Antonio Gershenson
Es sabido que hoy es el día para la consulta, en el Distrito Federal y nueve estados, en favor o en contra de la iniciativa del gobierno federal para cambiar la legislación de Pemex. Esto no sólo es importante para el destino de esa iniciativa y para la defensa de nuestro petróleo. Es un paso importante en una forma de democracia que hasta hace poco no se conocía en nuestro país: que los votos no sólo decidan “quién ganó” este o aquel puesto político, diputación, etcetera, sino que decidan qué ley debe regirnos o no, si un gobierno debe continuar o no, si el petróleo debe privatizarse o no.
Esta última forma de participación ciudadana ha tenido poca vida en México hasta el momento, pero se viene desarrollando desde hace mucho tiempo, incluso siglos. Es más, sólo hay dos países en América Latina que no tienen en su legislación federal o nacional por lo menos alguna de estas formas de participación, y uno de ellos es México. Tenemos legalizada la consulta en el Distrito Federal, pero no en el plano federal.
De hecho, en la pasada campaña electoral López Obrador incluyó en su programa esta participación directa. También se sometió a la revocación de mandato cada dos años, aunque la forma era distinta: una especie de encuesta supervisada y no una votación en urna, que implica infraestructura, inversión, mucho personal y algunos otros elementos. Pero ahora sí la tenemos. En la mayor parte del país la consulta es organizada por personas interesadas y organizadas de alguna manera.
En muchos casos la consulta, el referendo o el plebiscito son convocados por alguna autoridad. Hay casos en que la ley señala cuándo va a haber este tipo de votación; en varias entidades de Estados Unidos son en el mismo día y lugar que la elección convencional. Pero en Perú, Uruguay y Colombia se convoca a este tipo de actos con el 10 por ciento de firmas en relación con el total de posibles votantes. Faltan unos días para una votación en Bolivia para la revocación, o ratificación, del mandato del presidente y del equivalente de los gobernadores. En septiembre se votará en Ecuador en favor o en contra de la nueva Constitución. En un evento reciente, nos informaban que la consulta popular que empieza el domingo 27 es muy importante para otros países de América Latina, porque sienta precedente al someter a votación popular un proceso de privatización de áreas estratégicas.
En Europa se considera a Suiza como país precursor de las votaciones populares de este género, y éstas se han venido extendiendo en alcance y de unos países a otros. En Italia hay referendo revocatorio del mandato y se puede iniciar “desde abajo”.
Si vemos la evolución histórica general, observamos que se extiende más y más la votación directa de los ciudadanos para tomar decisiones y para validar leyes. De modo que el acto de hoy es, además de un paso importante en la defensa de nuestro petróleo, un paso hacia un futuro más democrático.
Es más, algunos legisladores de izquierda han hablado de una iniciativa para dotar a todos los ciudadanos mexicanos de todos estos derechos. El logro de este propósito puede tardar más o menos tiempo, pero va en el sentido en el que marchan los ciudadanos de cada vez más países.
Después de la de hoy, habrá otras dos etapas en esta consulta, el 10 de agosto en los estados del sur, y el 24 de agosto en los del norte. Esta votación, sin embargo, no se puede comparar con una elección “normal”, ya consolidada y legalizada en todo el país, con meses de campaña electoral y con medios de difusión. Es un paso muy importante, pero en cierto sentido es el primero. Para verlo en todo su alcance hay que observarlo en la perspectiva de este proceso al que nos referimos.
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