Ambigüedad y omisión = privatización
“Hay riesgo de omisiones en puntos fundamentales de la reforma de PEMEX”, que no energética, ya que de energética tiene muy poco, afirmaba en un articulo el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, el miércoles en La Jornada; ambigüedad que no cabe en un país donde los más mínimos resquicios de la ley son siempre para beneficio del interés particular y en detrimento de grandes sectores de la sociedad, donde la doble moral conservadora utiliza esa ambigüedad para hacerse rica a las costillas del dinero público y la explotación sobrehumana. Y se deja en la ambigüedad ni más ni menos que “el control” (geográfico) de zonas de exploración y o explotación, trastocando la soberanía, es decir, la reforma no sólo es ambigua sino que en el fondo dará paso a la privatización que es el objetivo del empresariado chatarra internacional y para lo que se impuso en el Ejecutivo al espurio Fecal. La ingenuidad es un acto de estupidez mayúscula sobretodo ante hechos que ponen en riesgo el futuro de una nación. Pero la ingenuidad legislativa es un acto de traición a la patria y como tal será registrado en los libros de la historia. Que nadie se equivoque. Por más intentos que la telebasura haga por reventar el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo será inevitable que los legisladores del PRIANNI entren a la historia como lo que son: traidores a la patria y no representantes populares. Traidores y al servicio de los intereses más putrefactos y más en momentos históricos donde lo que se ha demostrado es la inviabilidad de regirnos por capitalismos de mercado como alternativas de futuro.Muchos son los debates que requiere México. Pero uno sin duda urgente es el de la necesidad o no de seguir extrayendo irracionalmente hidrocarburos del subsuelo para satisfacer la inagotable demanda imperialista. Discutir sobre la necesidad de exportar reciclados esos hidrocarburos para “satisfacer” la demanda interna de un estilo de vida impuesto igualmente por el imperialismo vecino “no hay progreso en substraer petróleo del subsuelo y menos aún sin entender toda la devastación ecológica que se le provoca al ecosistema con todas sus consecuencias económicas, culturales y sociales. No nos engañemos, la lucha en defensa del petróleo apenas empieza, por más demagogia que vomiten los actores políticos que una vez más han querido ofrecernos gato por liebre, cosmética demagógica que oculta la devastación a la que su parásita ambición ha condenado a las generaciones futuras de mexicanos que tendrán que decidir entre la muerte del hambre o la esclavitud del hambre. Es evidente que la visión de corto plazo de las fuerzas políticas del país ha sido incapaz de ver más allá de sus chatas narices, de analizar e interpretar los acontecimientos mundiales y las demandas populares, pero también es cierto que la historia (la de verdad y no la oficial) se escribe siempre a las espaldas de los miopes políticos y que son los pueblos los que hacen la historia y el mexicano está llamado, en este preciso momento del reacomodo geopolítico, a marcar rumbos alternativos para no sumirse en la centenaria oscuridad de la decadencia global. Es indispensable fomentar el Despertar Ciudadano o seremos condenados a la nada. Es hora de que apaguemos a la telecracia y nos demos la oportunidad: la última.
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