisos del Periférico. También se usaron estructuras prefabricadas; pero el concreto y la varilla fueron fabricados en México, las estructuras mismas también, el personal era mexicano y los bienes adquiridos para la obra fueron, en general, mexicanos. La administración estuvo a cargo de un organismo del Gobierno del Distrito Federal. Las empresas participantes fueron mexicanas.
Claro, para que este contraejemplo sea posible en el petróleo, no sólo se deben rechazar las propuestas federales, sino que Pemex debe ser fortalecido con otros cambios. Estos cambios deben incluir la integración de Pemex en una sola empresa, el cese del saqueo fiscal de Pemex y la construcción, por ese mismo organismo, de nuevas refinerías y otras instalaciones necesarias.
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