Tamaulipas: la masacre del narcopenal
arturo rodríguez garcía
REYNOSA, Tamps., 29 de octubre (apro).- El pasado 20 de octubre, el Centro de Ejecución de Sentencias (Cedes) de Reynosa, Tamaulipas, fue escenario de una de las más cruentas riñas entre los propios internos, después de la que ocurrió, un par de semanas antes, dentro del penal de La Mesa, en Tijuana, Baja California.
Y es que el enfrentamiento entre dos grupos antagónicos dejó un saldo de 21 internos muertos, 16 de los cuales fueron calcinados; de estos últimos, al menos 10 estaban vivos cuando les prendieron fuego.
Lo sucedido dentro del penal, que, por cierto, no estaba considerado de "alto riesgo" ni por el gobierno federal ni por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, no es sino reflejo de la creciente violencia que priva en esta ciudad.
Con los muertos del Cedes, en lo que va del año se han cometido 57 crímenes vinculados al narcotráfico, la misma cifra registrada durante todo el 2007, según el reporte de asesinatos elaborado por el Centro de Estudios Fronterizos y Promoción de los Derechos Humanos (Cefprodhac).
Desde los primeros meses de este año, los municipios de la frontera tamaulipeca, asiento del cártel del Golfo y de Los Zetas, también han registrado un incremento en sus estadísticas de "narcohomicidios", ya que con los hechos violentos del pasado 20 de octubre, el número de ejecuciones llegó a 71 en lo que va de 2008, contra 67 registrados durante todo 2007 en toda la zona.
En medio del hermetismo gubernamental, el secretario de Seguridad Pública de Tamaulipas, Ives Soberón Tijerina, sólo informó que el enfrentamiento ocurrido dentro de la prisión tuvo su origen en la disputa por el control interno del penal.
Además, no descartó que el enfrentamiento tuviera alguna relación con la fuga de 17 internos el pasado 9 de octubre, entre los que se encontraban cinco presuntos integrantes del grupo de Los Zetas.
Por esos hechos, se abrió una investigación contra el director del penal, Carlos Hernández Vega, y 50 custodios que presumiblemente facilitaron la fuga.
Luego de ese incidente, policías federales y estatales realizaron una exhaustiva revisión en el interior del penal en búsqueda de armas, pero, inusitadamente, no encontraron nada.
Sin embargo, 11 días después los internos utilizaron al menos dos armas de fuego durante el enfrentamiento, de acuerdo con datos recabados entre personal de servicios periciales: un arma calibre .45 y otra, 9 milímetros.
El jueves 23, el gobernador Eugenio Hernández Flores informó que se estaba investigando lo ocurrido en el Cedes, y reiteró que Hernández Vega había sido cesado. Además, el mandatario exigió al gobierno federal recursos para construir un penal de alta seguridad.
Ronaldo Rivas Jaramillo sustituyó en el cargo a Hernández Vega.
"La Suburban"
La fuga del pasado 9 de octubre, permitió saber que el Cedes de Reynosa estaba fuera de control y que custodios penitenciarios y la administración, estaban bajo las órdenes de internos, ya que sin ejercer violencia y con llaves de cerrojos y candados, los 17 presos -la mayoría por homicidio-, salieron sin contratiempos del penal.
Con todo y la supuesta investigación, el día 20 de octubre, un tiroteo y la toma de control del penal por un grupo de reos, terminó en el trágico desenlace que costó la vida a 21 personas.
De acuerdo con la versión oficial, la trifulca duró poco más de 12 horas. Inició a las 2:00 de la madrugada y fue hasta las 2:30 de la tarde, cuando los federales y soldados retomaron el control de la penitenciaría.
Según versiones recogidas entre familiares de internos, el control del penal se había hecho efectivo a través de un grupo de reos vinculados al cártel del Golfo, quienes integraron un cuerpo de golpeadores conocido adentro como "La Suburban".
La función del grupo, integrado por cerca de 20 personas, era someter a los internos que no accedían a pagar cuotas o se insubordinaban con el mando de los reos. Cuando iban en busca de alguna de sus víctimas, lo golpeadores acudían en formación de varias hileras, llevando al frente a su líder, de manera semejante a como se ubican los asientos del vehículo de ese nombre.
Sin embargo, luego de la fuga de reos, inició la rispidez entre el grupo que tradicionalmente había mantenido el control del penal y uno nuevo, formado aproximadamente hace dos meses, cuando fue ingresado a ese centro penitenciario Raúl Salinas Fuentes, alias El Quesillo, a quien la Procuraduría General de la República (PGR), consignó en 2007 al Juzgado 1 de Distrito de Proceso Penales Federales en el Estado de México.
Según la PGR, Salinas Fuentes fue detenido el 8 de febrero de 2007 por elementos del Ejército destacados en Matamoros, en posesión de 18 armas largas, 17 armas cortas, 259 cargadores, 19 granadas calibre 40 milímetros y ocho mil 376 cartuchos útiles de diferentes calibres.
Un día después, el 9 de febrero, quedó a disposición de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), donde se inició la averiguación previa, PGR/SIEDO/UEITA/013/2007, de la que se desprendió la causa penal 56/2007, por la que en mayo pasado, se le dictó auto de formal prisión, y fue internado en el Reclusorio Preventivo Varonil Norte de la Ciudad de México.
Sin embargo, hace unos meses fue trasladado al penal de Reynosa, donde asumió el liderazgo de los internos vinculados al grupo de Los Zetas.
Aparentemente, las desavenencias entre los dos grupos desataron una refriega en las canchas de los módulos Norte y Sur, conocidos como "Sinaí" y "Valle Hermoso", respectivamente. Ahí, salieron a relucir armas de fuego y se inició un tiroteo que terminó con el sometimiento de un grupo que fue encerrado en uno de los talleres (presuntamente, de carpintería), donde se les roció gasolina y otros solventes, y luego se les prendió fuego.
Las versiones se reproducían durante la mañana del lunes 20 y el martes 21, en el exterior del penal, donde miles de personas hacían guardia esperando ver a sus familiares internos.
--¿Cómo sabe usted eso señora? -se le preguntó a una de las mujeres que refiere la historia del enfrentamiento con "La Suburban" en el "Sinaí".
--Porque hablé con mi esposo por teléfono celular. Dice que hasta los custodios les andaban echando gasolina -respondió.
En una entrevista publicada por el servicio en línea Metronoticias, el mismo día 20, el secretario Ives Soberón, no aceptó ni negó la participación de la delincuencia organizada: "Sería difícil afirmarlo, pero son hechos objetivos que se están dando y que tendremos que analizarlo desde varias perspectivas", dijo.
No sólo había teléfonos celulares adentro del penal. De acuerdo con personal de Servicios Periciales de la Procuraduría de Justicia --que trabajaba a marchas forzadas para ayudar al forense a despachar las 21 autopsias e identificar mediante estudios de ADN a los calcinados que ya eran reclamados por sus familias--, al menos 10 de los muertos fueron quemados vivos.
--¿Los otros seis fueron heridos de bala? -se les inquirió.
--Van revueltos, unos tienen herida de bala y también fueron incendiados.
Los cinco muertos que no fueron calcinados, presentaban heridas de bala y armas punzocortantes. En uno de los cuerpos había 60 puñaladas.
Mientras policías y soldados intentaban retomar el control del penal la mañana del lunes, los cadáveres se fueron apilando en la explanada de la penitenciaría. Al mediodía, varios vehículos tipo Van, sacaron los cuerpos en bolsas, mientras decenas de personas corrían detrás, desesperadas por saber las identidades.
La lista de los muertos que dieron a conocer las autoridades tamaulipecas, cotejada por personal de la Agencia del Ministerio Público que conoció el caso e integró la averiguación previa 918/2008, identificó a Cesáreo Martínez Segundo, Juan Ignacio Rodríguez Ramos, Mario Arturo Moctezuma Aguilar, Sergio Aguirre Hernández, Raúl Rojas Cantú, Francisco Pedraza Rodríguez, José Luis Hernández Terrazas, José Remigio de la Cruz, Francisco Javier Lugo Valdez, Fernando Silva Yagún y José Alejandro Mireles Cabrera.
También a: Israel Díaz Sahagún, Alberto Mireles Hernández, Román Leocadio Mendoza, Francisco Javier Hernández Martínez, José Ángel Balderas Castellán, José Gutiérrez Oviedo, Francisco Ríos Reyna y José Colegio de la Cruz, además de otros dos que no habían sido identificados.
Los heridos fueron identificados como: Osvaldo Aguilar Betancourt, Miguel Sequeda Corpus, Noé Cantú Alvarado, Francisco Reyes Robles, Francisco Fernández Robles, Apolinar Cano Martínez y, Erick Salinas, Juan Hoskings, Justino Guzmán, Arturo Pérez, Carlos Saldívar y Juan Manuel Alonso.
La desigualdad
En el Cedes de Reynosa, los privilegios son notables: Hay celdas en las que se hacinan hasta 25 reos, mientras en otras tres o cuatro internos ocupan cómodamente sus literas, visten con ropa de marca y usan perfumes finos.
Además, los presos enfermos están segregados en un área que antes era de castigo, hoy llamada de "Reflexión"; no reciben el tratamiento médico que necesitan, no tienen ventanas ni patios, no tienen luz, no tienen contacto físico ni siquiera con los médicos, se les echa de comer en platos de plástico, a la distancia y, por la falta de ventilación, se respiran olores fétidos.
Un reporte del Cefprodhac detectó también un problema de sobrepoblación. Rebeca Rodríguez, presidenta del organismo, asegura que el Cedes tiene una capacidad para poco más de 800 personas, pero actualmente, tiene más de 2 mil internos, aunque según la Estadística de la Secretaría de Seguridad Pública federal, tiene capacidad para mil 400 internos, pero alberga a 2 mil 70, es decir, tiene un sobrecupo de 47%.
"El problema principal es la desigualdad. La sobrepoblación de 300% y los beneficios --que afectan a los reos más pobres--, generan una gran violencia, autogobierno y autocontrol. No hay orden dentro del penal, lo que hay es demasiada corrupción e impunidad y esta tragedia es la prueba. Creemos que se pudo evitar.
"Lo que ocurrió no asombra. Es el resultado de un vaso de agua que fueron llenando, y aunque existen otros intereses por los que están peleando (los internos), todo es consecuencia de la sobrepoblación", agrega.
La sobrepoblación ha sido minimizada por el gobierno tamaulipeco. El secretario Ives Soberón, inclusive, llegó a mencionar que las condiciones del penal eran buenas:
"Aquí nosotros habíamos, hemos tenido problemas, pero no de estas dimensiones... pues donde tenemos sobrepoblación es ahí, en otros no hay; las condiciones eran buenas, estamos trabajando con derechos humanos", dijo.
Inclusive, llegó a mencionar, sin entrar en detalles, el diagnóstico elaborado por el órgano administrativo desconcentrado de Readaptación Social de la Secretaría de Seguridad Pública federal, que no consideraba la penitenciaría como un penal de alto riesgo.
Tampoco la CNDH, ha calificado mal al Cedes de Reynosa: le otorga 6.95 de calificación, que lo ubica por encima de la media nacional, que es de 6.22.
Desde las primeras horas del enfrentamiento y durante todo el lunes y martes, cientos de personas aguardaban, a veces a punto de registrar otro motín pero afuera del Cedes, la información sobre la situación de los internos. La desesperación también era producto de la confusión, pues en las listas de muertos, heridos y vivos, no aparecían algunos nombres.
La mañana del lunes, las familias rompieron el cerco y llegaron hasta la aduana, donde fueron contenidas y replegadas a medio kilómetro de la puerta principal. Cuando por fin pudieron ingresar a la visita, el martes, cesaron los señalamientos por desapariciones, pero varios de ellos comentaron la posibilidad de otro enfrentamiento, pues aseguraban que aún había internos armados y temían por sus vidas. La noche del martes, el número de emergencia 060, recibió una alerta sobre otro motín en el penal, por lo que los federales y soldados estrecharon la vigilancia.
Y es que el enfrentamiento entre dos grupos antagónicos dejó un saldo de 21 internos muertos, 16 de los cuales fueron calcinados; de estos últimos, al menos 10 estaban vivos cuando les prendieron fuego.
Lo sucedido dentro del penal, que, por cierto, no estaba considerado de "alto riesgo" ni por el gobierno federal ni por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, no es sino reflejo de la creciente violencia que priva en esta ciudad.
Con los muertos del Cedes, en lo que va del año se han cometido 57 crímenes vinculados al narcotráfico, la misma cifra registrada durante todo el 2007, según el reporte de asesinatos elaborado por el Centro de Estudios Fronterizos y Promoción de los Derechos Humanos (Cefprodhac).
Desde los primeros meses de este año, los municipios de la frontera tamaulipeca, asiento del cártel del Golfo y de Los Zetas, también han registrado un incremento en sus estadísticas de "narcohomicidios", ya que con los hechos violentos del pasado 20 de octubre, el número de ejecuciones llegó a 71 en lo que va de 2008, contra 67 registrados durante todo 2007 en toda la zona.
En medio del hermetismo gubernamental, el secretario de Seguridad Pública de Tamaulipas, Ives Soberón Tijerina, sólo informó que el enfrentamiento ocurrido dentro de la prisión tuvo su origen en la disputa por el control interno del penal.
Además, no descartó que el enfrentamiento tuviera alguna relación con la fuga de 17 internos el pasado 9 de octubre, entre los que se encontraban cinco presuntos integrantes del grupo de Los Zetas.
Por esos hechos, se abrió una investigación contra el director del penal, Carlos Hernández Vega, y 50 custodios que presumiblemente facilitaron la fuga.
Luego de ese incidente, policías federales y estatales realizaron una exhaustiva revisión en el interior del penal en búsqueda de armas, pero, inusitadamente, no encontraron nada.
Sin embargo, 11 días después los internos utilizaron al menos dos armas de fuego durante el enfrentamiento, de acuerdo con datos recabados entre personal de servicios periciales: un arma calibre .45 y otra, 9 milímetros.
El jueves 23, el gobernador Eugenio Hernández Flores informó que se estaba investigando lo ocurrido en el Cedes, y reiteró que Hernández Vega había sido cesado. Además, el mandatario exigió al gobierno federal recursos para construir un penal de alta seguridad.
Ronaldo Rivas Jaramillo sustituyó en el cargo a Hernández Vega.
"La Suburban"
La fuga del pasado 9 de octubre, permitió saber que el Cedes de Reynosa estaba fuera de control y que custodios penitenciarios y la administración, estaban bajo las órdenes de internos, ya que sin ejercer violencia y con llaves de cerrojos y candados, los 17 presos -la mayoría por homicidio-, salieron sin contratiempos del penal.
Con todo y la supuesta investigación, el día 20 de octubre, un tiroteo y la toma de control del penal por un grupo de reos, terminó en el trágico desenlace que costó la vida a 21 personas.
De acuerdo con la versión oficial, la trifulca duró poco más de 12 horas. Inició a las 2:00 de la madrugada y fue hasta las 2:30 de la tarde, cuando los federales y soldados retomaron el control de la penitenciaría.
Según versiones recogidas entre familiares de internos, el control del penal se había hecho efectivo a través de un grupo de reos vinculados al cártel del Golfo, quienes integraron un cuerpo de golpeadores conocido adentro como "La Suburban".
La función del grupo, integrado por cerca de 20 personas, era someter a los internos que no accedían a pagar cuotas o se insubordinaban con el mando de los reos. Cuando iban en busca de alguna de sus víctimas, lo golpeadores acudían en formación de varias hileras, llevando al frente a su líder, de manera semejante a como se ubican los asientos del vehículo de ese nombre.
Sin embargo, luego de la fuga de reos, inició la rispidez entre el grupo que tradicionalmente había mantenido el control del penal y uno nuevo, formado aproximadamente hace dos meses, cuando fue ingresado a ese centro penitenciario Raúl Salinas Fuentes, alias El Quesillo, a quien la Procuraduría General de la República (PGR), consignó en 2007 al Juzgado 1 de Distrito de Proceso Penales Federales en el Estado de México.
Según la PGR, Salinas Fuentes fue detenido el 8 de febrero de 2007 por elementos del Ejército destacados en Matamoros, en posesión de 18 armas largas, 17 armas cortas, 259 cargadores, 19 granadas calibre 40 milímetros y ocho mil 376 cartuchos útiles de diferentes calibres.
Un día después, el 9 de febrero, quedó a disposición de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), donde se inició la averiguación previa, PGR/SIEDO/UEITA/013/2007, de la que se desprendió la causa penal 56/2007, por la que en mayo pasado, se le dictó auto de formal prisión, y fue internado en el Reclusorio Preventivo Varonil Norte de la Ciudad de México.
Sin embargo, hace unos meses fue trasladado al penal de Reynosa, donde asumió el liderazgo de los internos vinculados al grupo de Los Zetas.
Aparentemente, las desavenencias entre los dos grupos desataron una refriega en las canchas de los módulos Norte y Sur, conocidos como "Sinaí" y "Valle Hermoso", respectivamente. Ahí, salieron a relucir armas de fuego y se inició un tiroteo que terminó con el sometimiento de un grupo que fue encerrado en uno de los talleres (presuntamente, de carpintería), donde se les roció gasolina y otros solventes, y luego se les prendió fuego.
Las versiones se reproducían durante la mañana del lunes 20 y el martes 21, en el exterior del penal, donde miles de personas hacían guardia esperando ver a sus familiares internos.
--¿Cómo sabe usted eso señora? -se le preguntó a una de las mujeres que refiere la historia del enfrentamiento con "La Suburban" en el "Sinaí".
--Porque hablé con mi esposo por teléfono celular. Dice que hasta los custodios les andaban echando gasolina -respondió.
En una entrevista publicada por el servicio en línea Metronoticias, el mismo día 20, el secretario Ives Soberón, no aceptó ni negó la participación de la delincuencia organizada: "Sería difícil afirmarlo, pero son hechos objetivos que se están dando y que tendremos que analizarlo desde varias perspectivas", dijo.
No sólo había teléfonos celulares adentro del penal. De acuerdo con personal de Servicios Periciales de la Procuraduría de Justicia --que trabajaba a marchas forzadas para ayudar al forense a despachar las 21 autopsias e identificar mediante estudios de ADN a los calcinados que ya eran reclamados por sus familias--, al menos 10 de los muertos fueron quemados vivos.
--¿Los otros seis fueron heridos de bala? -se les inquirió.
--Van revueltos, unos tienen herida de bala y también fueron incendiados.
Los cinco muertos que no fueron calcinados, presentaban heridas de bala y armas punzocortantes. En uno de los cuerpos había 60 puñaladas.
Mientras policías y soldados intentaban retomar el control del penal la mañana del lunes, los cadáveres se fueron apilando en la explanada de la penitenciaría. Al mediodía, varios vehículos tipo Van, sacaron los cuerpos en bolsas, mientras decenas de personas corrían detrás, desesperadas por saber las identidades.
La lista de los muertos que dieron a conocer las autoridades tamaulipecas, cotejada por personal de la Agencia del Ministerio Público que conoció el caso e integró la averiguación previa 918/2008, identificó a Cesáreo Martínez Segundo, Juan Ignacio Rodríguez Ramos, Mario Arturo Moctezuma Aguilar, Sergio Aguirre Hernández, Raúl Rojas Cantú, Francisco Pedraza Rodríguez, José Luis Hernández Terrazas, José Remigio de la Cruz, Francisco Javier Lugo Valdez, Fernando Silva Yagún y José Alejandro Mireles Cabrera.
También a: Israel Díaz Sahagún, Alberto Mireles Hernández, Román Leocadio Mendoza, Francisco Javier Hernández Martínez, José Ángel Balderas Castellán, José Gutiérrez Oviedo, Francisco Ríos Reyna y José Colegio de la Cruz, además de otros dos que no habían sido identificados.
Los heridos fueron identificados como: Osvaldo Aguilar Betancourt, Miguel Sequeda Corpus, Noé Cantú Alvarado, Francisco Reyes Robles, Francisco Fernández Robles, Apolinar Cano Martínez y, Erick Salinas, Juan Hoskings, Justino Guzmán, Arturo Pérez, Carlos Saldívar y Juan Manuel Alonso.
La desigualdad
En el Cedes de Reynosa, los privilegios son notables: Hay celdas en las que se hacinan hasta 25 reos, mientras en otras tres o cuatro internos ocupan cómodamente sus literas, visten con ropa de marca y usan perfumes finos.
Además, los presos enfermos están segregados en un área que antes era de castigo, hoy llamada de "Reflexión"; no reciben el tratamiento médico que necesitan, no tienen ventanas ni patios, no tienen luz, no tienen contacto físico ni siquiera con los médicos, se les echa de comer en platos de plástico, a la distancia y, por la falta de ventilación, se respiran olores fétidos.
Un reporte del Cefprodhac detectó también un problema de sobrepoblación. Rebeca Rodríguez, presidenta del organismo, asegura que el Cedes tiene una capacidad para poco más de 800 personas, pero actualmente, tiene más de 2 mil internos, aunque según la Estadística de la Secretaría de Seguridad Pública federal, tiene capacidad para mil 400 internos, pero alberga a 2 mil 70, es decir, tiene un sobrecupo de 47%.
"El problema principal es la desigualdad. La sobrepoblación de 300% y los beneficios --que afectan a los reos más pobres--, generan una gran violencia, autogobierno y autocontrol. No hay orden dentro del penal, lo que hay es demasiada corrupción e impunidad y esta tragedia es la prueba. Creemos que se pudo evitar.
"Lo que ocurrió no asombra. Es el resultado de un vaso de agua que fueron llenando, y aunque existen otros intereses por los que están peleando (los internos), todo es consecuencia de la sobrepoblación", agrega.
La sobrepoblación ha sido minimizada por el gobierno tamaulipeco. El secretario Ives Soberón, inclusive, llegó a mencionar que las condiciones del penal eran buenas:
"Aquí nosotros habíamos, hemos tenido problemas, pero no de estas dimensiones... pues donde tenemos sobrepoblación es ahí, en otros no hay; las condiciones eran buenas, estamos trabajando con derechos humanos", dijo.
Inclusive, llegó a mencionar, sin entrar en detalles, el diagnóstico elaborado por el órgano administrativo desconcentrado de Readaptación Social de la Secretaría de Seguridad Pública federal, que no consideraba la penitenciaría como un penal de alto riesgo.
Tampoco la CNDH, ha calificado mal al Cedes de Reynosa: le otorga 6.95 de calificación, que lo ubica por encima de la media nacional, que es de 6.22.
Desde las primeras horas del enfrentamiento y durante todo el lunes y martes, cientos de personas aguardaban, a veces a punto de registrar otro motín pero afuera del Cedes, la información sobre la situación de los internos. La desesperación también era producto de la confusión, pues en las listas de muertos, heridos y vivos, no aparecían algunos nombres.
La mañana del lunes, las familias rompieron el cerco y llegaron hasta la aduana, donde fueron contenidas y replegadas a medio kilómetro de la puerta principal. Cuando por fin pudieron ingresar a la visita, el martes, cesaron los señalamientos por desapariciones, pero varios de ellos comentaron la posibilidad de otro enfrentamiento, pues aseguraban que aún había internos armados y temían por sus vidas. La noche del martes, el número de emergencia 060, recibió una alerta sobre otro motín en el penal, por lo que los federales y soldados estrecharon la vigilancia.
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