Luis Hernández Navarro
Toman las grandes decisiones del gremio magisterial no obstante que son personal de confianza de organismos públicos A pesar de no ser maestros, dirigen, junto con Elba Esther Gordillo y sus dos hijas, Mónica Arriola y Maricruz Montelongo, el sindicato de maestros. Integran la Banda de la Y, conocida así por las iniciales de sus apellidos o sobrenombres. Son Yunes, Yáñez y el Yerno.
Miguel Ángel Yunes es director del Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y aspira a ser gobernador de Veracruz. Se formó en los sótanos de la política de inteligencia junto a Fernando Gutiérrez Barrios. Francisco Yañez es el actual director de la Lotería Nacional y uno de los personajes de las más cercanas confianzas de la maestra, de la que ha sido cajero. Fernando González, el yerno, es subsecretario de Educación Pública y marido de Maricruz Montelongo.
El poder de la banda de la Y en el interior del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) ha generado enorme malestar en las filas de los dirigentes tradicionales, llamados los de “cepa”. Ellos se han visto desplazados de la conducción gremial y humillados por estos tres personajes, que nunca han enseñado en aula. Otros líderes institucionales rompieron abiertamente con Elba Esther y formaron el grupo Tercera Opción.
A pesar del apoyo con el que Felipe Calderón la arropa, el control sindical que la maestra ejerce se erosiona aceleradamente. Muchos de los congresos realizados en los estados para renovar las direcciones locales fracasaron en medio de grandes escándalos. Los líderes uncidos por Elba Esther no pudieron tomar posesión.
Entre los maestros de educación primaria de la ciudad de México y Chiapas impuso representantes espurios sin siquiera cuidar las formas estatutarias. Y, por si fuera poco, no pudo realizar el congreso nacional ni el pleno de dirigentes para restructurar el comité ejecutivo nacional del SNTE. En estados como Tabasco se han formado sindicatos independientes.
Pero, más allá del pleito en las cúpulas, el verdadero problema de la Gordillo está con los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). El pasado 12 de julio los profesores disidentes nombraron un comité nacional alterno para disputar el poder que la maestra ostenta de manera ilegítima. Antes habían ya elegido comités seccionales democráticos en Michoacán, Guerrero, Tlaxcala, Zacatecas, las dos Baja Californias, Chiapas y la sección 9, además de Oaxaca.
El comité nacional alterno inaugura una nueva etapa de lucha del magisterio disidente. Desde que, hace 29 años, se fundó la CNTE sus integrantes han ensayado las más diversas tácticas de lucha para democratizar su sindicato, con resultados desiguales. Pero ahora que se les han cerrado casi todas las puertas de lucha institucional han decido ensayar una nueva vía.
El nombramiento de una dirección nacional alternativa retoma el camino andado por los profesores de primaria de la ciudad de México entre 1956 y 1960 con el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM). La nueva experiencia es similar a las Comisiones Obreras, la oposición gremial de base formada durante el franquismo en España para enfrentar al sindicato vertical, uno de los pilares de la dicatadura.
La nueva etapa tiene sus antecedentes en una serie escalonada de reuniones entre diversas corrientes, que arrancan con el primer Encuentro Nacional de Dirigentes del Magisterio, efectuado en julio de 2007 en Tijuana, Baja California.
En esta asamblea se acordó la Declaración Política de Tijuana, en la que se convocó a formar una convergencia amplia en contra de Elba Esther Gordillo y a reivindicar la dignidad magisterial. El 25 de agosto, en la ciudad de México, se dio continuidad a la iniciativa, con el segundo encuentro. El primero de marzo de 2008 se realizó el tercer encuentro. El 13 y el 14 de mayo de 2008 la CNTE celebró su noveno congreso nacional y nombró una Junta Nacional del Gobierno Sindical. Hasta entonces la Coordinadora se había dado a sí misma formas de coordinación más o menos flexibles y muy poco centralizadas.
Además del hartazgo con Elba Esther Gordillo y la Banda de la Y, la base material que alimenta el nuevo repunte disidente es la indignación ante la Ley del ISSSTE y la Alianza por la Calidad Educativa. En poco tiempo los trabajadores de la educación fueron despojados de sus pensiones y del control que ejercen sobre su materia de trabajo. De la resistencia han pasado a la desobediencia.
La columna vertebral de las protestas contra la modificación al sistema de jubilación de los trabajadores al servicio del Estado han sido los maestros democráticos. Sin embargo, el descontento ante el asalto legislativo se extendió a muchos mentores que no necesariamente simpatizan con la CNTE. Las tres oleadas de amparos contra la nueva legislación han ampliado significativamente la coalición contra la maestra.
Los advenedizos que administran la educación pública en el país han decidido que los únicos culpables de lo que sucede en el espacio escolar son los maestros. Piensan que las grandes deficiencias pedagógicas que existen se resolverán sólo con más productividad, más vigilancia y un salario asociado a ambas variables. Quieren restablecer a como dé lugar una cadena de mando que ha escapado de sus manos. Al hacerlo, con el apoyo de Elba Esther, le han dado un escobazo al avispero.
Multitud de maestros piensan que la Alianza para la Calidad Educativa los despoja de conquistas laborales básicas e impone, al margen de ellos, un sistema de evaluación que quita valor a lo que han estudiado, a lo que enseñan y a su antigüedad. Establece políticas de estímulos con reglas inalcanzables. Refuerza, además, sistemas de vigilancia policiales sobre su desempeño académico. Saben que van a ser supervisados como si fueran obreros en una planta de ensamble o reos en una penitenciaría. Y están indignados.
El momento más oscuro en la noche es el que anuncia el nuevo amanecer. Los meses que siguen en el mundo magisterial serán agitados.
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