María Teresa Jardí
La usurpación es como un virus que afecta el cerebro del usurpador y de todos sus compinches. Un virus que los empequeñece antes de matarlos. Ahí está Victoriano Huerta como el ejemplo del mismo camino que hoy recorre Calderón. Es un virus que además de sordos los convierte en ciegos y por eso ni oyen ni ven cómo crece el movimiento ciudadano que se opone a la entrega del petróleo mexicano y que no está dispuesto a aguantar más resoluciones de la corte de injusticia del panismo usurpador sin importar que las mismas estén avaladas por el priísmo y por los perredistas a pesar de que finjan, es el papel asignado en la obra a “Los Chuchos”, que les causa asombro la resolución de la tremenda corte de injusticia de la nación. Si el pueblo no quiere y los ciudadanos mexicanos no queremos no hay manera de legitimar la usurpación que el PAN encabeza. Al usurpador le duele, y a sus compinches más, a fin de cuentas en los corredores de palacio se dice que Calderón se mantiene en estado evasor de la realidad casi todo el tiempo, que otro se ostente, me temo que contra su voluntad, pero decididamente por voluntad ciudadana, como el único Presidente Legítimo que en México tenemos.
No importa que AMLO no haya tenido las agallas de funcionar como tal restaurando la Constitución de 1917. Lo que de entrada habría facilitado los juicios políticos necesarios para sacar al usurpador del puesto usurpado. No importa. Para millones AMLO es el Presidente de México y así va a ser consignado por la historia como lo será que Felipe Calderón fue un usurpador, es otra crónica anunciada.
Calderón es un usurpador y aunque los usurpadores parezcan patos, no son patos y usurpadores se quedan en tanto no se les corra por las vías legales, canceladas en México, junto con las instituciones también canceladas, qué mejor ejemplo que una ex Suprema Corte de Justicia violando, ella misma, la Constitución. Usurpadores se quedan en tanto no se “legalice” el próximo fraude para imponer a otro usurpador o hasta que se canse al pueblo, aunque sea tan increíblemente pacífico como el mexicano, y se le obligue a tomar la decisión de correrlo a patadas como sucedió con Porfirio Díaz.
Les duele hasta el alma que se llame a AMLO Presidente Legítimo porque saben que AMLO es quien ganó la contienda electoral perdida por Calderón quien tomó la errónea, a todas luces para él y para el país, decisión de convertirse en el primer usurpador mexicano del siglo XXI, y, lo hizo, por si a alguien se le escapaba el hecho, en un bunker militarizado y con cientos de miles de ciudadanos, representantes de los millones que acudimos a las urnas a conferirle el cargo a AMLO, protestando en la calle, es decir, lo hizo, por la puerta trasera y dando un golpe de Estado. ¿Qué el IFE le legalizó el fraude? Sí ¿y qué? Es lo mismo que lo de la corte de injusticia del usurpador panismo fecalista, en los ratos en que no exonera pederastas o justifica violaciones a los más elementales derechos humanos de los gobernados, “legaliza” el cambio de pensiones de los trabajadores afiliados al ISSSTE violando la Constitución. En México el fecalismo usurpador ha impuesto una dictadura que lejos está de ser el más precario Estado de Derecho. El dinero, convertida la función pública en compra venta de “favores”, y no las leyes rige la vida institucional, que tampoco existe, desarmado que ha sido el entramado ético de todas las instituciones. Y sin partidos políticos, a los que se les canceló la ideología que justifica su existencia, el futuro no podría pintar para menos promisorio. Millones van millones vienen, compra de conciencias a pasto, dos millones de dólares destinados a cada legislador por vender la patria mexicana al mejor postor. Comparado con los patos para justificar el pago algunos de esos impresentables señores que confunden la pluralidad con el entreguismo. La represión sube de tono, las ejecuciones aumentan y los “levantones” ya llegaron a Tizimín de la mano de los secuaces de los Patrón Laviada, tan ambientalistas ellos, a criterio del fecalismo usurpador. Se aceptan apuestas de cuánto tardarán en llegar los desaparecidos a Mérida.
Calderón inaugura una pésima crónica de cara al inicio de un siglo que pinta en el Cono Sur para ser el del cambio, pero que para México, con su usurpación, se ha convertido en el de regreso a la recta final del porfirismo sin ninguno de sus aciertos y con todas sus graves consecuencias.
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