Un misterio más del PRI
El pasado martes 21 la mayoría del Pleno del Congreso del estado de Sonora votó a favor de lo que ha sido la línea del Vaticano: consagrar la vida desde su inicio hasta la muerte natural. El Congreso de Sonora se integra por 33 diputados, y la iniciativa fue suscrita por 27 legisladores, 14 que corresponden a la totalidad de los representantes del PRI y 13 a todos los del PAN. Los únicos que no lo hicieron fueron los tres legisladores del PRD, los dos de Nueva Alianza y el del Partido del Trabajo. No obstante, la diputada Petra Santos Ortiz (PRD) dio lectura a un comunicado firmado por varias organizaciones ciudadanas, en el cual se pronunciaban por abrir el debate a la sociedad, y fundamentalmente a las mujeres. No hubo caso: el autoritarismo prevaleció, y priistas y panistas votaron sin aceptar consulta ciudadana de ningún tipo.
Esta reforma PRI-PAN expresa la estrecha relación entre empresarios conservadores y jerarquía católica, que encarna Eduardo Bours. El gobernador logró conducir a los priistas al terreno del PAN al aprobar una reforma que, casi idéntica, han propuesto (aunque todavía no han votado) los panistas en Baja California, Guanajuato, Aguascalientes, Querétaro y Jalisco. La presidenta del PRI, Beatriz Paredes, señaló hace tiempo que los integrantes de su partido estaban en libertad de pensar como quisieran en este asunto. No hay que olvidar que, en el DF, fue precisamente un diputado del PRI el que hizo la propuesta de despenalización, que retomó y modificó Alternativa y posteriormente el PRD. También en 2003, la propuesta de despenalización en el DF vino de una diputada priista. Sorprende, pues, la unanimidad de los priistas sonorenses. ¿Qué quiere decir esa total coincidencia? ¿Una sumisión absoluta a Bours o un giro a la derecha?
Lo escandaloso de lo ocurrido es que el Congreso de Sonora optó por hacer caso omiso de la ponderación entre los derechos de las mujeres y la protección de la vida en gestación que acaba de realizar la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). ¿Ignorancia, regionalismo o simplemente que, como católicos, creen que ellos tienen la Verdad revelada? Los diputados priistas y panistas sonorenses no se interesaron por el largo debate, con audiencias públicas, expertos y amicus curiae, que los ministros de la SCJN propiciaron para responder al complejo dilema de qué priorizar: ¿la vida del embrión o el derecho de la mujer? La SCJN definió un marco constitucional muy cuidadoso, donde se establece el derecho de la mujer dentro de ciertos límites que protegen al producto: no es lo mismo un embrión de 12 semanas que un feto de veintitantas. Pero los priistas y panistas sonorenses, en lugar de hacer un esfuerzo por comprender el sentido de la votación mayoritaria en la SCJN y sus implicaciones constitucionales, volvieron sobre los trillados argumentos de los grupos mal llamados "Pro-vida". Algunos, incluso, espetaron: "¡Nos vale lo que digan allá en la capital!". Sólo que olvidaron que la resolución de la SCJN es válida no sólo para los chilangos, sino que establece ciertos parámetros para toda la República. Claro que la reforma de Bours, que contraviene flagrantemente dichos lineamientos, no va a afectar a las sonorenses ricas que desde hace años se cruzan a Estados Unidos a interrumpir sus embarazos. En cambio, probablemente al DF llegará una oleada de turismo abortivo de sonorenses de escasos recursos, y seguramente también de otras entidades que van por ese mismo camino.
Sí, porque tal parece ser la estrategia panista. Antes de enviar este artículo, el jueves 23, en Baja California se iba a votar la misma iniciativa de reforma constitucional. Estrategia absurda, si vemos que todas las democracias europeas establecen en sus constituciones la protección a la vida al mismo tiempo que tienen despenalizado el aborto. O tal vez es una acción simbólica, para complacer al Vaticano, ya que en el DF todos los esfuerzos de la jerarquía católica para obstaculizar el avance de la despenalización han fracasado rotundamente (la Ley Robles de 2000, las reformas de 2003 y la despenalización de 2007). Por eso los obispos han tenido que recurrir a estados donde el panismo gobierna o, como ocurrió ahora, con un gobernador priista profundamente empanizado. Y mientras los gobiernos panistas reforman sus constituciones locales y los gobiernos perredistas intentan despenalizar en los suyos, ¿qué harán los priistas? Misterio.
El aborto es un problema que no se debe legislar desde posturas religiosas y desconociendo el complejo debate bioético que implica, sino sabiendo que los dolores e injusticias provocados por la penalización del aborto seguirán presentes hasta que se homologue una misma ley despenalizadora en todos los estados. Sin embargo, la utilización política del aborto sigue a la orden del día. Ya conocemos la postura del PAN en contra, y del PRD a favor de la despenalización. Pero ante el misterio de las actitudes individuales en el PRI, en el 2009 la ciudadanía interesada en la despenalización deberá exigir a sus candidatos a legisladores que hagan explícita su actitud sobre el tema. Más vale prevenir que lamentar. l
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