Carlos Fernández-Vega
Emigrantes cambian de trabajo y ciudad en busca de empleo en EU
Nada grato es el panorama para millones de familias mexicanas que dependen de las remesas enviadas por sus familiares que laboran, o intentan hacerlo, fuera de las fronteras nacionales. En agosto pasado, cuando sin decoro se hablaba de simple “catarrito” económico en el país, el ingreso de divisas por el concepto referido reportó una caída superior a 12 por ciento con respecto a igual mes de 2007. Sin duda, México será el país más afectado por el descenso en este renglón, aunque no el único.
El Banco Interamericano de Desarrollo recién divulgó un estudio en el que prevé que el volumen de remesas a América Latina y el Caribe crezca 1.5 por ciento nominal en 2008, para redondear 67 mil 500 millones de dólares. Sin embargo, éste sería el primer año en que se reduciría en términos reales la contribución de estos flujos de dinero a los ingresos de millones de hogares en la región. Ajustados por la inflación y variaciones en los tipos de cambio, las remesas aportarían 1.7 por ciento menos a los ingresos familiares latinoamericanos y caribeños respecto de 2007.
Las remesas a algunos países clave de la región han tenido un crecimiento negativo en 2008. México y Brasil, los principales destinos de estos flujos en América Latina, observan reducciones en sus ingresos por remesas desde mediados de 2007. En ambos países se registró un monto negativo en las remesas este año. En agosto de 2008 la misma inflexión se registró en El Salvador y Guatemala, donde los envíos representan una considerable proporción del ingreso nacional (18 y 12 por ciento, respectivamente).
De acuerdo con el BID, diversos factores han contribuido a esta reducción en el impacto de las remesas. Entre ellos destaca la inflación: el incremento de los precios de los alimentos y los combustibles ha encarecido el costo de vida de los emigrados que envían remesas. Al mismo tiempo, los aumentos de precios exacerban las necesidades de las familias que dependen de envíos de dinero del extranjero.
De igual manera la desaceleración económica: la caída de actividad en la economía de Estados Unidos y más recientemente en España (otro de los grandes polos con presencia de latinoamericanos) limita la posibilidad de acceder a empleos mejor remunerados. También el clima migratorio: las condiciones se han vuelto más restrictivas en los países receptores, limitando la capacidad de los inmigrantes para enviar dinero.
El valor del dólar también ha contribuido: varias monedas latinoamericanas y caribeñas se han fortalecido respecto de la divisa estadunidense, y como resultado las remesas en dólares tienen menor poder adquisitivo.
El organismo financiero regional señala que Estados Unidos y España son las dos principales fuentes de remesas a América Latina, y los ingresos de muchos emigrados de esta región dependen en gran medida de la salud económica de dichas naciones. Los datos más recientes sugieren que la desaceleración económica en estos países ha tenido un impacto negativo en la capacidad de los inmigrantes para enviar dinero a sus países de origen.
Según la Oficina de Estadísticas Laborales del gobierno estadunidense, el desempleo entre las personas de origen latinoamericano en Estados Unidos ha estado aumentando desde octubre de 2006. En agosto de 2008 llegó a 8 por ciento, casi dos puntos porcentuales por encima de la tasa de desempleo nacional. En España, el número de inmigrantes que han solicitado beneficios por desempleo ha aumentado 81 por ciento en el último año. En una situación parecida al del sector de la construcción en Estados Unidos, que ha perdido cerca de medio millón de empleos, la construcción en España ha visto una caída de 7.9 por ciento en el empleo durante el segundo trimestre del 2008, agravando la desocupación entre los inmigrantes.
En encuestas previas sobre remesas encargadas por el Fondo Multilateral de Inversiones del BID en Estados Unidos, hasta 17 por ciento de los encuestados respondieron que trabajaban en la construcción. Sus envíos, por lo tanto, se ven afectados en el corto plazo por los cambios en el mercado laboral. Si bien los inmigrantes se muestran menos propensos a hacer transferencias de dinero mientras encuentran empleo, son versátiles y dados a cambiar de sector o mudarse de estado para atender las necesidades de sus familias a mediano y largo plazos.
Los flujos de remesas fluctuarán en concierto con la realidad económica global, subraya el BID. Las desaceleraciones afectan tanto a los trabajadores nativos como extranjeros. Sin embargo, es importante mantener la perspectiva de este cambio en las remesas. Las caídas en los flujos tenderán a ser modestos porque los inmigrantes han demostrado una adaptabilidad a las fluctuaciones en la demanda laboral. En entrevistas con grupos focales realizados este año en Estados Unidos, inmigrantes latinoamericanos y caribeños manifestaron que estaban reduciendo sus propios patrones de consumo, cambiando de sectores de trabajo e incluso mudándose de estado para poder seguir enviando dinero a sus países.
La migración es resultado de un desequilibrio en el desarrollo: las personas se mudan cuando los beneficios esperados superan los costos financieros y los sacrificios asociados con la migración. El caso de Brasil es ilustrativo del hecho que cuando las condiciones mejoran en los países de origen, los emigrados tienden a regresar. Adicionalmente, los trabajadores extranjeros suelen estar muy bien informados sobre los mercados laborales en el país de destino. Con frecuencia ya tienen un empleo que los espera cuando viajan al exterior. En la medida que escaseen oportunidades de empleo en Estados Unidos y Europa, aumentarán las probabilidades de que aquellos que consideran irse a trabajar en el exterior tomen un empleo en un país más cercano. Ya están surgiendo indicios de un aumento en las remesas entre países latinoamericanos.
Luego de años de aumentos de dos dígitos, el incremento masivo en las remesas ha llegado a su fin, a juicio del banco regional. De cara a una mayor inflación, problemas económicos en países que reciben a los inmigrantes, un clima de mayor control a la migración y un dólar más débil, muchos recipientes de remesas encuentran más difícil que sus remesas tengan el mismo impacto que antes.
Para las economías de América Latina y el Caribe las remesas son una fuente estable de divisas para millones de familias en la región. Asegurar que los trabajadores migrantes y sus familias tengan un acceso a servicios financieros básicos como cuentas de ahorro, préstamos y seguros permitirá que las remesas tengan un máximo impacto en el desarrollo de los países.
Las rebanadas del pastel
Carísimo debe pagar el inquilino de Los Pinos el maíz con que alimenta a las gallinitas amarillas que ahora plácidamente retozan a su alrededor y comen de su mano.
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