■PRI: cinismo de colección
■ En 25 minutos cambia sus “principios” y avala inversión privada en Pemex
Beatriz Paredes Rangel, presidenta nacional del Partido Revolucionario Institucional, en imagen de arhivo
El cinismo de la cúpula priísta es de colección. Si la “propuesta energética” que armó la mafia que dirige ese partido no coincide, o de plano abiertamente viola la “declaración de principios” del tricolor, la solución es facilísima: ésta se modifica, y si es en 25 minutos, ¡qué mejor! Total, para ellos, los “principios” son como los calzoncillos: se suben o bajan a conveniencia.
En mayo pasado, al arrancar el foro senatorial para debatir la reforma energética (la de Pemex, en realidad), la presidenta del PRI, Beatriz Paredes, suscribió “la imposibilidad” de que su partido se pronunciara en favor de “la participación –abierta o encubierta– de capital privado en sectores básicos” (léase estratégicos) constitucionalmente reservados al Estado, como el petrolero. Y la tlaxcalteca subrayó no sólo la vigencia sino la claridad de la declaración de principios del tricolor en esta materia. “El PRI –dijo– tiene una posición histórica respecto de la cuestión energética. Somos la corriente política que acompañó al general Lázaro Cárdenas en la nacionalización como partido de la Revolución Mexicana… Durante muchos años, gobiernos priístas resistieron embates que pretendían la privatización de Pemex con diversas argumentaciones. El deseo de que los recursos del subsuelo pudiera privatizarse, es una constante que viene de varios lustros atrás y ha sido el priísmo, sin manipulaciones ni estridencias, sin usos electoreros ni oportunismos el que evitó el que esas intenciones prosperaran, por convicción, por la visión que tenemos sobre el estado mexicano y por racionalidad económica. Lo recalco: ni reforma al artículo 27, ni privatización abierta o disimulada de la industria petrolera nacional, el petróleo le pertenece y le seguirá perteneciendo a la nación y al pueblo de México.”.
Esa puntualización parecía tirar al cesto de la basura los pronunciamientos que semanas atrás formularon los coordinacapos tricolores en San Lázaro y Xicoténcatl, Emilio Gambo y Manlio Fabio Beltrones, en el sentido que su empresa… perdón su partido iría “por una reforma que permita la asociación de capitales privados con Pemex” y así concretar “la participación privada en exploración y explotación de petróleo en aguas profundas, como en generación de energía eléctrica, aunque no se trata de modificar el texto constitucional ni será una privatización plena” ni una “privatización a ultranza”. Pero sólo parecía.
Ante la imposibilidad de compatibilizar principios con deseos, pronunciamientos públicos con negociaciones privadas, la cúpula priísta actuó en consecuencia y recurrió a su fórmula mágica: los primeros no coinciden con los segundos, ni éstas con aquellos, se modifica la declaración de “principios”, y listo, que continúen los discursos, porque en 25 minutos tiraron a la basura el “principio” de impedir el acceso del capital privado a la industria petrolera nacional, lo que viola la Constitución (problema de la señora), pero ya no los “principios” del partido.
Lo mejor del caso es que el tricolor no sólo modificó sus “principios” (léase se acomodó los calzoncillos), sino que ahora es “ideológicamente distinto”, o si se prefiere tiene nuevo “rumbo” político, en una suerte de ruptura epistemológica al más puro estilo tricolor (en sociedades menos avanzadas, a esto simple y sencillamente le llaman oportunismo). Así, después de 25 minutos de “intenso debate”, dejó de llamarse PRI y ahora será reconocido mundialmente como el Partido Revolucionario Socialdemócrata Institucional, algo así como PRSI (¿Paresodin?). Se oye bonito.
Si de bonitos se trata, los coordinacapos del nuevo, ideológicamente hablando, PRSI se salieron con la suya. Desde los primeros escarceos sobre la reforma energética (que en los hechos sólo es para Pemex) quedó clara la contradicción entre la declaración de (ex) “principios” del (ex) PRI en este renglón y el pronunciamiento público de Gamboa y Beltrones. Por aquellos tiempos, en este espacio, se comentó que si esta atractiva pareja reitera su acuerdo con los panistas para echar toda la carne al asador en pos de la privatización del petróleo mexicano, habría que preguntarles cómo resolverán un episodio que para ellos probablemente sea de menor importancia, pero que para su partido debe ser de la mayor trascendencia, toda vez que la (ex) “declaración de principios” del tricolor dejaba en claro que en materia energética “defiende el principio constitucional de propiedad de la nación y se pronuncia en contra de todo intento de privatización del patrimonio de los mexicanos” y se compromete a “mantener la rectoría del Estado mexicano, respetando la letra y el espíritu de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, respecto a la soberanía en materia energética y garantizar que el patrimonio de nuestros recursos energéticos sea en beneficio de todos los mexicanos”.
Ante ese panorama, comentábamos entonces, a Gamboa y a Beltrones no les quedará más que renunciar al PRI y quitarse la máscara para militar abiertamente en el PAN; o el tricolor tendría que modificar su “declaración de principios” y su “programa de acción”, o en su defecto incorporarse como un sector más de Acción Nacional. No contestaron entonces; lo hacen ahora.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría, sobre lo mismo: “el PRI acaba de modificar su declaración de principios, y ahora sí estará de acuerdo con la inversión privada en Petróleos Mexicanos. Sin embargo, se pronuncia en contra de todo intento de privatización del patrimonio de los mexicanos. Este cambio de principios significa que el PRI aprueba que una refinería que deja una ganancia superior a 15 dólares por barril de crudo, ahora pueda ser de una empresa extranjera que operará como maquiladora. El crudo de entrada y las gasolinas de salida seguirán siendo de Pemex, pero la ganancia que resulta será para los extranjeros. En cuatro trenes de refinación que requiere México, significará una ganancia anual para los extranjeros mayor de 3 mil 300 millones de dólares, y por tanto el patrimonio de los mexicanos ya cambió de dueño” (José Luis Apodaca Villarreal, japodaca@prodigy.net.mx)... Y en la fiesta de los discursos, la jerarquía católica no podía quedarse atrás: asegura el simpático cardenal Norberto Rivera Carrera que su “Iglesia hará todo lo que esté a su alcance para apoyar el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Legalidad y la Justicia”. Qué bueno, pero si es en serio lo que dice, ¿ya no encubrirá a los curas pederastas? ¿Los denunciará para ser procesados penalmente? ¿Ya no recibirá narcolimosnas ni protegerá, espiritualmente, a los capos del narcotráfico?... Un solidario abrazo para Rosa Elvira Vargas por el fallecimiento de su señora madre.
En mayo pasado, al arrancar el foro senatorial para debatir la reforma energética (la de Pemex, en realidad), la presidenta del PRI, Beatriz Paredes, suscribió “la imposibilidad” de que su partido se pronunciara en favor de “la participación –abierta o encubierta– de capital privado en sectores básicos” (léase estratégicos) constitucionalmente reservados al Estado, como el petrolero. Y la tlaxcalteca subrayó no sólo la vigencia sino la claridad de la declaración de principios del tricolor en esta materia. “El PRI –dijo– tiene una posición histórica respecto de la cuestión energética. Somos la corriente política que acompañó al general Lázaro Cárdenas en la nacionalización como partido de la Revolución Mexicana… Durante muchos años, gobiernos priístas resistieron embates que pretendían la privatización de Pemex con diversas argumentaciones. El deseo de que los recursos del subsuelo pudiera privatizarse, es una constante que viene de varios lustros atrás y ha sido el priísmo, sin manipulaciones ni estridencias, sin usos electoreros ni oportunismos el que evitó el que esas intenciones prosperaran, por convicción, por la visión que tenemos sobre el estado mexicano y por racionalidad económica. Lo recalco: ni reforma al artículo 27, ni privatización abierta o disimulada de la industria petrolera nacional, el petróleo le pertenece y le seguirá perteneciendo a la nación y al pueblo de México.”.
Esa puntualización parecía tirar al cesto de la basura los pronunciamientos que semanas atrás formularon los coordinacapos tricolores en San Lázaro y Xicoténcatl, Emilio Gambo y Manlio Fabio Beltrones, en el sentido que su empresa… perdón su partido iría “por una reforma que permita la asociación de capitales privados con Pemex” y así concretar “la participación privada en exploración y explotación de petróleo en aguas profundas, como en generación de energía eléctrica, aunque no se trata de modificar el texto constitucional ni será una privatización plena” ni una “privatización a ultranza”. Pero sólo parecía.
Ante la imposibilidad de compatibilizar principios con deseos, pronunciamientos públicos con negociaciones privadas, la cúpula priísta actuó en consecuencia y recurrió a su fórmula mágica: los primeros no coinciden con los segundos, ni éstas con aquellos, se modifica la declaración de “principios”, y listo, que continúen los discursos, porque en 25 minutos tiraron a la basura el “principio” de impedir el acceso del capital privado a la industria petrolera nacional, lo que viola la Constitución (problema de la señora), pero ya no los “principios” del partido.
Lo mejor del caso es que el tricolor no sólo modificó sus “principios” (léase se acomodó los calzoncillos), sino que ahora es “ideológicamente distinto”, o si se prefiere tiene nuevo “rumbo” político, en una suerte de ruptura epistemológica al más puro estilo tricolor (en sociedades menos avanzadas, a esto simple y sencillamente le llaman oportunismo). Así, después de 25 minutos de “intenso debate”, dejó de llamarse PRI y ahora será reconocido mundialmente como el Partido Revolucionario Socialdemócrata Institucional, algo así como PRSI (¿Paresodin?). Se oye bonito.
Si de bonitos se trata, los coordinacapos del nuevo, ideológicamente hablando, PRSI se salieron con la suya. Desde los primeros escarceos sobre la reforma energética (que en los hechos sólo es para Pemex) quedó clara la contradicción entre la declaración de (ex) “principios” del (ex) PRI en este renglón y el pronunciamiento público de Gamboa y Beltrones. Por aquellos tiempos, en este espacio, se comentó que si esta atractiva pareja reitera su acuerdo con los panistas para echar toda la carne al asador en pos de la privatización del petróleo mexicano, habría que preguntarles cómo resolverán un episodio que para ellos probablemente sea de menor importancia, pero que para su partido debe ser de la mayor trascendencia, toda vez que la (ex) “declaración de principios” del tricolor dejaba en claro que en materia energética “defiende el principio constitucional de propiedad de la nación y se pronuncia en contra de todo intento de privatización del patrimonio de los mexicanos” y se compromete a “mantener la rectoría del Estado mexicano, respetando la letra y el espíritu de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, respecto a la soberanía en materia energética y garantizar que el patrimonio de nuestros recursos energéticos sea en beneficio de todos los mexicanos”.
Ante ese panorama, comentábamos entonces, a Gamboa y a Beltrones no les quedará más que renunciar al PRI y quitarse la máscara para militar abiertamente en el PAN; o el tricolor tendría que modificar su “declaración de principios” y su “programa de acción”, o en su defecto incorporarse como un sector más de Acción Nacional. No contestaron entonces; lo hacen ahora.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría, sobre lo mismo: “el PRI acaba de modificar su declaración de principios, y ahora sí estará de acuerdo con la inversión privada en Petróleos Mexicanos. Sin embargo, se pronuncia en contra de todo intento de privatización del patrimonio de los mexicanos. Este cambio de principios significa que el PRI aprueba que una refinería que deja una ganancia superior a 15 dólares por barril de crudo, ahora pueda ser de una empresa extranjera que operará como maquiladora. El crudo de entrada y las gasolinas de salida seguirán siendo de Pemex, pero la ganancia que resulta será para los extranjeros. En cuatro trenes de refinación que requiere México, significará una ganancia anual para los extranjeros mayor de 3 mil 300 millones de dólares, y por tanto el patrimonio de los mexicanos ya cambió de dueño” (José Luis Apodaca Villarreal, japodaca@prodigy.net.mx)... Y en la fiesta de los discursos, la jerarquía católica no podía quedarse atrás: asegura el simpático cardenal Norberto Rivera Carrera que su “Iglesia hará todo lo que esté a su alcance para apoyar el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Legalidad y la Justicia”. Qué bueno, pero si es en serio lo que dice, ¿ya no encubrirá a los curas pederastas? ¿Los denunciará para ser procesados penalmente? ¿Ya no recibirá narcolimosnas ni protegerá, espiritualmente, a los capos del narcotráfico?... Un solidario abrazo para Rosa Elvira Vargas por el fallecimiento de su señora madre.
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