Gustavo Leal F.*
A pesar de ser el destinatario de un gran número de quejas por la calidad del servicio médico del ISSSTE, Miguel Angel Yunes repitió –más de un año después– que entre los “beneficios” de la “reforma” calderonista destaca la “aplicación” de 8 mil millones de pesos para “mejorar” los servicios.
Pero resulta que el 18 de mayo de 2007 Calderón anunció un fantástico programa de 10 acciones para construir un nuevo ISSSTE y atender en ¡90 días! aquello que los gobiernos priístas y panistas previos no quisieron atender desde 1982. El fracaso fue descomunal y el programita fue popularmente rebautizado como Las 10 mentiras de Calderón sobre un “nuevo” ISSSTE.
Por ejemplo, el 26 de junio, 37 días después de haberlo anunciado, en un hospital prácticamente tomado por la Policía Federal Preventiva: el Regional Ignacio Zaragoza –al que había arribado en helicóptero, lo que impidió cualquier contacto con los pacientes–, Calderón contempló –en un auditorio prácticamente sellado– videotestimonios de cinco derechohabientes porristas que alabaron –vía video– los “avances” de sus “acciones”. Sin prensa que lo incomodara y sólo rodeado de funcionarios comunicó precipitadamente que “2 mil 814 pacientes han sido operados, 5 mil 989 recibieron atención de un especialista y a 2 mil 275 se les practicaron estudios de gabinete”. Y aún agregó: “en dos meses, cuando haya concluido este programa, habrán sido atendidos casi 40 mil pacientes que se encontraban en espera de algún servicio de salud”.
Pero la queja de una paciente anónima del mismo hospital puso las cosas en su justo lugar: “ayer vine por la medicina y no había, y ahora que sí hay, no me dejan recogerla hasta las 9, por lo de Calderón”.
Diez meses después, Yunes se atrevió a “asegurar” que en el servicio que se presta a los derechohabientes “no existe rezago en cirugías o consultas de especialidad, toda vez que se decidió extender el programa extraordinario y en el que se han invertido 56 millones de pesos”. ¡Primera noticia! ¿Desde cuándo “lo extendió”? Porque su ausencia es tan patente como las fantásticas de 10 acciones de Calderón. La atención médica del ISSSTE-Yunes está mucho peor que como la entregó Zedillo a Fox y éste a Calderón.
Y 10 meses después, Yunes también sostuvo que en 2008 gastaría 3 mil 250 millones de pesos en construcción, remodelación, ampliación, conservación, mantenimiento de unidades médicas y adquisición de equipo. Pero al mes de agosto apenas ha destinado 420 millones de pesos. Sin otra salida, admitió que el rezago del ISSSTE es “muy grande”, a grado tal que en algunos casos, como el del hospital Gonzalo Castañeda, la situación es “preocupante”. Si existiera posibilidad, consideró, “lo mejor sería cerrarlo, pues opera en condiciones inadecuadas”. ¿Cuáles cumplirán con ellas?
Sin embargo, vuelve a anunciar la edificación de hospitales “de alta especialidad” en Tultitlán y Emiliano Zapata, Morelos, e informa que “explora” la posibilidad de construir un tercer gran nosocomio en la zona norte del DF, con el que “se resolverían” los problemas de saturación del hospital Primero de Octubre. Para ello, Yunes pretende adquirir el edificio de Ferrocarriles Nacionales ubicado en Buenavista.
Aunque sucede que el Directorio Nacional de Unidades Médicas del ISSSTE (noviembre, 2007) exhibe una abigarrada lista de establecimientos (unidades y clínicas de medicina familiar, de medicina general, clínicas-hospital, clínicas de alta capacidad resolutiva, de especialidades, centros de cirugía ambulatoria, CAD, CLIDDA, estancia temporal para enfermos de los estados, hospitales generales y hospitales regionales) con una tal distribución que deja enteramente desprotegidos a los derechohabientes que requieren atención especializada (tercer nivel) en buena parte del norte y –por supuesto– el sur del país. Para ellos apenas dispone de un solo establecimiento: el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, porque los de Guadalajara y Monterrey no tienen ese nivel.
Por algo la Secretaría de Salud –vía la subsecretaria Maki Ortiz– contempla edificar nueve hospitales de alta especialidad en Ciudad Victoria, Ixtapaluca, Querétaro, Torreón, Chihuahua, Acapulco, Culiacán, Cancún y Mexicali –bajo el esquema de proyectos de prestación de servicios–, que subrogarán servicios al ISSSTE –como ya sucede con el hospital del Bajío–, “lo cual asegurará recursos para pagar la obra”, según Ortiz.
Ellos estarían bajo la responsabilidad de la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad, a más de que desde el IMSS, el politólogo Molinar Horcasitas sostiene que la “reforma del ISSSTE es un enorme avance porque son portables las prestaciones” entre ambas instituciones.
¿Cómo se atrevieron los legisladores de PAN, PVEM y Panal (con los priístas Samuel Aguilar, Beltrones y Gamboa a la cabeza –acompañados por José Antonio González Anaya, de la Secretaría de Hacienda–) a invocar una “reforma” para “mejorar” los servicios médicos –y que presentaron como la solución “financiera” al ISSSTE– sin la infraestructura hospitalaria requerida? ¿Con el reducido y sobresaturado número de establecimientos disponibles en el norte –para “atender” a 10 millones de derechohabientes, más el nuevo millón que a partir de enero de 2008 se incorporará por la basificación de 300 mil trabajadores eventuales”, según Ricardo Pontigo, del SNTISSSTE– y sin que el sur del país disponga de uno solo de ellos? ¿Una “reforma” para “mejorar” servicios?
El destino del programa de 10 acciones de Calderón y la “extensión” que le ha otorgado Yunes muestran de cuerpo entero la profundidad del fracaso de una “reforma” que nació muerta.
* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
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