Por Ricardo Andrade Jardí
Cuando la “canciller” del desgobierno usurpador afirma, con toda la ignorancia prepotente que significa esa aseveración, que el Senado, presuntamente sobornado, no tomará en cuenta la consulta popular, sustentada en nuestra aún vigente Constitución Política (de 1917) y no en la Constitución del Reino de España, producto por cierto de una dictadura militar, que también desconoció la voluntad popular del pueblo español, que en 1933 había decidido convertirse en República, no en la Constitución española como supone la canciller fecalista, aunque poco o nada tendríamos que esperar de funcionarios usurpadores que destacan no por su brillantez intelectual ni por su capacidad política (auque fuera para la demagogia), sino por su mediocridad sin límites y por su incapacidad de discernir una idea propia, más allá de la repetición de consignas neoliberales, que son las mismas que en “aras” de la “competitividad” nos han llevado, por ejemplo, a abandonar el campo, para convertirnos en maquiladores de bajo costo al servicio masivo de la producción imperialista. Pero la canciller se equivoca cuando afirma que el Senado desconocerá cualquier resultado que pueda dar la consulta popular, curioso, porque no hay un evento más democrático que la participación ciudadana, pero para los “demócratas mexicanos” y sus intelectuales de pacotilla, pereciera ser que sólo la opinión calificada del poder económico (verdadero poder político de la administración que nos desgobierna) es la que debe ser escuchada, se equivoca repito, porque serán los resultados de la consulta los que desconozcan o respalden la decisión del Poder Legislativo, toda vez que el poder soberano es el pueblo, como lo consagra nuestra Constitución.
Aunque las declaraciones de la canciller no deban ser tomadas a la ligera pues desde ya nos está informando que las decisiones expresadas por los mexicanos no serán escuchadas nunca, pues la servidumbre del desgobierno usurpador y nuestra corrupta clase política, responde a las limosnas de los intereses de quienes gobiernan el mundo, otorgadas como limosna a los países con gobernantes peleles adiestrados para servir al poder imperialista.
Parecería que la canciller está, veladamente, anunciándonos la guerra a la que, la usura y la especulación capitalista, quieren arrastrar al país, toda vez que el usurpador fecal no es más que un títere de poderes de facto que al parecer no han podido, gracias al movimiento ciudadano despertado, a partir del fraude electoral del 2006, imponer su rapacidad frente a un pueblo al que suponían tener mayoritariamente controlado.
Pueden argumentar todo lo que quieren en contra de la consulta popular, la que al parecer dan por perdida, pero no conviene que ignoren el hecho de que la voluntad popular es un derecho soberano que será defendido hasta sus últimas consecuencias; somos un pueblo cada día más organizado, en el que millones de personas no tenemos ya nada que perder y todo otro mundo posible por ganar.
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