Víctor Flores Olea
Cuando peyorativamente dijo Calderón en España que el foro de discusiones en el Senado sobre su iniciativa petrolera tenía un contenido ideológico, sin aportar nada de sustancia, es obvio que no conocía el debate o simplemente mostraba un cobre que es ya secreto a voces: nulas ideas y desprecio por la historia del país que preside.
Pero ¿por qué fue tan aplaudido Calderón en España? Porque la élite española de negocios, a la que pertenece Rodríguez Zapatero, recibió con gran beneplácito que por fin un jefecito mexicano se atreviera a dar el primer paso hacia la privatización del petróleo, “apuesta interesante” según el presidente del gobierno español y los dueños de las compañías (Iberdrola, Repsol, Gas Natural) que expresaron su “interés por la apertura del sector de los hidrocarburos en México”.
Al revés de lo que declara Felipe Calderón, estoy convencido de que en este asunto no hay nada más “ideológico e histórico” (pero pequeñito y errado) que la iniciativa de Calderón, que busca la privatización de PEMEX, contra lo que ha dicho ante nosotros; a nadie le cabe duda y los aplausos en Madrid debieran confirmárselo, además de los irrefutables argumentos de los juristas mexicanos que hablaron en el Senado.
¿Por qué su iniciativa es ideológica? Porque se inscribe al 100% en esa moda (aunque ya va por los 30 años), que ve interesadamente la solución de los problemas sociales (la pobreza y el atraso, principalmente), como algo que la empresa y las inversiones privadas resolverán. Cuando está ya archiprobado (en cuantiosos libros y documentos de investigadores y organizaciones mundiales, incluso la ONU), que la etapa más depredadora y excluyente del capitalismo es la actual neoliberal, la más cruel de la historia con los pobres y la más exitosa con unos cuantos ricos.
Pero es increíble que sus publicistas objeten a los críticos de la iniciativa por un “nacionalismo y populismo” pasados. ¿Alguien puede refutar que 30 años de neoliberalismo han traído los mayores desequilibrios sociales en la historia de México y el mundo? ¿Y que por ello es válido defender a la comunidad nacional ante la devastación empresarial? Me temo que los privatizadores a mansalva de hoy, y los partidarios de la modificación del art. 27 constitucional, “ya que las leyes no deben estorbar a la historia”, son los que viven rotundamente en el pasado.
Los mayores éxitos del desarrollo actual se produce donde, al lado de la empresa privada, hay presencia y coordinación económica del Estado, lo mismo en China y en el Sudeste asiático que en los países escandinavos. Me temo que los entusiastas de las privatizaciones hoy en México son los que están en irremediable retraso histórico y fijos en el pasado.
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