A las 11:30 horas del jueves 23, el presidente del Senado, Gustavo Madero Muñoz, suspendió la sesión para informarles a los legisladores reunidos en el quinto piso de la Torre del Caballito que, "en uso de sus facultades", instruyó a las áreas administrativas senatoriales para que "gestionen la intervención de la fuerza pública para procurar las condiciones de seguridad que permitan el adecuado desarrollo de nuestra sesión y se garantice la integridad física de todos y cada uno de los miembros de esta cámara".
No terminaban los aplausos de la mayoría de los 112 senadores que avalaba la decisión del coordinador de la fracción del PAN cuando apareció el secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, acompañado de cuatro subsecretarios, entre ellos Daniel Cabeza de Vaca, subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación.
García Luna y sus acompañantes se apostaron en la puerta del recinto, cerraron los accesos de los elevadores, ordenaron el ingreso de 150 elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP) e impidieron el acceso de 10 diputados federales del PRD, pero también de cinco senadores: Dante Delgado, Luis Maldonado, Gabino Cué, Yeidckol Polevnsky y Rosario Ibarra de Piedra, casualmente los cinco que junto con Ricardo Monreal y Salomón Jara votaron en contra de los siete dictámenes a discusión.
A diferencia del pasado 10 de abril, cuando 15 senadores del Frente Amplio Progresista tomaron la tribuna para impedir la aprobación fast track de las cinco iniciativas de reforma energética enviadas por Felipe Calderón, el jueves 23 fueron los elementos de la PFP y decenas de agentes de seguridad vestidos de civil quienes mantuvieron un virtual "estado de sitio" en las instalaciones de la Torre del Caballito.
"Éramos apenas cinco legisladores y nos enviaron mil 500 policías. Bastaba con que los propios senadores que estaban a favor (118) trabajaran al interior de la cámara. No había, de ninguna manera, la intención de generar conflicto alguno", advirtió Monreal, protagonista de la toma de la tribuna de abril que desembocó en el inicio de los foros de debate realizados entre el 13 de mayo y el 22 de julio del presente año.
El enfrentamiento se generó entre los 10 diputados federales del PRD y los elementos de la PFP que ingresaron con toletes, escudos y algunos con gas lacrimógeno y armas para desalojar a los legisladores, sin importarles que tuvieran fuero y que una de ellas, la diputada Aleida Alavez, tuviera dos meses de embarazo.
La legisladora fue la única que pudo ingresar al recinto donde sesionaban los senadores. Se paró junto a Genaro García Luna y le dijo: "No seas represor, déjalos entrar", refiriéndose a los otros diputados. En el momento en que Alavez le reclamaba al responsable de la lucha contra el crimen organizado fue jaloneada del cabello. Se agarró de la corbata de García Luna, quien le quitó las manos, y la diputada cayó al suelo. Se incorporó y en unos segundos fue desalojada por los agentes de la PFP.
Excesos
El presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, Gerardo Villanueva, fue el más golpeado por los policías. Lo empujaron con los escudos, lo descalabraron, le dieron patadas y lo arrastraron hasta el pasillo del quinto piso. Decenas de reporteros y empleados del Senado observaron la violenta escena. También fueron jaloneados los diputados Layda Sansores, Valentina Batres, Alejandro Sánchez Camacho, Víctor Varela, Pedro Landeros, Maribel Alba, Daniel Torres y Adrián Pedrozo.
Desde una esquina, las senadoras Yeidckol Polevnsky, vicepresidenta de la Mesa Directiva, y Rosario Ibarra de Piedra, integrante de la Comisión de Derechos Humanos, observaban el despliegue de los elementos policiacos, sin poder entrar al salón alterno de sesiones. Polevnsky cubrió a doña Rosario.
La luchadora social relató al día siguiente que dos de los elementos de la PFP la reconocieron y le dijeron que antes de que le hicieran daño ellos iban a estar ahí, "y me protegieron un poco".
"Yo estaba en un rincón detrás de una maceta, y como ven ustedes mi tamaño y mi fragilidad de osamenta debido a los 81 años que tengo, ellos me cuidaron, si no, sí nos hubieran aplastado tanto a Yeidckol como a mí ahí", comentó.
A pesar del escándalo y del despliegue policiaco, la sesión nunca se interrumpió. Sólo el senador Dante Delgado, coordinador de Convergencia, pidió la palabra para reclamarle a Madero Muñoz que los elementos policiacos no hubieran permitido la entrada de varios legisladores.
En tribuna, Rosario Ibarra de Piedra, Delgado y Ricardo Monreal coincidieron en calificar como una "vergüenza" la presencia de los policías. Este último anunció que pedirían la renuncia de Genaro García Luna y también responsabilizó al secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, por haber permitido que se vulnerara el recinto parlamentario y se rompiera el orden constitucional al violar el fuero que ampara a los legisladores.
"Recuerdo el contenido del artículo 61 constitucional: 'los senadores son inviolables por sus opiniones en cualquier momento', y el sentido de la Ley Orgánica es que el presidente de la Cámara de Senadores pedirá el uso de la fuerza pública para proteger a los legisladores de cualquier agresión externa, no para atacar a los legisladores opositores a la mayoría", explicó Monreal en rueda de prensa.
"Se está criminalizando el trabajo legislativo de quienes estamos en contra. Es una vergüenza que esto haya sucedido y que se haya tolerado", sentenció.
Al final de la sesión, Gustavo Madero Muñoz fue cuestionado por la presencia de los elementos de la PFP y por el bloqueo de todas las entradas y salidas del edificio. Explicó que la medida se tomó porque "un pequeño grupo de manifestantes trataba de imponer una verdad o sus criterios a una institución como el Senado de la
República".
-Si es tan pequeño el grupo, ¿por qué el despliegue policiaco impresionante, senador? -se le preguntó.
-Porque pueden ser pequeños, pero violentos. Y pues, para eso hay que proteger.
Monreal declaró que en sus 16 años de legislador nunca había visto que se utilizaran policías contra legisladores. "Ni siquiera en el 88", enfatizó. l
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