Por Fausto fernandez Ponte
Los partidos políticos son, en gran parte, logotipos de negocios particulares".
Luis Linares Zapata
I
Los partidos políticos y, desde luego, sus élites cupulares --por definición facciosas--, se aprestan a la renovación de la Cámara de Diputados federal y poderes locales de 2009. Los aprestos son, sin duda, tácticos. Por aprestos tácticos entiéndese al sistema o el método para ejecutar o conseguir algo que, en el caso, es el control de los órganos de poder político, sin relación real alguna con los fines sociales de éste, salvo las de carácter perifrástico o retórico.
La definición semántica y, sin duda, política del vocablo y el concepto de táctica no responde a una cosmovisión de renovación real, estructural, de los poderes constituidos, el Legilativo federal, y los locales. Dicho de otro arreo, no hay estrategia.
Y por estrategia entiéndese al arte --o la traza-- para dirigir un asunto. En un proceso regulable, como el ejercicio del poder formal, estrategia es el conjunto de reglas que aeguran una decisión óptima --subráyese lo de óptima-- en cada momento.
De allí deviene la connotación o atributo de lo estratégico: de importancia decisiva para el desarrollo de algo; es decir, de un objetivo, el cual puede ser personal --particular-- o de grupo de cofrades o afines o, bien, societales.
Éstas definiciones nos conducen en periplo dialéctico al punto de partida: las aprestos de los partidos políticos con miras a las llamadas elecciones intermedias --a mitad del sexenio-- en la cámara baja del Poder Legislativo federal.
II
Sábese a ciencia cierta que ninguno de los partidos políticos registrados aspira a una renovación real de poderes, sino sólo a una tramitación convencional de cotos --curules-- en la Cámara de Diputados para el trienio que culminará en 2012.
En ese año se realizará el proceso constitucional de renovar el Poder Ejecutivo federal, de modo que ello ya ha predeterminado el comportamiento de quienes conformen la que será la LXI Legislatura del Congreso de la Unión. Una legislatura penígera.
Esa Legislatura es, pues, percibida como importante por la coyuntura de la sucesión presidencial. Pero esa importancia es más supuesta que real, pues los legisladores difícilmente suelen tener peso individual o colectivo en la sucesión.
Ello, desde luego, no excluiría el peso individual de uno que otro legislador en el proceso de selección del candidato de algùn partido político a la Presidencia de la República en 2012, pues la representatividad social de un diputado es limitadísima.
De hecho, esa representatividad es sólo convencional, con arreglo a procesos comiciales viciados de origen y abstencionismo que se mide por la magra cuantía de las boletas electorales depositadas en las urnas.
Esa limitadísima representatividad mídese así mismo por la ausencia de compromiso de los diputados con sus representados --los ciudadanos que los eligen--, pues aquellos usan la investidura legislativa para provecho personal o faccioso.
III
Hay, desde luego, excepciones. Pero éstas son tan escasas que confirman su condición excepcional. La regla general es la de que los legiladores desarrollan en sólo días un espíritu de cuerpo que, por ese mero hecho, los hace enemigos de sus representados-
Es decir, contra el pueblo. Actúan como élite de poder opuesta a los intereses populares. Su perspectiva sufre una metamorfosis que los distancia aun más de sus representados y, asi, pierden de vista la naturaleza de los anhelos colectivos de éstos.
Éste fenómeno es de nacencia, por decir que es de la naturaleza misma de la forma de organización política --o modelo o sistema-- que prevalece en México. Los partidos políticos están adheridos orgánicamente a ese modelo. La adhesión es inmutable.
Inexorablemente, dicho modelo está, en su turno, adherido también a la base económica, pues es parte intrínseca de la supestructura --en su definición sociológica--. La base económica, a su vez, es de mercado. Todo se vende; es negocio.
Y por ello se oponen a cualesquier cambios o modificaciones, excepto aquellas de laya cosmética que, obviamente, no afecten sus intereses, en un modelo de partidos que simula democracia pero que es insoslayablemente antidemocrático, por elitista.
Ningún partido político --aun los inapropiadamente llamados de izquierda-- preconiza o actúa a favor de un cambio radical en el modelo, uno que permita, primero, la verdadera representatividad y participación ciudadana directa, activa, en su propio destino.
Y, segundo, un modelo que castigue con severidad y de oficio, sin atenuantes, las irregularidades comiciales aviesas, desde la difusión proselitista y la emisión del sufragio hasta el cómputo de éste y las actuaciones de las autoridades competentes.
El contexto de enorme descomposición del Estado y deterioro de los paradigmas de rectorías gubernamentales exige cambios de fondo: crear un nuevo modelo político congruente con la vivencia histórica propia. Esa exigencia es urgentísima. Imposponible.
ffponte@gmail.com
Glosario:
Espíritu de cuerpo: alma de un conjunto de algo. Identificación entre los miembros de una organización civil o militar. Exagerada adhesión a una organización.
Penígera: que tiene alas o plumas. Alada.
Perifrástico: de perìfrasis. Circunlocución.
Periplo: viaje o recorrido, por lo común con retorno al punto de partida.
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